Una profesora de matemáticas, de un instituto de cuyo nombre no quiero acordarme, no accede a una cita conmigo y con la madre de un alumno porque según dice no es de su incumbencia. Casualmente es la tutora de la clase, y yo quería reunirme con ella para tratar el retraso en matemáticas del chaval tras haber pasado por los cursos de de 3º y 4º de ESO de diversificación.

El chaval es un alumno ejemplar, humilde como pocos que he visto, de comportamiento intachable, muy tímido y sensible. Es un alumno que ojalá muchos fueran como él. Decidí plantear la reunión con la profesora porque debido al retraso que trae el alumno por pasar por diversificación, el chaval arrastra retrasos que requieren un trabajo conjunto y sobre todo de apoyo y de ánimos. Y sin darme posibilidad a presentarme, a habla con ella, de conocernos, la respuesta ha sido: No es de mi incumbencia.

Pues si la rebajan el sueldo o la hacen currar como una burra, tampoco será de mi incumbencia. Es más, me encantaría decir su nombre y el instituto en cuestión para poner en evidencia uno de los muchos casos de profesores que pagándoseles un sueldo para usar las tutorías y enseñar, hacen justo lo contrario. Pero por mi alumno, me quedo callado.