RedCAM, 2023-2024 Perdón, comunión y ánimo
Hace más de un año cumplido que la Red Católica Arcoíris de México (redcam) renovó su representación nacional, una presidenta y una vicepresidenta, un tesorero, dos vocales y a mí como secretario, en el Seminario Menor de los Misioneros de Guadalupe, en Tlaquepaque, Jalisco
La red que quiere tejer comunión entre las organizaciones católicas lgbt del país y que está asociada internacionalmente a la gnrc, Global Network of Rainbow Catholics
| Erick Eduardo Rodríguez. Secretario de la Red Católica Arcoíris de México
“¡Dios mío! ¿Qué puedo hacer para no darte la espalda de nuevo, para dar testimonio de tu gloria? Muy poco tengo para dar. No soy poeta, ni tengo la visión certera y la palabra evocadora del buen narrador. Tampoco tengo el alma pura y estoy muy lejos de la santidad. No soy capaz de hacer de mi propia vida un testimonio. Sólo me queda algo mucho más torpe y burdo: puedo pensar. Y ése puede ser mi pequeño homenaje. Porque he recibido el don del pensamiento” (Luis Villoro, “La mezquita azul”).
Hace más de un año cumplido que la Red Católica Arcoíris de México (redcam) renovó su representación nacional, una presidenta y una vicepresidenta, un tesorero, dos vocales y a mí como secretario, en el Seminario Menor de los Misioneros de Guadalupe, en Tlaquepaque, Jalisco. La red que quiere tejer comunión entre las organizaciones católicas lgbt del país y que está asociada internacionalmente a la gnrc, Global Network of Rainbow Catholics. Por esto, es menester un examen de conciencia y presentarme con la franqueza con la que me presento ante el Señor y ante ustedes, en sus templos y sus misterios, reconociendo mis muchos pecados.
La pregunta para la redcam sigue siendo la misma de entonces: ¿qué hacer? Y a pesar de ser una de esas preguntas recurrentes en la vida, para la Red se ha agudizado cuando quisimos cuantificar qué hemos hecho hasta ahora.
Por gracia, no podemos responder que no hemos hecho nada. Pero el orgullo se quebranta al ponernos objetivistas y al ensimismarnos. Dirigimos una carta (aún sin respuesta) a la Conferencia del Episcopado Mexicano, a propósito de Fiducia supplicans (2023); llamamos a orar para salir a la Marcha del Orgullo 2024, en Ciudad de México; logramos una catequesis con perspectiva queer, próxima a consumarse en la celebración de sacramentos de iniciación; y convocamos algunas asambleas virtuales a las organizaciones que la integran.
Pero sí parece poco, tanto que alcanzó lamentaciones compartidas. Ahora bien, se me ocurren al menos dos preguntas para poner en otro orden de percepciones al fenómeno en cuestión, además de la autoexigencia o de la insatisfacción. ¿La Red es una red para contabilizar eventos y acciones? ¿Cuál es la misión de la Red y de la Iglesia? ¿Qué encargó el Señor Jesús a sus amigos? (Mt 28, 19; Mc 16, 15; Lc 24, 47-48).
Dos puntos de referencia
Estas preguntas me remiten dos puntos de referencia. El primero, vanidoso, que golpea al orgullo profesional cuando unx intenta justificarse frente a lxs demás. El que nos hace confesar que hemos hecho poco (o nada). El de las frustraciones por las cuentas que desearíamos entregar, como buenos funcionarios. Pero el segundo es una oportunidad para meditar sobre la misión de esta Red y de la Iglesia. Es aquí, en la oración, cuando el Divino Maestro sigue enseñando.
Según las Escrituras, la soberanía del Señor sobre su obra es premisa constante (Lc 10, 2; Mt 9, 38; Sal 127, 1) y, habiéndonos preguntado sobre qué hemos hecho, entonces, simplemente la cosecha dé frutos, habría de seguir su ritmo. Aunque sería sacrílego quedarnos con mi oración y mis convenientes recuerdos del Evangelio, para entregarme al cinismo.
Providencial y recientemente, la redcam celebró una asamblea virtual abierta, con integrantes de todas sus organizaciones, la cual se llenó de fotografías de los eventos y actividades de todas y cada una de las que la integran. Fueron humildemente presentadas a lxs hermanxs de todo el país. Y es probable que, dentro de las organizaciones, cuando revisaron sus evidencias para compartirlas, hubiera sentimientos semejantes de que han hecho poco. Pero la Ruah nos recordó cómo opera la comunión de sus santxs, ésa que rezamos cada domingo. Es decir, que el bien que se hace, por escaso, modesto o aislado que parezca, incide en todo el bien que se hace y es acrecentado por el Señor, el Bien en sí mismo (CIC, 947).
El tesoro espiritual de cada creyente
Ha sido luminoso contemplar, en todas esas fotografías, el peregrinaje de lxs católicxs mexicanxs organizadxs de la diversidad sexogenérica. Obras de misericordia, ministerios laicales, servicios litúrgicos y parroquiales, activismos sociales, promoción humana, grupos de estudio, difusión cultural, etcétera. Mucho y muy bueno. Ahora mejor, imagínense si sumáramos el tesoro espiritual de cada creyente LGTB, con sus esfuerzos cotidianos por el bien y contra el mal, con ellxs mismxs y su prójimo, en sus vidas diarias.
Así también, unx va viendo, a sabiendas de que Él exige la inversión de los talentos (Mt 25, 14-30; Lc 19, 12-27), que su yugo es suave y su carga ligera (Mt 11, 28-30). Más allá de la autoexigencia, la frustración o el desánimo, cada quien tiene su ritmo de respuesta y, en Él, tenemos asegurada la misma paga (Mt 20, 1-16). Pero que esto no sea apología de la mediocridad contemporánea, la estupidez o el miedo. Hay que responder generosamente a los llamados que el Señor hace (Jn 6, 38; Lc 1, 38).
Examen de conciencia
Por lo anterior, crítica y contritamente pido perdón a mis hermanxs del equipo directivo de la redcam, a las organizaciones asociadas, a sus integrantes y coordinadorxs, por mis malas palabras, pensamientos y acciones, pero sobre todo por mis gravísimas omisiones. Mea maxima culpa, tras mi examen de conciencia, a un año. Perdón por defraudar expectativas. No quedará así.
Finalmente, en mi perdón personal, arbitrariamente sumo a mis pares que han aceptado o asumido responsabilidad o liderazgo, en la Red o sus organizaciones, y ruego perdón a quienes tienen años en los grupos, coros, misas, apostolados y demás, así como a quienes van llegando y, sobre todo a quienes hemos alejado. Les ruego su indulgencia por haberles excluido cuando debimos incluir, por ignorarles debiendo procurar, por descalificarles debiendo escuchar, por abrumarles debiendo liberar, por basurizarles debiendo santificar, por dejarles fuera debiendo convidar. Por nuestras violencias, escándalos y contradicciones. Nada de lo feo que podamos haber hecho tiene que ver con Jesús ni con su Padre o con el Espíritu verdadero de la Iglesia. El Evangelio es buena noticia o no es.
Pero sobre todo, les imploro que no abandonen a Nuestro Señor (Mt 26, 40-41). Jesús no es ninguno de quienes les hemos dado antitestimonio. Él ha salido radiante del sepulcro para acompañarnos y sorprendernos. Él ama incondicionalmente y hasta la locura (Jn 15, 13), incluso a quienes nos han ofendido. Es tan radical que nos enseñó a orar por quienes nos hacen el mal (Hch 7, 60; Lc 23, 28 y 34). Él alcanza para todos, cuando se parte, y nuestras debilidades no lo secuestran. Quédense con Él y vean cómo brilla su rostro, en el lxs hermanxs (Mt 18, 20). La fragilidad humana no vale la pena de perderse la vida en Cristo, quien siempre abre caminos y los camina con unx (Lc 24, 13-35).
Tres convicciones
A estas alturas, como hace un año, rezo para saber qué hacer, en la Red y en la vida. Pero se me figuran tres convicciones. Una, que Cristo y su Evangelio encarnado, en las vidas concretas, tienen que ser el sentido del quehacer de la Red y sus organizaciones. Otra, que la misión está más allá de los esfuerzos eventuales de cada unx de lxs voluntarixs, pues únicamente cuando Dios las junta es que lucen.
Finalmente, que no vamos solos ni en grupito privilegiado, sino con todas las creaturas y, si nos cuesta trabajo ver la voluntad de Dios sobre las obras pendientes, hay que ver sus signos en el entorno. Por ejemplo, hoy la sinodalidad, como una forma de ser Iglesia, está interpelando nuestras realidades y estructuras ante muchas indiferencias. Podríamos meditar qué nos dice a nosotrxs, cristianos de la diversidad sexogenérica, a sus organizaciones asociadas e integrantes o a la propia estructura de la redcam que debe buscar su consolidación, en los próximos años.
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