Una película para el Jueves Santo: Don Camilo de Julien Duvivier



Bastantes personas nos piden en el entorno de las celebraciones de la Semana Santa películas de referencia para grupos de familias o de jóvenes, para parroquias, comunidades y movimientos de Iglesia. A muchos les aconsejamos directamente. Pero también muchas personas se quedan en sus hogares o quieren aprovechar para situarse en "la composición de lugar" para celebrar la Pascua. Ciertamente que el lugar adecuado para este propósito son las celebraciones litúrgicas. Menos se trata de volver a aquellas programaciones de la Semana Santa donde en las carteleras y en la televisión únicamente se proyectaba "Quo Vadis"(Mervyn LeRoy, 1951, "La túnica sagrada" (Henry Koster, 1953) o "Ben-Hur" (William Wyler, 1959) a las que se añadieron un poco más adelante "La Biblia" (John Huston, 1966) y "Jesús de Nazaret" (Franco Zeffirelli, 1977). Proponemos una visita para los que tenga ocasión en este momento a algunas viejas películas que son clásicos de la historia del cine y que pueden acompañar estos momentos.

El Jueves Santo la liturgia invita a sentarse a la mesa de la Eucaristía y del Lavatorio de pies recordando la Última Cena. Es un momento para reconocer en la entrega de Cristo un momento definitivo y esencial de libertad para la fraternidad. La fracción del pan y el servicio humilde al servicio de la reconciliación de la humanidad.

En el cine este icono de la última cena se ha repetido tantas veces como en la historia de la pintura. Desde la crítica en "Viridiana" (1961) de Buñuel donde en una cena de fraternidad imposible la protagonista aprende una amarga lección sobre la naturaleza humana. Hasta la metafórica e imprescindible "El festín de Babette" (1987) de Gabriel Axel donde una cocinera afamada y escondida monta una comida para recobrar a una fraternidad perdida.

Sin embargo, hoy rescatamos del recuerdo una película entrañable "Don Camilo" (Julien Duvivier, 1952). Lo interesante de esta película reside en la fuerza narrativa de la obra literaria que adapta del escritor italiano Giovanni Guareschi. Don Camilo y alcalde comunista "Peppone" (Giuseppe Bottazzi) son un icono claro y generoso de la reconciliación y la fraternidad. El actor cómico Fernandel puso rostro para siempre al personaje de las novelas y cuentos conocidos como "Pequeño mundo". En las películas aparece con pasión desatada hasta la risa las diferencias de las ideologías y los posicionamientos políticos. Sin embargo, los seres humanos más allá del drama terminan siendo entrañables cuando se sitúan más allá y cruzan las fronteras de la casa del pueblo y de la iglesia. El Cristo con el que Don Camilo habla no dejará de ser protagonista en lo oculto de un proceso donde el final fraterno de reencuentros y tareas comunes se impone sobre la fragmentación de las banderas y los himnos.

La película hoy aparece desfasada con una ingenuidad cándida e ilusoria. Algunos dirán simplista y periclitada. Otros dirán buenista y ecléctica. Sin embargo el Cristo de Don Camilo resulta bastante sugerente para un Jueves Santo. Y los dos protagonistas de los caminos de reconciliación tiene fuerza de referencia para tantos liderazgos excluyentes que consideran el diálogo imposible y ponen tantas condiciones para sentarse a la mesa que al final solo caben los de sus siglas. Estos personajes representan el esfuerzo de una sociedad por salir del desastre, no solo de la derrota sino de las mismas causas del fascismo italiano.

Para los más interesados hay que añadir que se ha editado conjuntamente con "El retorno de Don Camilo"(Julien Duvivier, 1953) "Don Camilo y el honorable Peppone" (Carmine Gallone, 1955) , "Don Camilo Monseñor"(Carmine Gallone, 1961) y "El camarada Don Camilo" (Luigi Comencini, 1965). Volver sobre esta entrañable serie puede ser un ejercicio mucho más saludable y de más fuerte contendino espiritual que cualquiera de las series televisivas al uso.

Buen Jueves Santo y que el Dios de la fraternidad que nos hace hijos y hermanos en el Primogénito que encabeza la mesa nos reúna nuevamente
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