Este 9 de abril se cumple el 80º aniversario de su ejecución en el campo de concentración de Flossenbürg Dietrich Bonhoeffer, noviazgo y martirio

"En este artículo de “memoria, homenaje y gratitud”, no deseo referirme al teólogo y pastor, al estratega opositor del nazismo y líder espiritual de la “Iglesia confesante”, tampoco al sagaz predicador y comentador agudo de las sagradas Escrituras, sino al hombre enamorado de una mujer, con quien abrigaron juntos un noviazgo, soñando un matrimonio en la esperanza de la libertad, desde la “doble carcel”, de un hombre cada vez más consciente de estar condenado a muerte y la impotencia de su amada por no poder salvarlo"
"Las cartas fueron la “gran consolación” que Bonhoeffer encontró en prisión. Por medio de ellas pudo ejercitar una influencia victoriosa sobre la injusticia y crueldad que lo rodeaba, al tiempo que expresar sus sentimientos más hondos hacia la mujer que amaba"
En el grisáceo amanecer del lunes 9 de abril de 1945 (hace 80 años), tuvo lugar en el campo de concentración de Flossenbürg en las montañas de la Alta Baviera, la ejecución del pastor luterano Dietrich Bonhoeffer[i], que subió desnudo al patíbulo donde fue ahorcado por el Tercer Reich[ii]. El rigor de su pensamiento teológico anclado en la mejor tradición protestante, la cálida irradiación de su personalidad humana y sobrenatural, la forma en que supo en circunstancias extraordinarias llevar hasta los límites el sentido de su responsabilidad cristiana, hicieron de su vida y obra en las últimas décadas, un lugar de reflexión que sobrepasa los confines nacionales y alcanzan a geografías cristianas de diversas confesiones[iii].
En este artículo de “memoria, homenaje y gratitud”, no deseo referirme al teólogo y pastor, al estratega opositor del nazismo y líder espiritual de la “Iglesia confesante”, tampoco al sagaz predicador y comentador agudo de las sagradas Escrituras, sino al hombre enamorado de una mujer, con quien abrigaron juntos un noviazgo, soñando un matrimonio en la esperanza de la libertad, desde la “doble carcel”, de un hombre cada vez más consciente de estar condenado a muerte y la impotencia de su amada por no poder salvarlo. El curioso noviazgo de Dietrich se revela en el hecho de que su gran familia se enteró del mismo cuando las rejas de la prisión separaban a los novios. Con un sentido de humorismo que caracterizaba a los Bonhoeffer, Dietrich solía subrayar lo grotezco que resultaba recibir en la cárcel cartas de augurios y felicitaciones[iv].
Todo había comenzado con una profecía sobre el fin de su vida: “No viviré más allá de los 37 años”, dijo una vez Dietrich Bonhoeffer en presencia de “una” estudiante. Sin embargo a los 37 años encontró a su compañera. Corría abril de 1944, Maria von Wedemeyer estaba por cumplir años. Su novio, Dietrich Bonhoeffer, que hacía un año estaba en la cárcel y por consiguiente no podía estar con ella personalmente, le envió una carta reflexionando sobre sí mismo y sobre su prometida: “¡Cumples 20 años! Me avergüenza pensar en la poca noción de la vida que tenía a esa edad y hacer la comparación con tu vida, ya plena de las más importantes experiencias y tareas.

En aquel momento, yo tadavía creía que la vida consistía en pensamientos y libros; había escrito mi primer libro propio y me temo que estaba bastante orgulloso por ello. Pero ¿qué persona había recibido algo de mí? ¿A quién había ayudado? ¿A quién había hecho gozoso y feliz? ¿Qué sabía en realidad acerca de las cosas sobre las cuales escribía? ¿Y tú? Por fortuna no escribes libros, sino haces, sabes, experimentas, realizas en la vida real aquello acerca de lo cual yo he soñado”[v]. La extraordinaria talla humana y teológica de Bonhoeffer, han ocultado a menudo a los estudiosos su lado afectivo revelado en gran medida por sus cartas dirigidas a su novia desde finales de julio de 1943 hasta diciembre de 1944[vi].
Bonhoeffer amó a Maria von Wedemeyer, mujer casi 20 años más joven que él, y planeó formar su hogar con ella, mantuvieron una fluida correspondencia durante gran parte del tiempo que Bonhoeffer estuvo internado en la carcel militar de Tegel. El diálogo y los planes matrimoniales fueron cruelmente interrumpidos
Bonhoeffer amó a Maria von Wedemeyer, mujer casi 20 años más joven que él, y planeó formar su hogar con ella, mantuvieron una fluida correspondencia durante gran parte del tiempo que Bonhoeffer estuvo internado en la carcel militar de Tegel. El diálogo y los planes matrimoniales fueron cruelmente interrumpidos por la ejecución de Bonhoeffer, el 9 de abril de 1945; Maria von Wedemeyer recibió la noticia de su muerte recién dos meses después. Las cartas fueron la “gran consolación” que Bonhoeffer encontró en prisión. Por medio de ellas pudo ejercitar una influencia victoriosa sobre la injusticia y crueldad que lo rodeaba, al tiempo que expresar sus sentimientos más hondos hacia la mujer que amaba.
En el intercambio epistolar con su novia, Bonhoeffer recibió tanto o más de lo que había sembrado en ella. En una carta que Maria le envía desde Pätzig el 8 de octubre de 1943, dice: “Mi querido, amado Dietrich! Cuando llega una carta tuya y la leo, es como si estuvieras sentado junto a mí y me hablaras como todavía nunca pudimos hablarnos, como nos hablaremos cuando estemos solos. Quisiera siempre escucharte cuando me hablas así”[vii]. Bonhoeffer con un pensamiento marcado por lo patriarcal, valora el estilo y la capacidad de comunicar de Maria: “Tu carta me ha alegrado nuevamente. A veces dices de no saber escribir cartas. Jamás lo he creído. Las mujeres en general escriben cartas mejores que los hombres, y si en general los hombres, afortunadamente, escriben libros mejores, esto ¡no vale ni siquiera la mitad de una carta![viii]

El primer encuentro de Maria con Dietrich Bonhoeffer fue recordado muchos años después por ella en una carta: “Mi primer encuentro con Dietrich Bonhoeffer fue en el hogar de mi abuela, Ruth von Kleist-Retzow. Tenía doce años y había pedido que me incluyera en las clases de confirmación que Bonhoeffer dirigía para mi hermano mayor y mis dos primos. Me reprobaron. Cualquiera haya sido la razón, recuerdo que a Dietrich le causó bastante gracia y a mi abuela no le causó gracia alguna”[ix]. Ya seis años después, Maria había terminado sus estudios secundarios, “era muy linda, inteligente y vital”, y tenía una relación estrecha con su abuela, quien veía reflejada en su nieta la muchacha que ella misma había sido[x].
Bonhoeffer tenía el gran don de hacer que una persona se sintiera totalmente a gusto, pues aceptaba el nivel de su interlocutor con sinceridad y compromiso; esto le daba confianza para hablar con libertad sobre cada situación; así, en la carta que le envía desde Tegel, 10 días antes de la navidad de 1943, dice: “Mi querida Maria! Debemos aprender a decir “estoy avezado a todo y en todo, a la saciedad y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp. 4, 13), y esta Navidad puede ayudarnos particularmente en este sentido. Aquí no se entiende la superioridad estoica frente a los acontecimientos exteriores, sino un verdadero padecer y un verdadero alegrarnos, en la certeza de que Cristo está presente entre nosotros”[xi].
La abuela de la muchacha intuye el acercamiento de Dietrich y Maria, y hace todo lo posible por alentarlo. Por el contrario, Ruth von Wedemeyer, la madre de Maria, no comparte ese entusiasmo, pues considera que Bonhoeffer, con sus 37 años, es un hombre demasidado maduro
Su compañera estaba lúcidamente a la altura de la situación. Según Eberhart Bethge (amigo y biógrafo), para Bonfoeffer, María encarnaba los dones que había aprendido a apreciar en la familia extendida de Ruth von Kleist: “inteligencia despierta, vivacidad, nobleza y una actitud que sabe dominar al mismo tiempo los dones y las cargas de la vida”. En cuanto a la relación, la abuela de la muchacha intuye el acercamiento de Dietrich y Maria, y hace todo lo posible por alentarlo. Por el contrario, Ruth von Wedemeyer, la madre de Maria, no comparte ese entusiasmo, pues considera que Bonhoeffer, con sus 37 años, es un hombre demasiado maduro, con compromisos eclesiásticos y políticos excesivamente complejos, como para constituir un buen compañero para su hija. En noviembre de 1942, exige que ambos dejen de verse por un año, a lo cual accede Bonhoeffer en parte por respeto al dolor de esta mujer, que acababa de perder a su esposo y a su hijo Max en la guerra.
De todas maneras, la separación no puede impedir que al poco tiempo, Maria y Dietrich decidan por via epistolar que desean casarse. Ambos considerarán el 13 de enero de enero de 1943 como el día de su compromiso, pues ésa es la fecha de una carta de Maria en la que aún no lo tutea, y le escribe: “Hoy puedo decirle que sí, de todo corazón y con alegría. Dietrich responde: “¿Puedo expresar simplemente lo que siento? Soy consciente, -y esa conciencia me subyuga- de que he recibido un regalo incomparable. Luego de toda la confusión de las últimas semanas, ya no me animaba a esperarlo, -y ahora algo inconcebiblemente grande, que me hace feliz simplemente está presente, y el corazón se abre y se ensancha; se desborda de agradecimiento y confusión y todavía no lo puede concebir a este “Sí” que ha de incidir sobre toda nuestra vida[xii].

A pesar del entendimiento al que habían llegado, la prohibición de verse durante un año todavía seguía vigente. Bonhoeffer pronto comenzó a expresarle a Maria sus protestas “claras, decisiva y repetidamente en cartas y conversaciones telefónicas”[xiii]. Cuando, en abril de 1943, Maria finalmente se decidió a encontrarse con Dietrich, y quiso comunicárselo a su tío y tutor, Hans-Jürgen von Kleist, éste le informó que Dietrich Bonhoeffer había sido arrestado y encarcelado. Ya no volverían a verse en libertad[xiv]. Bonhoeffer pasó el primer año y medio de su cautiverio en la sección militar de la prisión de Berlín-Tegel, exactamente desde el 5 de abril de 1943 hasta el 8 de octubre de 1944.
Después del 20 julio de 1944, Bonhoeffer deseaba que su novia dejase Berlín, para que no fuera envuelta en complicaciones, ya que la Gestapo se había encarnizado con él. El 3 de agosto de 1944, escribe a su amigo Eberhard Bethge: “Pienso que Maria irá de nuevo a la Cruz Roja… no se puede saber dónde nos reencontraremos. Tal vez, pienso que le he impuesto un peso demasiado gravoso. ¿Pero quién podía imaginarlo? Si hubiera ido como yo quería, mi situación sería hoy desde hace tiempo diferente. No debes pensar que encuentro en esto amargura. A veces yo mismo me maravillo de ser así “resignado”, o mejor decir ¿insensible?[xv]
Mientras tanto, Maria lo acompaña como puede; en una carta de abril de 1944, escribe: “Tracé con gesso una línea alrededor a mi cama del tamaño de tu celda. Hay una mesa y una silla como me imagino. Y cuando estoy sentada aquí, creo casi estar contigo. Si solo lo fuera realmente. Tuya Maria”[xvi]. Nancy E. Bedford, en su bellísimo artículo sobre la correspondencia entre Maria y Dietrich, ha desentrañado una verdadera “teología explícita” en las diversas facetas del diálogo epistolar, mostrando a Maria como interlocutora teológica, siendo que ella no poseía ninguna preparación académica. Maria poseía una viva inteligencia; más adelante estudiará matemáticas en Alemania y Estados Unidos y trabajará en el área de la informática, participando en el análisis de sistemas y el desarrollo de nuevas computadoras. Al mismo tiempo seguirá comprometida con su fe cristiana, congregándose en una iglesia episcopal y colaborando con la “Industrial Mission”, organización que reúne a cristianos de distintos ámbitos laborales para confrontarse con las preguntas éticas y morales que surgen a raíz del desarrollo industrial, con el propósito no sólo de discutir los problemas, sino de exigir cambios en las empresas[xvii].
Maria von Wedemeyer, desde el final de la guerra buscó a Dietrich por las cárceles una vez que lo sacaron de Berlín, y llegó caminando por la nieve y esquivando el caos hasta Flossenbürg, donde días después lo habían de ejecutar, pero él no estaba
Maria von Wedemeyer, desde el final de la guerra buscó a Dietrich por las cárceles una vez que lo sacaron de Berlín, y llegó caminando por la nieve y esquivando el caos hasta Flossenbürg, donde días después lo habían de ejecutar, pero él no estaba. Supo en junio de la terrible noticia y por último lo supieron sus padres, cuando en julio la radio inglesa transmitió desde Londres un servicio fúnebre por Bonhoeffer[xviii]. Mientras tanto las tropas rusas habían tomado las tierras de los von Wedemeyer; los familiares de Maria apenas lograron escapar. Dietrich murió sin que pudieran volverse a ver o escribir. Maria murió el 16 de noviembre de 1977. El sacerdote que la acompañó en su agonía presidió en la Iglesia de St. Anne’s in-the-Fields un “memorial service” en que fue leído el pasaje de Romanos 8: “Ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos”[xix].
Es importante que haya habido un gran amor en la vida de este teólogo, pastor y mártir, así como es importante que haya grandes amores en todas nuestras vidas, aunque no sean trágicos. Quién sabe los rumbos que hubiera tomado la teología de un Dietrich Bonhoeffer acompañado por Maria en libertad; seguramente la confrontación con la praxis habría modificado su teología del matrimonio. Pero más allá de toda especulación, quizá la verdad teológica implícita más importante de esta historia sea: el verdadero amor echa fuera el temor[xx].

Notas de referencia:
[i] Durante los últimos veinte años, en momentos “libres”, me he dedicado con placer a leer sus obras y estudiar su vida, guiado por Eberhart Bethge, su amigo más cercano, considerado su mejor biógrafo. Ya en 1966 apareció en alemán “Dietrich Bonhoeffer. Theologe. Christ. Zeitgenosse”, publicada por Kaiser, Verlag, München (1966); la edición en alemán de 2004, alcanzó ocho reediciones. En italiano la obra fue traducida en 1975, “Dietrich Bonhoeffer. Teologo cristiano contemporaneo. Una biografia”, Queriniana, Brescia; con motivo de los 30 años de su martirio. Las 1073 páginas de este libro, convierten la biografía de Bethge, en un “acontecimiento”, calificativo, que la revista “Die Zeit”, reconoce que de pocas biografías de autores alemanes sobre Bonhoeffer puede afirmarse lo mismo.
[ii] Dietrich Bonhoeffer fue un “Hombre de paz y por la paz”. Por esta razón intentó vanamente ir a conocer a Gandhi a la India, unos treinta años antes de la lucha de otro mártir, Martin Luther King en los Estados Unidos, a causa del racismo. Bonhoeffer fue un pacifista que sólo al final de su vida optó por una decisión trágica -participar en la conspiración para matar al tirano: Hitler. Ello le terminó por costar la vida; Cf. Betriz Melano, “La presencia de Bonhoeffer en América Latina”, Isedet, Buenos Aires, 1995, p. 7.
[iii] En el prefacio que Henz Eduard Tödt escribe en 1985 para la nueva edición de sus obras completas en alemán, señala, “Ningún teólogo de lengua alemana encuentra actualmente tan vasta atención y resonancia en la cristiandad de todo el mundo como Dietrich Bonhoeffer”, Dietrich Bonhoeffer, “Sactorum Communio. Una ricerca dogmatica sulla sociologia della Chiesa”, Queriniana, Brescia, 1994, p. V.
[iv] Bethge, op. cit., p. 899.
[v] Ruth-Alice von Bismarch e Ulrich Kabitz (eds.),“Lettere alla fidanzata Cella 92, Dietrich Bonhoeffer, Maria von Wedemeyer 1943-1945”, Queriniana, Brescia, 20044, pp. 166-167.
[vi] Bethge, op. cit., p. 903. El tema -como es lógico pensar- fue sacado a la luz por una “teóloga”. En efecto, en un sugerente artículo la teóloga bautista Nancy Elisabeth Bedford, trata con sensibilidad el polícromo lado cóncavo de la espiritualidad de Bonhoeffer, poniéndo de relieve la inmensa figura de su amada Maria von Wedemeyer: Nancy Elisabeth Bedford, “Bonhoeffer íntimo: reflexiones en torno a la correspondencia con Maria von Wedemeyer (1943-1945)”, en Arturo Blatezky, Alejandro Zorzin, “Dietrich Bonhoeffer, a 50 años de su ejecución por el tercer reich”, Isedet, Buenos Aires, 1998, pp. 25-43.
[vii] “Lettere alla fidanzata Cella 92”, p. 72.
[viii] “Lettere alla fidanzata Cella 92”, p. 75.
[ix] “The Other Letters from Prison”, Dietrich Bonhoeffer, “Letters & Papers from Prison”, ed. Eberhard Bethge, New York, Macmillan Publishing Company, 1972, p. 412.
[x] Bethge, op. cit., 847.
[xi] “Lettere alla fidanzata Cella 92”, p. 101.
[xii] Nancy E. Bedford, op. cit., pp. 28-29.
[xiii] “The Other Letters”, p. 413.
[xiv] Cf. Nancy E. Bedford, op. cit., p. 29
[xv] Bethge, op. cit., p. 902.
[xvi] “Lettere alla fidanzata Cella 92”, p. 172.
[xvii] Cf. Nancy E. Bedford, op. cit., p. 29.
[xviii] Cf. Bethge, op. cit., p. 1003.
[xix] “Lettere alla fidanzata Cella 92”, p. 272.
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