Miércoles Santo: Malenas y Judas

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Miércoles Santo. Prólogo a la Pasión con Malena y Judas. Unción que anticipa la sepultura. Presume de dinero para los pobres quien luego traicionará por treinta monedas. Muchas Malenas, en plural. Muchos Judas, en plural.Todas y todos dentro de cada uno...

Malena es trasparencia. Judas es manipulación. Malena apoya abiertamente sin tapujos, no se avergüenza de cantar I do not konow how to love him...

Judas traiciona en secreto, manipulando a escondidas, manipulador a su vez manipulado. Lo tremendo es que es uno de los de dentro. La traición viene de dentro. Todos los via crucis terminan en "La Colina"...“Uno de vosotros...” (Mt 26, 20-25). “Si mi enemigo me injuriase... Pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios” (Salmo 55, 14). “El hermano pone zancadillas y el prójimo anda difamando” (Jer. 9,3).

Malena es gratuidad y dedicación. Judas es interés e indiferencia. “A los pobres los tenéis siempre con vosotros”. No dice los váis a tener, sino los tenéis ahora (éjete, en griego). Leía equivocadamente (¿o interesadamente?) este texto evangélico un rico financiero. Pertenecía este “presidente” a cierto movimiento de espiritualidad conocido como “de comunión diaria matutina, explotación cotidiana y brindis vespertino”. Interpretaba la frase evangélica diciendo que los pobres no van a desaparecer nunca y que, por tanto, no hay que exagerar lo de los pobres, aunque lo diga el mismísimo Papa (Este señor solamente es fiel al Papa, al que invita a bendecir sus fundaciones, cuando habla de defender dogmas a capa y espada, en eso no hay quien le gane; pero que no le nombren “lo social”, que huele a teología sospechosa).

Pero la frase de Marcos es de una ironía deliciosa. Dirigiéndose a los discípulos, que no están habitualmente con y entre los pobres (y con ellos, a nosotros, que tampoco estamos habitualmente con y entre los pobres), les dice: “Vosotros estáis ya siempre con el pueblo pobre, lo tenéis entre vosotros, mejor dicho, estáis donde el pueblo pobre está, estáis de su parte y véis el mundo desde ahí. Estáis ya haciendo por y con los pobres más que si ahorráseis estos trescientos denarios para dárselos”. Claro, como es evidente que los discípulos (como la comunidad de Marcos y como la nuestra) no están habitualmente en esa postura, la frase de Jesús es irónicamente incisiva, proféticamente interpelante.

Pero, ¡ojo!, no dividamos el mundo maniqueamente en Malenas y Judas. El punto de la perícopa es que Malena somos todos y todas, Judas somos todos y todas. Solamente leyéndola así, se convertirá esta narración en antropología y evangelio. Antropología, porque me dice quién y cómo soy yo. Evangelio, porque me da la buena noticia de quién y como es Jesús, que me acoge, sabiendo mejor que nadie lo que tengo de Malena y lo que tengo de Judas. Me descubre mi Malena en lo mejor de mi interior y me libra del Judas que mora en mi propio corazón...


(Foto de la torre de la parroquia jesuita de Rokko, en Kobe, Japón, vista a través del cerezo en flor, justo para la semana pascual)
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