Perdidos y…encontrados. La famosa serie termina como una revelación religiosa
Los giros de guión de "Lost" ya hacían presagiar un final de contenido esencialmente religioso. La temática de las relaciones entre los diferentes personajes se había ido decantando hacia los grandes temas del sentido de la vida: el perdón, la confianza, la bondad, la muerte y el más allá.
Es frecuente que las grandes series que necesitan renovar los guiones ofreciendo profundidad acudan a la experiencia religiosa para atraer el interés de los espectadores. En el caso de “Perdidos” esta opción ha sido una revelación progresiva que en el último capítulo ha tenido una explosión de significados explícitamente religiosos y preponderantemente cristianos.
La conclusión es una visión del más allá de la muerte que sitúa la perspectiva cristiana de una vida de resurrección en un reencuentro de las personas amadas formando comunidad que goza de la visión. Todo ello desde la reconciliación de los personajes que se centra especialmente en Jack y en Locke como los dos modelos de vida: el religioso y el pragmático. Al final el religioso salva al pragmático ofreciendo su vida en un sacrificio de redención.
Planteada especialmente como una añoranza de la comunidad en tiempos del individualismo, “Lost” aspira a recuperar la confianza en los otros y en la posibilidad de unas relaciones fundadas en el encuentro y la bondad. Y todo ello con la cuestión del sentido que como tantas veces en la ficción se plantea en un doble plano: el mundo de la isla al que afecta un cierto sobrenatural y el mundo real que se va abriendo a nuevas posibilidades que entraña la misma naturaleza.
Los guionistas de “Lost” han acudido a la simbólica de las distintas religiones como confiesan en la vidriera de la sacristía que aparece en el capítulo final. Esta perspectiva pluralista es frecuente en las series o películas que deben reclamar la audiencia de tantos tipos de espectadores. Así el monstruo del humo, la luz, el cielo, el agua o el vuelo son símbolos tomados directamente de las tradiciones religiosas.
Sin embargo, la interpretación cristiana aparece como prioritaria. Del avión hemos pasado a la isla y terminamos en una iglesia donde el padre difunto explica a Jack Shepard el misterio de la incorporación a la eternidad. Y todo ello con el fondo de un crucifijo, que también un poco antes tiene la referencia de un Cristo resucitado que se presenta como clave de interpretación del sacrificio del protagonista en la isla donde ha muerto en generosa entrega para dar la luz. Aunque el guión ha jugueteado con distintas perspectiva del tiempo y del espacio termina por decantarse en una perspectiva propia de la escatología cristiana aunque procurando incorporar otras religiones. No hemos de olvidar que el público de referencia sigue siendo el norteamericano.
“Lost” con este final confirma lo que ya venía ofreciendo: la preocupación por las relaciones humanas lleva a la apertura a la cuestión creyente. Este tema sigue siendo recurrente en las narraciones audiovisuales contemporáneas que en alguna medida tienden a sustituir a la práctica religiosa. El problema estriba en que los guiones ofrecen simplificaciones al servicio de la historia y la implicación del espectador, por mucho que llegue a fans, no deja de ser bastante efímera. El relato si actúa como provocación debe ser bienvenido aunque si termina en la sustitución es claramente insuficiente.
Para los espectadores de “Lost” se llegado al final de su serie aunque seguirán visitando los 121 capítulos de las seis temporadas. Sin embargo, sería de desear que la actitud de espectador pasara a protagonista, que la interrogación reemplazara a la pasividad de la recepción. Las cuestiones abiertas, ciertamente son profundas, y reclaman una implicación más personal y existencial. En este caso podemos haber asistido a una provocación inicial a la fe.. O como decía Wim Wenders, el famoso director alemán, de uno de los personajes de su película "Tan lejos tan cerca", "lo importante no es que estás perdido sino que has sido encontrado"