Espíritu vivificante

(Homilía en la Vigilia de Pentecostés)

El Espíritu desvelador de la Verdad os guiará por el camino
hacia la plenitud de la verdad (Jn 16, 13).

Espiritualidad es despertar a la vida. Espiritualidad cristiana es despertar a la realidad del Espíritu de Vida, que manifiesta a Jesús como Rostro y Símbolo de Abba, el Dios Padre y Madre.

El Espíritu transforma nuestra conciencia para reconocer por fe a Jesús, El Que Vive y hace vivir.

El Espíritu desvelador de la Verdad os guiará por el camino hacia la plenitud de la verdad (Jn 16, 13). Nos encaminará a la totalidad de la verdad, porque todavía no estamos en ella. Ninguna expresión social e histórica de espiritualidad puede arrogarse la exclusiva del Espíritu de Verdad.

Para la fe católica, la presencia del Espíritu “subsiste” (sub-sistit: está latente) también en la propia iglesia, pero sin que la Iglesia tenga monopolio sobre ella.

¿Creer en el Espíritu? Más bien, “creer desde el Espíritu”. ¿Creer a la Iglesia? Más bien, “creer en Dios, estando en la iglesia, comunidad reunida por el Espíritu, transmisora del mensaje de Jesús.

Nos santiguamos desde arriba hacia abajo: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”; originalmente, la fórmula era ascendente: desde el Espíritu, por Jesús, al Padre: In Spiritu per Filium ad Patrem.

El Espíritu es símbolo de la presencia continua y activa en el mundo de la Fuente Creadora de la Vida. Ese Espíritu hace creer y orar diciendo: ¡Abba, Padre, Madre! (Rom 8, 15).
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