Una de las mejores series del año Mare of Easttown, un tratado sobre la misericordia
Cuando el lado oscuro no es el final del camino
| Peio Sánchez
Estamos ante la que será una de las principales series del 2021. La historia de una detective cuya vida naufraga en una pequeña ciudad donde todos arrastran sus sufrimientos por las calles. El formato es el de una miniserie con siete capítulos de los que HBO hizo una entrega semanal, para generar aquella intriga del formato televisivo que luego fue aniquilada por los atracones de horas tras la pantalla.
Tres son los componentes esenciales de su éxito. A la cabecera su creador y guionista Brad Ingelsby. Un tipo que se formó en una pequeña . ciudad de las afueras de Pensilvania, entre el baloncesto y el catolicismo. Así declara sus intenciones: “Una de las ideas que realmente me interesó al crear la serie es la idea de misericordia. Fue escrito en un momento en el que pensaba: “Hombre, este país ha perdido sus ideales de compasión, decencia y misericordia”. Hasta ahora, había seguido con suerte desigual esta senda en el drama deportivo "The Way Back", pero ahora lo borda.
El segundo ingrediente es la actriz protagonista Kate Winslet, haciendo de Mare Sheehan, una policía gruesa, alcohólica y con una ira dentro. Eclipsada ya la belleza almibarada de Rose en Titanic y curtida en mil batallas como The Reader o Revolutionary Road ahora libre de maquillaje y pelucas, realiza una inmensa interpretación entre la angustia y la resistencia.
El tercer protagonista es coral, bajo la batuta del director Craig Zobel. Tras la investigación del crimen de una joven madre se radiografía una comunidad de clase media que convive en una pequeña ciudad donde todos se conocen, pero todos ocultan su lado oscuro. De familias aparentemente felices, pero rotas por la pérdida, la infidelidad o los fracasos. El amor amargado de Helen, la madre; la resentida bondad de Siobhan, la hija; la tortura retorcida a la que se ve sometida Lori, la amiga del alma; Beth, la compañera de escuela que intenta agarrar a su hermano drogadicto en el hundimiento; Frank el simpático infiel marido; Dawn, cuya hija lleva desaparecida un año y de la cual la policía no sabe nada; el joven detective Colin que intenta penetrar la coraza de la protagonista fracasando inesperadamente o John Ross, el marido de la amiga que guarda un secreto…
La investigación de los crímenes, como es habitual en el género negro, nos permite penetrar en los vericuetos interiores, allá donde las heridas sangran. Porque de eso se trata, si es posible curarse del dolor traumático, subir el desván del alma y mirar dentro con compasión. El propio dolor convertido en maestro para compartir el sufrimiento de los otros y en este acto de salida afrontar la terapia de la propia herida.
El diácono Mark Burton es el personaje religioso más significativo. Será el pedagogo de la comunidad, ya que es el paradigma de un pasado oculto, la sospecha de su culpa y el camino del perdón. Algo que solo se aclara en un sorprendente episodio final donde claudican todos los sospechosos habituales. Y donde sus palabras son el mensaje en una botella.
La existencia de dos niños nacidos del desastre serán el testimonio oculto del frágil poder de la vida que siempre, casi sobrenaturalmente, sale adelante. Ambos serán como dos bálsamos donde se refleja curación y herida. Adoptados serán los médicos silenciosos que hacen su tarea.
Cuando todos tienen algo de qué pedir perdón, todos tienen algo que perdonar. Todos culpables, todos llamados a perdonar y perdonarse. No se trata de juzgar sino de amar. Ese el secreto, la resolución del caso, la cura paciente, la posibilidad de seguir viviendo juntos. Basta con subir una escalera.