Preocupado por el cuidado de la vida doliente, moritura (que ha de morir) y moribunda (que está muriéndose), y presuponiendo la distinción apropiada entre ayuda en el proceso de morir y ayuda para determinar el modo y tiempo de morir, propongo pensar y debatir sobre las siete nociones clave siguientes:

1 Cuidado  humano integral de la vida doliente. 2 cuidado terapéutico proporcionado para ayudar en el morir 3 cuidado paliativo adecuado para ayudar en el morir 4 ayuda para morir mediante eutanasia legal 5 ayuda para morir mediante autotanasia responsable 6 eutanasia homicida 7 ayuda irresponsable al suicidio.

1 El cuidado digno integral de la vida paciente y doliente,-encaminada a la muerte ya desde que nace, pero dotada de una dignidad que nunca muere-, requiere que conjuguemos la asistencia médico-sanitaria con el apoyo social y el acompañamiento humano desde el nacimiento hasta la agonía.

 (Se preocupa la sociedad de proteger este cuidado humano integral, por ejemplo, cuando legisla sobre salud pública, dependencias o discapacidades, etc ).

2 Para cuidar la vida paciente al morir, hay que respetar su derecho a recibir justamente (sin discriminación) el cuidado terapéutico proporcionado y tratamiento adecuado con el debido consentimiento, así como a rechazarlo responsablemente, aunque conlleve el adelanto del desenlace.

(Tradicionalmente se conceptuaba este criterio como licitud de la eutanasia indirecta, término que ha caído en desuso por su ambigüedad)

Se preocupa la sociedad de proteger este cuidado terapéutico proporcionado cuando legisla, por ejemplo, sobre autonomía de pacientes o sobre iniciación o retirada de medios de prolongación de la vida, etc.).

3 Para cuidar la vida paciente al morir hay que respetar su derecho a recibir justamente (sin discriminación) el cuidado paliativo adecuado con el debido consentimiento, así como a rechazarlo responsablemente, incluída en ambos casos la consecuencia de un adelanto del desenlace.

 (Tradicionalmente se conceptuaba este criterio como licitud de la eutanasia pasiva, llamada así con un término que ha caído en desuso por su ambigüedad).

 Se preocupa la sociedad de proteger este cuidado cuando regula, por ejemplo,  el acceso igualitario a los cuidados paliativos o la administración debidamente consentida y protocolizada de la sedación terminal, etc.

4 Para cuidar la vida doliente moribunda que solicita en circunstancias especiales ayuda para morir mediante la administración de la eutanasia legal, adelantando así el desenlace inevitable, hay que garantizar y asegurar la responsabilidad de la decisión autónoma y la corrección médica y legal con que se administra la acción eutanásica.

(Tradicionalmente se ha conceptuado esto como eutanasia directa, un término ambiguo que tiene el peligro de equipararla con el homicidio, ya sea por compasión o por discriminación; si por definición se considera toda eutanasia directa como homicida,  su rechazo solo es tautología; es lo que ocurre en la manera de argumentar desde algunas ideologías político-religiosas para oponerse a dicha legislación).

5 Para cuidar la vida doliente moribunda que decide responsablemente solicitar ayuda para morir mediante la prestación de los recursos asistenciales para realizar la autotanasia, hay que garantizar y asegurar la responsabilidad de la decisión autónoma y la corrección médico-legal con que se proporciona la prestación de asistencia necesaria.

6 Para cuidar la vida doliente moribunda que solicita la ayuda para morir mencionada en el punto 5 hay que garantizar que no se utilice como pretexto para posibles homicidios (por compasión o discriminación) o suicidios irresponsables.

7 Para cuidar la vida doliente moribunda que solicita la ayuda para morir mencionada en el punto 6 hay que garantizar que no se utilice como pretexto para posibles ayudas irresponsables a suicidios injustificados.

Nota para el alumnado de moral teológica que tenga curiosidad sobre la postura oficial eclesiástica ante la eutanasia en los documentos de la CDF emitidos por el card. Ratzinger, (Iura et bona, 1980) y el card. Ladaria (Samaritanus bonus, 2020).

Tanto el texto de Ratzinger como el de Ladaria dicen que sí a los tres primeros puntos arriba mencionados y dicen que no tajantemente a los puntos 4 y 5, precisamente porque los equiparan con la eutanasia homicida o el suicidio irresponsable que aquí tratamos de evitar en el punto 6 y 7.

Pero en el caso de Ladaria, va más lejos que Ratzinger en el reconocimiento del amplio uso de los paliativos. En cambio, es mas duro que Ratzinger en el rechazo incondicional de la eutanasia directa que considera intrínsecamente rechazable. (Por eso en el comentario de este blog el 28, 9, 2020: “prescindir de las palabras eutanasia y suicidio asistido”, asentimos a un sesenta por ciento de su documento y disentimos del 20 por ciento. Ver también, en Alandar digital, 13, abril, 2021, “A propósito de la ley de eutanasia. Cuidar la vida al morir”, https://www.alandar.org/portada-destacado/a-proposito-de-la-ley-de-eutanasia-juan-masia/ ).