Un ignorante machista.

Me ha sorprendido el revuelo que se ha montado a raíz de aquel que no debe ser nombrado. Se le ha visto el plumero de machista por hacer una interpretación literal de los textos bíblicos. Claro que para intentar salir del paso, el susodicho sujeto intenta condenar el machismo al tiempo que el feminismo.

El feminismo en si tiene una vertiente moderada muy aceptable, y otra de la que es mejor taparse la nariz. Pero esto el innombrable no lo sabe o no quiere saberlo. Esta claro que si él mismo por ser varón en el matrimonio se cree con más potestad que la mujer y encima lo fundamenta en la interpretación literal de los textos de San Pablo, el resultado son las aberraciones que se leen y se escuchan.

El innombrable ya se sabe como es. Ataca a Pagola, a Masia, a Pikaza, y a muchos teólogos y expertos en sagrada escritura que le darían cien vueltas o podrían enseñarle algo de lo que es un verdadero estudio bíblico. Pero es curioso como su ataque a Pagola se vuelve como un boomerang contra él.

La interpretación literal de un texto bíblico supone la eliminación o no consideración de su dimensión histórica. Con sus retorcidas interpretaciones el criticaba a Pagola por exponer un Cristo histórico y no divino, separar el Cristo de la Fe del histórico. Pues donde las dan, las toman, porque él hace con los textos bíblicos y la sagrada escritura una supresión de su dimensión histórica, consiguiendo así un San Pablo machista, patriarcal y que reivindica que hijos y mujeres se sometan al padre de familia.

Un entendido habría dejado bien claro que lo que dice San Pablo en esta frase o en aquella estaba dirigido al hombre de su tiempo, región y cultura, y que esto otro o aquello que dice está dirigido al hombre de todos los tiempos.

Es una pena que en retorcida cabeza no quepa una interpretación literal de San Pablo cuando este habla en 1 Timoteo 3:

Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.

Lo cual ya veríamos cuantos obispos sobrevivirían literalmente a San Pablo, y como en su tiempo no era tan malo ver a alguno hasta casado y con hijos, no como ahora, que cuando suena el nombre del fallecido Jerónimo Podesta alguno se pone las manos a la cabeza y lo llama amancebado. Incluso ahora que vemos un obispo tan odiado y sin testimonio como Rouco, la interpretación literal de San Pablo suena a rapapolvo, y tampoco creo que sea para tanto.
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