Estancamiento económico mundial, retórica de la pobreza, y papel de la Iglesia en el mundo
El Fondo Monetario Internacional advirtió este martes en Washington, en el arranque de su reunión anual, de que las dificultades económicas mundiales alientan una deriva populista contraria a la inmigración y al comercio internacional —sobre todo en los países ricos— de muy difícil retorno. El crecimiento mundial sigue a media asta ocho años después de la Gran Recesión y las clases medias se han empobrecido. El adiós de Reino Unido a la Unión Europea en el referéndum en junio es un claro aviso. La deriva de la campaña electoral en EE.UU. también avisa del peligro del populismo, en este caso "de derecha". También los hay "de izquierda", como sabemos. Y un denominador común: el miedo...
Ya advirtió Erich Fromm en su libro "El miedo a la libertad", que la baja clase media es el colectivo social que puede mover la historia cuando toma conciencia política de sí misma y se agrupa en pro de un interés común. ¿Y qué interés común hay más poderoso y cohesionador que la lucha por la propia supervivencia cuando se siente amenazada? Son el colectivo que más tiene que perder. Los "ricos" tienen recursos propios para sortear cualquier vendaval, y los "pobres" no tienen nada que perder.
Una de las claves del éxito de la reforma de Lutero fue, según E. Fromm, que supo canalizar los intereses de la baja clase media de la época, sometida a la incertidumbre del cambio de modelo social y económico, esto es, el paso del modelo feudal al mercantilismo, antesala del capitalismo que vendría más tarde. Igualmente, una de las claves del éxito de Hitler y de la Alemana nazi fue el apoyo social que recibió de la baja clase media alemana, empobredcida por las consecuencias del crack del 29 así como de las condiciones espartanas y humillantes impuestas a Alemania por los países vencedores de la I Guerra Mundial.
Y hoy como ayer. El miedo y la incertidumbre con respecto al futuro pueden canalizar a las clases medias a buscar refugio en discursos demagógicos que "rebusquen" en los instintos de la gente para ganar poder, más que buscar y apoyar discursos que propongan caminos de solución integradores y realistas, frente a la demagogia populista.
¿Y cuál es el papel de la Iglesia en este contexto de incertidumbre social y económica?
Lo que solemos hacer es recurrir al moralismo y a llamadas al pietismo religioso, como si estas apelaciones buenistas fueran suficientes para solucionar los problemas estructurales y encauzar la situación de la economía mundial y la de los paises. Manifestamos, con gestos ostentosos de insatisfacción, nuestro malestar con las situaciones de pobreza y de desempleo que azotan tres cuartas partes del mundo, pero no apoyamos ninguna de las muchísimas iniciativas que se están, en este momento, tomando a nivel político y económico para resolver estos problemas. Por ejemplo, la OMC está trabajando desde hace años por una organización del comercio internacional en la que se puedan integrar todos los países en régimen de igualdad y justicia... y nosotros miramos para otro lado, porque "no nos sentimos satisfechos, nosotros queremos más...".
También solemos exhibir una "retórica de la pobreza" ---¡qué mala es la pobreza!, ¡cuán indignados estamos porque hay paro!, etc--- retórica que, por supuesto, no sólo no aporta nada, sino que "atrae más pobreza", como es inevitable, puesto que es de lo único de que hablamos, de pobreza, no de soluciones ni medidas de desarrollo. Y cuanto peor sea la situación económica y social, más recurriremos a esta retórica de la pobreza, y asi sucesivamente...
Tenemos una oportunidad excelente para apoyar todas las iniciativas que ayuden a la integración y a la unión de todos los países y de todos los pueblos, en contra de la retórica populista que promueve la desconfianza y la divisón entre personas y pueblos, y sacando lo mejor de cada uno, conseguir superar entre todos esta situacion de incertidumbre, y volver a crear situaciones de bienestar para todos, en contra de la retórica de la pobreza, incapaz de proponer soluciones de desarrollo, en especial para los más pobres...
¿Tan difícil es defender el bien común de personas y pueblos, llamando a la esperanza y al trabajo colectivo, con los pies en el suelo e ideas mínimamente defendibles y aplicables en la cabeza?