Por Monteagudo, desde China
Los mini-disquetes, tras desplazar a la generación anterior de archivadores, fueron sustituidos por los CD. Estos, a su vez, dieron paso a dispositivos extraíbles liliputienses. Cada versión hace vieja la anterior. Hoy caben cada vez más 'gigas' en menor tamaño de disco duro externo. ¿Cuánto durarán sin averiarse nuestras copias de seguridad? Pero hay archivos con siglos de vida. No solo los 'Rollos del Mar Muerto'. Hay documentos en piedra -¿les llamaremos disquetes perdurables?- con supervivencia de siglos.
No dejen de visitar en la gira turística por China el primer salón del Museo de las Estelas del Bosque de Piedra, en Xian, en el noroeste del país. Tallado sobre la estela pétrea de más de cuatro metros de altura, se lee el Sutra de la Piedra, de más de mil quinientos años de antigüedad. Es parte de la mayor colección mundial de estelas, biblioteca de piedra en que los antiguos chinos grabaron textos importantes en un material duradero.
En el segundo salón se conserva la Piedra de la Iglesia de Oriente, que es el 'Registro de la transmisión a China de la Religión de la luz', es decir, del cristianismo. Mezclando temas de lenguaje taoísta e iconografía budista, se refiere a Jesús, «Señor del Vacío, que fue condenado a la cruz , para que pudieran salvarse las personas de todos los ámbitos».
Las perícopas del Sutra de Jesucristo entretejen frases emblemáticas del Evangelio con reminiscencias taoístas: «Nadie ha visto a Dios. Dios es como el viento. Está en todo y en todas partes... La humanidad vive porque está llena de su aliento vital. Todos los grandes maestros son movidos por este viento. Podemos oírlo, pero no vemos su sombra... El Mesías mostró a todos el camino del Cielo. Viajaba enseñando y haciendo curaciones. Entregó su cuerpo a los malvados por causa de todos los seres vivientes. Lo colgaron de un patíbulo de madera, junto a dos criminales. Eso fue en el sexto día purificador y vegetariano. La oscuridad se cernió sobre el mundo, la tierra tembló. Quienes vieron esto creyeron que él era el que afirmaba ser. Quienes sienten estas palabras con el corazón son verdaderos discípulos suyos...».
Tras las persecuciones del siglo IX se va extinguiendo aquel cristianismo chino y a mediados del XI el monasterio de Da Quin, en Xian, queda abandonado. Pero la piedra es garantía del recuerdo. De 1383 data un monumento en aquellas cercanías con la descripción del Monasterio de la Cruz. La lápida está coronada por una cruz y unas manos orantes entrelazadas sobre el fondo de escamas del dragón, interpenetrándose los estilos cristiano y chino.
En 1998, el investigador Martin Palmer, autor de 'Los Sutras de Jesús' (2001; trad. cast en Ed. Edaf, 2002), visita el lugar en que se había descubierto en 1625, la estela de piedra cristiana. Una monja del templo budista le confirma que la pagoda en ruinas de la explanada vecina fue un antiguo monasterio cristiano: «El monasterio fue construido por monjes que vinieron de Occidente y creían en un solo Dios».
Informado el Gobierno comunista del valor arqueológico del emplazamiento, decide restaurarlo.
Cuando un año después vuelve Palmer, invitado por el Gobierno local, a visitar la pagoda, la encuentra cubierta de andamiaje y en obras de restauración, convertida en centro de interés arqueológico. «Nos esperaba, cuenta, un comité de bienvenida compuesto por el encargado de la excavación, el magistrado local y dos expertos en arte del Museo Provincial de Xian» (p.43).
En su interior encuentran la pintura mural de un ángel; una escena en relieve de piedra de la Natividad, con la imagen de María reclinada con la postura de piernas de estilo icónico occidental, pero con las cinco montañas sagradas del taoísmo como telón de fondo; una representación de Jonás, descansando bajo el arbusto de ricino a las afueras de Nínive. «En la segunda planta permanecimos un rato, dice el autor, cinco chinos y un inglés -cristianos, comunistas, taoístas y budistas- con gran respeto ante la imagen que habíamos dado en llamar Nuestra Señora de China, era algo superior a nosotros que nos contemplaba en silencio» (p.54).
Hacía tiempo que quería recomendar a los lectores el libro de Palmer. La oportunidad me la brinda la noticia increíble y desagradable de que,en Murcia, alguien sin sentido de la historia y la cultura tuvo la peregrina idea de solicitar que desmonten el Cristo de Monteagudo.
Por favor, díganle al abogado Mazón que organice con su equipo un viaje a China para informarse sobre la conservación y protección de monumentos culturales religiosos. Le serviría de referencia para respetar la atalaya mestiza islámico-cristiana de Monteagudo
(Publicado en La Verdad, de Murcia, el 27,feb.2-10)
No dejen de visitar en la gira turística por China el primer salón del Museo de las Estelas del Bosque de Piedra, en Xian, en el noroeste del país. Tallado sobre la estela pétrea de más de cuatro metros de altura, se lee el Sutra de la Piedra, de más de mil quinientos años de antigüedad. Es parte de la mayor colección mundial de estelas, biblioteca de piedra en que los antiguos chinos grabaron textos importantes en un material duradero.
En el segundo salón se conserva la Piedra de la Iglesia de Oriente, que es el 'Registro de la transmisión a China de la Religión de la luz', es decir, del cristianismo. Mezclando temas de lenguaje taoísta e iconografía budista, se refiere a Jesús, «Señor del Vacío, que fue condenado a la cruz , para que pudieran salvarse las personas de todos los ámbitos».
Las perícopas del Sutra de Jesucristo entretejen frases emblemáticas del Evangelio con reminiscencias taoístas: «Nadie ha visto a Dios. Dios es como el viento. Está en todo y en todas partes... La humanidad vive porque está llena de su aliento vital. Todos los grandes maestros son movidos por este viento. Podemos oírlo, pero no vemos su sombra... El Mesías mostró a todos el camino del Cielo. Viajaba enseñando y haciendo curaciones. Entregó su cuerpo a los malvados por causa de todos los seres vivientes. Lo colgaron de un patíbulo de madera, junto a dos criminales. Eso fue en el sexto día purificador y vegetariano. La oscuridad se cernió sobre el mundo, la tierra tembló. Quienes vieron esto creyeron que él era el que afirmaba ser. Quienes sienten estas palabras con el corazón son verdaderos discípulos suyos...».
Tras las persecuciones del siglo IX se va extinguiendo aquel cristianismo chino y a mediados del XI el monasterio de Da Quin, en Xian, queda abandonado. Pero la piedra es garantía del recuerdo. De 1383 data un monumento en aquellas cercanías con la descripción del Monasterio de la Cruz. La lápida está coronada por una cruz y unas manos orantes entrelazadas sobre el fondo de escamas del dragón, interpenetrándose los estilos cristiano y chino.
En 1998, el investigador Martin Palmer, autor de 'Los Sutras de Jesús' (2001; trad. cast en Ed. Edaf, 2002), visita el lugar en que se había descubierto en 1625, la estela de piedra cristiana. Una monja del templo budista le confirma que la pagoda en ruinas de la explanada vecina fue un antiguo monasterio cristiano: «El monasterio fue construido por monjes que vinieron de Occidente y creían en un solo Dios».
Informado el Gobierno comunista del valor arqueológico del emplazamiento, decide restaurarlo.
Cuando un año después vuelve Palmer, invitado por el Gobierno local, a visitar la pagoda, la encuentra cubierta de andamiaje y en obras de restauración, convertida en centro de interés arqueológico. «Nos esperaba, cuenta, un comité de bienvenida compuesto por el encargado de la excavación, el magistrado local y dos expertos en arte del Museo Provincial de Xian» (p.43).
En su interior encuentran la pintura mural de un ángel; una escena en relieve de piedra de la Natividad, con la imagen de María reclinada con la postura de piernas de estilo icónico occidental, pero con las cinco montañas sagradas del taoísmo como telón de fondo; una representación de Jonás, descansando bajo el arbusto de ricino a las afueras de Nínive. «En la segunda planta permanecimos un rato, dice el autor, cinco chinos y un inglés -cristianos, comunistas, taoístas y budistas- con gran respeto ante la imagen que habíamos dado en llamar Nuestra Señora de China, era algo superior a nosotros que nos contemplaba en silencio» (p.54).
Hacía tiempo que quería recomendar a los lectores el libro de Palmer. La oportunidad me la brinda la noticia increíble y desagradable de que,en Murcia, alguien sin sentido de la historia y la cultura tuvo la peregrina idea de solicitar que desmonten el Cristo de Monteagudo.
Por favor, díganle al abogado Mazón que organice con su equipo un viaje a China para informarse sobre la conservación y protección de monumentos culturales religiosos. Le serviría de referencia para respetar la atalaya mestiza islámico-cristiana de Monteagudo
(Publicado en La Verdad, de Murcia, el 27,feb.2-10)