La invención de Hugo: apostando por el cine, mirando al futuro


Scorsese ha querido realizar en la Invención de Hugo un homenaje al cine que es en el fondo una apuesta por el séptimo arte, en un tiempo donde afronta un cambio tecnológico de la profundidad que supuso la llegada del sonoro. Basada en la novela La invención de Hugo Cabret de Brian Selznick, con un asombroso despliegue técnico y artístico de las 3-D que ha supuesto cinco Oscar en estas áreas, es un canto emotivo a la vocación del artista y del emprendedor que se abre camino en tiempos difíciles.
La historia ficticia de Hugo Cabret (Asa Butterfield) nos permite enlazar con Georges Méliès (Ben Kingsley) uno de los padres del cine. El chico de doce años vive en las entrañas de la estación de Montparnasse de París, donde el antiguo cineasta ha montado tras su ruina una tienda de juguetes. Llegamos a saber que el muchacho está huérfano tras la muerte de su padre (Jude Law) que era un maestro relojero y que se encuentra solo tras la desaparición de su tío (Ray Winstone), un personaje dado a la bebida que se encargaba de cuidar de los relojes de la estación. En su soledad tiene por única compañía a un autómata estropeado, una especia de réplica de “El escritor” de Jaquet-Droz. Pronto conoce a Isabelle (Chloë Grace Moretz), ahijada de Méliès, que se convertirá en compañera de la aventura. El misterio será descubrir la historia oculta del co-inventor del cine y con ello el sentido de su propia existencia.
Martin Scorsese (Taxi Driver, 1976; Toro salvaje, 1980; El cabo del miedo, 1991; La edad de la inocencia, 1993; Al límite, 1999; Gangs of New York, 2002; El aviador, 2004; Infiltrados, 2006; Shutter Island, 2010) en esta película, que funciona como una metáfora, realiza una propuesta para la renovación y reinvención del cine. Para ello desde el punto de vista narrativo acude a uno de los dos personajes que están en el origen de cinematógrafo. Si los Lumière han representado la relación entre cine y realidad, Méliès representaba la alianza con la imaginación. La elección de Méliès es una pauta de renovación, serán el arte y la fantasía los que abran el futuro. Junto a la propuesta narrativa Scorsese despliega toda una apabullante oferta artística y técnica. La película contada para las 3D se basa en unos decorados cuidadísimos acompañados de un vestuario y atrezzo que le valió el Oscar a la dirección artística (Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo) así como una fotografía (Robert Richardson) sobresaliente que también mereció en reconocimiento de la Academia. La apuesta por el sonido y efectos especiales al servicio de la belleza de la narración materializan las posibilidades técnicas al servicio de la expresión artística.
Sin embargo, el rigor formal, el despliegue técnico y la fuerza expresiva están puestos al servicio de una narración que cuenta bien una historia que emociona al espectador y que a la vez plantea una reflexión adecuada para el momento. El modelo Méliès funciona como una apuesta vocacional. Para ello se nos muestran algunas de las imágenes del viejo cineasta en especial de Le Voyage dans la Lune (1902) que se convierte en un icono de cómo el ser humano puede ir más allá con su imaginación y desde allí avanzar hacia el futuro real.
La presencia de Hugo, representante del futuro, se ofrece como el heredero de Méliès llamado a vivir desde la bondad y la creatividad, desde el coraje y la lucha, desde la búsqueda y la iniciativa. La actuación sobresaliente de los niños trasparenta con acierto la inocencia unida a la tenacidad, el dolor en busca de la superación y el reconocimiento del amor como valor para capear las dificultades. Lo que en otro plano representan Méliès y su esposa Mama Jeanne, un hogar que ha tenido que afrontar el fracaso y la derrota. El resto de secundarios de lujo refuerzan esta línea optimista del triunfo de la bondad y el amor, así la conversión del inspector Gustavo, con un Sacha Baron Cohen contenido y la inocente florista (Emily Mortimer), también la anciana dueña del café y el viejo vendedor de periódicos. Completa la historia el misterioso librero (Christopher Lee) que ofrece al jovencito el libro Robin Hood, el proscrito, la obra de Alejandro Dumas que le sirve de ejemplo para luchar a pesar de la persecución de la ley. Junto a ellos aparecen fugazmente y como guiños al arco completo de los artistas tres representantes de la música (el guitarrista de jazz Django Reinhardt), de la pintura (el catalán surrealista Salvador Dalí) y de la literatura (el escritor irlandés James Joyce).
Ciertamente que solo desde una producción poderosa y con toda una tradición fílmica detrás Scorsese podía ofrecer una película así. Su salida no es la única. Probablemente tenderá futuro el cine de la fantasía y el arte junto al cine del documento y la conciencia, el cine de la producción técnica al servicio de la expresión artística junto al cine experimental y de historia sencillas bien contadas. Pero algo tendrán en común, una llamada vocacional al arte y al sentido, a la convicción y al esfuerzo, a la fe y a la bondad. En definitiva, una valiosa aportación para mirar en futuro en tiempos de cambio.

Para dialogar en grupo:

* ¿Qué sentido tiene la presencia de tanto relojes en la película? ¿Por qué preocupa tanto la cuestión del tiempo?
* Méliès representa la fantasía y el espíritu emprendedor a ello se opone la violencia y la falta de valor. Sin embargo Hugo se presenta como el heredero de Méliès ¿qué características tiene este personaje?
* El autómata funciona como una metáfora ¿ué sentido tiene su presencia?
* El final siempre da la clave de sentido. ¿Qué triunfa en el final de la película?
* La película destaca la importancia de tener un sentido en lo que hacemos. Señala alguna secuencia que resalte este aspecto
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