Coros gregoriano y budista en la catedral de Tokyo

11 de septiembre, inolvidable aniversario, día de plegaria por la paz y en memoria de las víctimas. Cristianos y budistas, de diversas denominaciones, junto con movimientos de ciudadanía (ni gubernamentales, ni confesionales), se han unido para orar en la catedral de Tokyo, bajo el lema “Música y oración por la paz”, recordando a las víctimas inocentes de atentados e invasiones bélicas, y reiterando el “no a la injusticia de las guerras”.

La organización, a cargo de la Asociación por una Sociedad Saludable del barrio de Nerima, los budistas de Koseikai y jesuitas del mismo barrio. La colecta, para apoyar el mantenimiento de la escuela que se construyó en Bamiyan (Afganistán) gracias a esta iniciativa hace ya cuatro años.

El genio arquitectural de Tange se lució en la catedral de Tokyo(inaugurada en 1964, época de los Olímpicos en Japón y del Concilio en Europa): sustituyó la cúpula por una altísima espadaña, solapando la doble imagen eclesial de la nave y la tienda de acampada, símbolo apropiado para una iglesia peregrina, misionera y ecuménica.

El coro gregoriano -albas blancas- hizo ayer (11-IX) su entrada por el lateral del evangelio, mientras el coro budista -túnicas verdes- avanzaba por el de la epístola. A la par con las variaciones del Requiem aeternam dona eis Domine, se acoplaba el entonado del Shomyo.

La alta techumbre sobre el presbiterio acogía los sones, ascendientes como incienso vespertino, y la acústica del templo repleto nos devolvía los ecos, como si una voz desde las alturas consagrase nuestro ofertorio ecuménico diciendo: “Esto, esto es precisamente mi cuerpo para la vida del mundo, haced la paz en memoria mía”.

Entorné los ojos soñando con optimismos esperanzados de Juan XXIII y Pedro Arrupe, soñando con el día en que esta escena se pueda repetir en las mezquitas de Arabia o Turquía, o en las catedrales de Córdoba y La Almudena.
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