Supresión, denuncia… ¿desaparición?
Confieso que me cuesta escribir un post. Me cuesta encontrar una noticia de la que se pueda extraer algo positivo, algún signo de esperanza que nos anuncie un nuevo despertar de la fe. Pero lamentablemente seguimos en la misma decadencia complacida en la que nos hemos instalado confortablemente desde hace tiempo, y en la que estaremos hasta que toquemos fondo. Entonces decidiremos algo para resolver la situación, aunque ya será demasiado tarde...
Ninguna noticia en pro de la dignificación del ministerio sacerdotal (no hablo de moralina), en especial del ministerio del pequeño sacerdote, que sigue preso en este modelo sacramental-parroquialista que padecemos, y en el que ha quedado prácticamente reducido a un mero peon semigratuito expendedor de sacramentos, sin ninguna autoridad y sin ningún respeto debido por parte de casi nadie (hay sacerdotes sin seguro médico por años), excepto por parte de los "santos de Dios", (que gracias a Dios, todavía existen y nos hacen mantener la llama de la fe y la esperanza encendidas...), sacramentos que la mayoría de la gente recibe como un mero "rito de paso", sin ninguna trascendencia espiritual o existencial relevante que dure más de las 24 horas de emoción familiar y de sacada de fotos... Pero bueno, si desde los años 70 hasta el día de hoy han dejado el ministerio unos 100,000 sacerdotes, todavía nos quedan otros 400,000. Podemos esperar un poco más para tomar las medidas adecuadas en pro de la dignificación del ministerio sacerdotal, en especial del ministerio del pequeño sacerdote...
Por otra parte, continuamos diligentemente en la senda del progresivo y alarmante vaciamiento espiritual de nuestra fe. No tenemos nada espiritual de valor que ofrecer al mundo y que compartir con los hermanos. No tenemos nada espiritual que nos justifique ante la sociedad. Y todo lo que surge de esta carencia prácticamente completa de fe espiritual (no hablo de fe ideologizada, de cualquier tendencia), carece de valor espiritual, lógicamente, y por eso no es camino ni senda de verdadero progreso (ni progreso espiritual ni de ningún otro) para el Pueblo de Dios que peregrina en el mundo, movido por la fe. Ya sea la "solución" del casamiento de los sacerdotes, o ya sea la reinstauración del diaconado femenino (iniciativas que podrían ser muy válidas, pero si brotaran de un contexto de fe, y no de un contexto de falta de fe); ya sea el activismo filantrópico minorista (más cercano a una praxis de ética política izquierdista que a la verdadera caridad de Cristo), con su consiguiente "retórica de la pobreza"; ya sea, por el "otro lado de la barca", la "retórica providista" (no hay otro tema) y de moral sexual (no hay mejor berenjenal para pillarse los dedos que este)... y unos por otros, la casa sin barrer: Seguimos sin proclamar la Buena Nueva de la Pascua de Cristo, que es nuestra Pascua, anuncio transformador de las almas y de los pueblos...
Confirmando este vaciamiento espiritual de nuestra fe, el otro día leímos la noticia de que son miles los religiosos consagrados que "se salen del convento" cada año, para vivir "como laicos" (es lógico, si los laicos son hoy los maravillosos, según parece)... Pero tranquilos, todavía nos quedan otros 600,000 consagrados. Dentro de cien años, que otros decidan...
Sólo una noticia despertó mi interés y mi preocupación, noticia que por cierto, fue tratada en letra pequeña y como de pasada (se dio más bombo periodístico a la noticia del cura italiano visitador de "mujeres alegres", con vídeos y todo), irrelevancia informativa como para que no captáramos su trascendencia y nos despertáramos, así, de la molicie espiritual en que vivimos. El congreso de los diputados aprueba suprimir la casilla de la iglesia en el IRPF y que pague el IBI, con la petición además de denunciar en un futuro próximo los acuerdos entre España y la Santa Sede. Y esta denuncia del Concordato se producirá tarde o temprano. No tenemos una masa social de creyentes con una fe suficientemente fuerte como para sostener un Concordato. Y descendiendo.
Con la supresión del Concordato, por ejemplo, quedará abolido también el privilegio de la institución eclesiástica de retener información privada de personas en contra de su voluntad, que tendrán, pues, seguramente y si Dios no lo remedia, el derecho legal a exigir que ninguna institución pública o privada retenga su información personal, fuera de lo legalmente establecido, sin su consentimiento. Se acabarán, pues, las partidas de bautismo en contra de la voluntad del interesado, con todas las consecuencias institucionalistas y sacramentalistas que de ello se derivarán.
La senda de la desinstitucionalización de la fe entrará, así, en su recta final: "Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren..." (Jn 4). Y el papa Francisco lo está confirmando, además, con la valorización del ¨fuero interno¨, (conciencia cierta), como criterio fundamental de pertenencia a la Iglesia.
Todos sabemos cómo ya desde hace tiempo se están vendiendo edificios de propiedad eclesiástica a cadenas de hoteles y restaurantes, a fin de darles un mejor y más útil uso. Con ocasión de la supresion de la casilla de la iglesia en el IRPF (menos ingresos, supongo) y de la supresión de la exención del impuesto de IBI (más impuestos, supongo), y para no endeudarnos e hipotecarnos más de la cuenta, yo propongo que ya directamente se vayan vendiendo los edificios eclesiásticos ("en espíritu y verdad") al mejor postor, y que el dinero se destine, en primer lugar, a los más necesitados, que son los pequeños sacerdotes abandonados y olvidados, que son los que más gravemente han sufrido y los que han sostenido (y por extensión, todos los pequeños sacerdotes), este modelo eclesiástico. La crisis de la Iglesia está directamente asociada a la crisis del ministerio sacerdotal y a la crisis en la transmision de un mensaje realmente motivador e ilusionante que brote del Evangelio...
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Y hasta aquí hoy. El próximo día continuaré con más elementos de este proceso histórico y nuevo que estamos viviendo, y que va de la desaparición de la institución de poder eclesiástico que hemos tenido desde hace mas de 1500 años (¨Iglesia como institución¨) a pasar a vivir como Iglesia-Pueblo de Dios redimido por Cristo llamado a evangelizar, animados y fortalecidos en la fe por una (necesaria) nueva e ilusionante autoridad eclesial al servicio de todos, laicos y pastores, viviendo la fe en verdadera libertad, con la libertad de los hijos de Dios...