Pensar la vida, cantar la fe: morir es nacer Crucificado, engendras Vida

Vivir, pensar y creer con Unamuno y Velázquez (2)

¡Crucificado, engendras Vida!

Vivir, pensar y creer con Unamuno y Velázquez (2)

Es tu muerte

parto. Volaste al cielo a que viniera,

consolador a nos el Santo Espíritu.   (CV I, 1)

 Hondura teológica en dos palabras:el muerto-vivo da a luz, el crucificado nos engendra.

 Este cuadro del Cristo muerto-vivo, sin tensión agónica ni rigidez cadavérica, no fue pintado para exponerlo en el museo ante la masa turística de un público apelotonado ante la pintura, no ante el icono que pide ser mirado como él nos mira a través de la negra melena del nazareno. La curiosidad de los visitantes impide al nazareno levantarse de la muerte y contamina con su vaho al muerto-vivo y blanco entronizado en la noche negra.

 El poeta vasco-salmantino intuyó que esta imagen se ha de contemplar orando. Arrodillado Miguel ante el Cristo muerto-vivo le habla como un Job, el poema entero en segunda persona: queja esperanzada. El poeta, lector a diario y en griego de la Buena Noticia, conoce bien la Palabra de Vida y sella con sus citas los márgenes de cada estrofa. “Os trae cuenta que yo me ausente. Pero volveré como Espíritu, valedor que os confortará” (Juan 16, 7).

 El poeta responde al muerto-vivo con su mismo lenguaje: Volaste al cielo a que viniera, consolador, a nos el Santo Espíritu. El Espíritu anima a la grey de El Que Vive El Espíritu ”obra en el arte de Velázquez y por esp “tu visión nos trajo” Para que la contemplemos con ojos del corazón tendrá que obrar el mismo Espíritu en las mentes arrodilladas que desean contemplar el rostro blanco oculto  tras la melena negra: “te prenden los ojos de la fe en lo más recóndito del alma”. Así fue como pudieron los discípulos ver con mirada interior en las apariciones al Resucitado que no puede salir en la foto...

 Precisamente de esa visión nace la palabra y el pensamiento poético que intuye lo que no acierta a explicar el diccionario teológico: que morir es simplemente nacer. Nacer es empèzar a morir y morir es “des-nacer”, que diría Miguel.

 Ante el icono del muerto-vivo, el poeta entona el mantra de la vida en la muerte: “Es tu muerte parto”. Es todo un Kôan del Espíritu este canto al muerto-vivo.

 ¿Parto has dicho? ¿De qué, de quién?, inquiere como acostumbra nuestro yo racionalizador, siempre recalcitrante contra la polisemia del pensamiento poético. ¿Qué quiere decir “parto es tu muerte”? No, por favor, no formulemos con lógica formal preguntas al Kôan. El Kôan no quiere decir, sino hacer algo para sacudir mis cortas entendederas y sacudirme hasta las entrañas para provocar la iluminación, el eureka de la fe.

El poeta dejó que el icono del Cristo muerto-vivo le absorbiera dentro de sí, a la vez que el orante masticaba, absorbía y adentraba el Kôan en sus entrañas. Por eso brotó de ellas el torrente de agua viva que inunda todo el poema: torrentes de lucidez cordial sobre el enigma y misterio de la vida y la muerte (Juan 7, 37).

 Agradeceremos al Espíritu del muerto-vivo que, a través del pintor y el poeta, nos plantea el Kôan de la muerte como parto con dolores y gozo de vida para siempre.

 Y se multiplican las interrogaciones: ¿Por qué muerte y  parto son haz y envés? ¿ Por qué morir es nacer muriendo? ¿Por qué nacer es morir naciendo con la esperanza de renacer en la Vida de la vida?  ¿Por qué la muerte del Cristo muerto-vivo alumbra el sentido de las vidas, que fijan en él la mirada interior? ¿Como hacer desaparecer el telón de fondo negro de este cuadro amenazado desde los cuatro puntos cardinales por  la negrura de drones fratricidas.

 No nos habíamos dado cuenta de que la Iluminación del alumbramiento de tu muerte está engendrando semillas de vida para siempre, por más que no lo parezca y no se vea.

 Parto es tu muerte, alumbramiento. Lo captaron intuitivamente los devotos de Shakamuni que vinieron al Retiro interreligioso presidido por el cuadro y los Kôan del poema al Cristo blanco de la noche negra. Las palabras sobre el alumbramiento, el despertar de la fe calaron en su inetrior y los envolvió el halo de las metáforas de alumbramiento:alumbrar, brotar el manantial de agua viva; alumbrar, dar a luz nueva vida; alumbrar, proyectar luz sobre las tinieblas.(Ver: El despertar de la fe, Anónimo budista Mahayana, Salamanca, Sígueme, 2003).

 Ciertamente, parto es tu muerte; parto que nos da a luz para vida eterna. "Parto es la muerte del “Hombre muerto que no muere / blanco cual luna de la noche. Es sueño, / Cristo, la vida, y es la muerte vela”  (CV IV, 2)

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