¿Existe futuro para los sacerdotes?
Están apareciendo últimamente interesantes informaciones acerca del ministerio sacerdotal y de distintas posibilidades en el ejercicio del ministerio. Lástima que todas las propuestas que voy leyendo, a mi juicio, no ayuden en absoluto a una renovación y a un fortalecimiento del ministerio sacerdotal...
¿Sacerdotes casados? Propuesta fallida. Con esto no se resuelve en absoluto el verdadero problema de la degradación del ministerio sacerdotal, ni por supuesto el reto de la propagación de la fe.
Y sencillamente porque esta "solución" viene dada desde una absoluta debilitación de la fe espiritual, que puede estar justificada, por otra parte. Pero desde esta posición de fe debilitada, secularizada, no podemos avanzar en absoluto en este tema del sacerdocio ni en ningún otro tema. Nos falta lo fundamental: la Fe. Sin la luz de la fe estamos ciegos y "avanzaremos" hacia el precipicio...
La convicción de la Iglesia (me refiero a toda la Iglesia, no a la institución eclesiástica) de que el corazón del sacerdote está entregado y consagrado a la comunidad a la que se dedica totalmente en cuerpo y alma, como el esposo se entrega a su esposa, yo creo que es verdadera y acorde con la voluntad de Dios. Y además, que esta relación, cuando es verdadera, llena plenamente el corazón del sacerdote, también creo que es verdad. Cuando se vive desde un ministerio de realización, todas las necesidades del sacerdote están colmadas, y además rebosantemente. No hay lugar para "descubrir" otras vocaciones para él, como por ejemplo la vocación matrimonial, porque el sacerdote que vive en realización personal, espiritual, pastoral, y en todos los órdenes, se siente completamente satisfecho y bendecido.
Pero esto, hoy por hoy, y durante siglos, no existe en absoluto en la realidad. Sólo está en los maravillosos libros de la Iglesia (hablo de la Iglesia, no de la institución eclesiástica). La degradación del ministerio sacerdotal es tal, que prácticamente la vida del pequeño sacerdote ha quedado reducida a poner en fila a los niños de Primera Comunión y sobre todo a bregar con los padres, que quieren las primeras bancas para sacar las mejores fotos para sus hijos. Y al día siguiente de la celebración del rito, padres e hijos desaparecerán de la Iglesia. Y con los bellísimos jóvenes de Confirmación, que abandonarán la Iglesia al día siguiente de recibir su Sacramento, pasa lo mismo de lo mismo. Años y años en la vida del pequeño sacerdote consumidos para absolutamente nada. Y los pequeños sacerdotes están obligados a seguir este "modelo" pastoral. Y están absolutamente inermes e indefensos. "Al que no le guste, que se vaya". Y así han hecho unos 100,000 sacerdotes desde los años 70 hasta el día de hoy (¿cuántos responsables han dimitido por semejante catástrofe?) huyendo de esta situación, rescatados por el mismo Señor...
En estas circunstancias, y con este "modelo" de ministerio, no existe ni esposa, ni ministerio, ni nada digno del Sacerdocio nuevo instituido por Cristo. Esta situación frustra a cualquiera, degrada a cualquiera, quema a cualquiera, y desde aquí muchos sacerdotes "descubren" su vocación al matrimonio, movidos efectivamente por esta frustrante perspectiva de vida. Pero escapar de esta degradante situación no es encontrar un camino de realización plena en el ejercicio del ministerio sacerdotal. Es simplemente una huida hacia adelante...
Haciendo un pequeño paréntesis. Es muy significativa para mí la portada que han escogido para el libro de J. L. Olaizola "Diario de un cura urbano". La imagen es de un cuarto de baño, en concreto de un lavabo, en una situación de orden y de limpieza desagradables. Si así está el lavabo, ¡cómo estará la letrina! Y cómo estará el resto de la casa del pobre "cura urbano"... Una persona que vive en esa situación de degradación personal, no tiene fuerzas para nada, no está en condiciones de evangelizar ni de hacer nada positivo ni en su parroquia ni en ningún sitio. Ésa persona está mentalmente mal. Esa persona está para que le coja un coach profesional y le levante de esa situación de decaimiento total. Pero esa es la imagen que el mundo tiene de la figura del "cura urbano" ---¡un cuarto de baño demacrado!---, ésta es la imagen que está en el imaginario colectivo. Ésa es la imagen de los sacerdotes que proyectamos al mundo. Absolutamente decepcionante…
Además, con el matrimonio para los sacerdotes no se resuelven en absoluto los problemas. Es más, se añaden otros. Pronto tendríamos la siguiente cuestión eclesiástica: ¿Podrán los sacerdotes divorciados y vueltos a casar ejercer el ministerio sacerdotal? Y así sucesivamente...
Además, otra cuestión. Como los sacerdotes casados van a tener obligaciones familiares y profesionales que cumplir, van a reclamar esta situación para evadirse del cumplimiento de las tareas "pastorales". Como el pequeño sacerdote célibe no tiene obligaciones familiares ni negocios que atender, se va a, si se me permite la expresión, "tragar todos los marrones" parroquiales y de cualquier tipo. Esto está pasando ya con los diáconos permanentes...
Como ya dije en anteriores posts, la "espiral viral de progreso" está perfectamente clara en su desarrollo y por desgracia en su finalización: Sacerdotes casados, diaconado femenino, sacerdocio femenino, obispos femeninos, diaconado homosexual, sacerdocio homosexual, obispos homosexuales, y así sucesivamente... hasta la inanición total...
¿Es que vamos a tomar como modelo la Iglesia anglicana, de la que vemos patentemente el entusiasmo de sus predicaciones, sus sutilezas morales y lo "abarrotados" que están sus templos? ¿Es que vamos a "degradar" el sublime ministerio sacerdotal instituido por Cristo para asemejarlo más a lo que están siendo hoy los diáconos permanentes?
El problema, mis hermanos, como ya he dicho, es la absoluta degradación del sublime ministerio sacerdotal, que en este "modelo" pastoral de sacramentalismo sociológico y parroquialismo, ha quedado reducido a una mera celebración de ritos colectivos, individualistas e impersonales, con cada vez menos gente, por cierto. Es un modelo ministerial de frustración para el sacerdote.
Y la gente lo sabe. Y mayormente por eso no quieren que sus hijos sean sacerdotes. Saben lo que les espera. Recuerdo aquella conversación que tuve con un católico comprometido que había recibido la noticia de que su hijo quería ingresar en el seminario. Él le dijo, hablando claro: "Bueno hijo, que sea lo que tú quieras, pero ya sabes lo que seguramente el párroco te va a hacer cuando te pongan en su parroquia y te impida desarrollar cualquier iniciativa que pudieras tener, por muy de Dios que sea...".
¡Y seguimos cargando a Dios con la responsabilidad de que no haya más vocaciones al sacerdocio! El Señor no manda ni mandará más vocaciones al sacerdocio ni a nada mientras la situación se mantenga. Tenemos acumuladas oraciones y rogativas por las vocaciones para 500 años. Ahora nos toca a nosotros actuar, en especial a las estructuras eclesiásticas; que prácticamente se hagan el harakiri, y promuevan un ministerio de realización y no de frustración, y que se orienten definitivamente a la evangelización y no en la promoción clerical de gabinete.
Así sí, las vocaciones aumentarán, y los sacerdotes se sentirán realizados en su ministerio, y no tendrán tiempo para pensar en otras "soluciones vocacionales".
Queda el tema de la formación de los sacerdotes en los seminarios. ¿Queremos clérigos piadosillos o apóstoles del siglo XXI? Pero eso lo dejamos para otra ocasión...