SIDA y preservativo
Sobre SIDA y preservativo me pregunta un universitario de Coimbra, lector de este blog, a propósito de una frase inapropiada (un lapsus linguae) del Papa a los periodistas. Ante todo, recordemos que no es papel ni competencia de la iglesia prohibir el preservativo ni recomendarlo.
Dicho esto, como la pregunta es universitaria, responderé con bibliografía, recomendando el libro editado por James F. Keenan, SJ, en colaboración con la teóloga Lisa Sowle Cahill y el moralista Kevin Kelly, en editorial Continuum, 2000: Catholic Ethicists on HIV/AIDS Prevention.
Editor y autores de dicha colección de estudios muestran que ciertas posiciones morales adoptadas por algunas autoridades eclesiásticas chocan con las medidas relativamente eficaces para prevenir la pandemia, usadas por parte del personal sanitario católico implicado en la prevención del SIDA.
Keenan et al. insisten en que la tradición común de teología moral puede ayudar a repensar este tema y reúne para ello en dicho libro a 35 profesionales de teología moral, entre quienes se encuentra el competente Marciano Vidal y el especialista en el tema Jorge Ferrer, que trabajó con Javier Gafo, a quien sucedió como director de la Cátedra de Bioética de Comillas. Como conclusión, enfocan positiva y constructivamente el tema de la prevención.
A la vez que recomiendo este estudio, reitero lo que escribí en mis Tertulias de Bioética sobre el pseudoproblema del preservativo: “Es cuestión de sentido común, responsabilidad y buen humor”, tres características de las que a veces se carece en el mundillo eclesiástico...
El Cardenal Martini, en su diálogo sobre la vida con el médico Ignazio Marino (Mensaje, junio, 2006, traducido de L'espresso 21, abril, 2006) decía así:"Es necesario hacer todo por combatir el Sida... En la situación de los esposos, uno de los cuales está infectado de Sida, éste está obligado a proteger a la pareja y ésta también debe poder protegerse..."
El periódico japonés Yomiuri ha sacado hoy la noticia del comentario del papa a los periodistas, produciéndonos la consiguiente vergûenza ajena a los católicos, que tendremos que explicar que se trata d euna opinión personal del papa, que no es cuestión de magisterio, ni de obediencia, ni de pecado y de la que se puede y debe disentir con sentido evangélico de responsabilidad y misericordia.
Dicho esto, como la pregunta es universitaria, responderé con bibliografía, recomendando el libro editado por James F. Keenan, SJ, en colaboración con la teóloga Lisa Sowle Cahill y el moralista Kevin Kelly, en editorial Continuum, 2000: Catholic Ethicists on HIV/AIDS Prevention.
Editor y autores de dicha colección de estudios muestran que ciertas posiciones morales adoptadas por algunas autoridades eclesiásticas chocan con las medidas relativamente eficaces para prevenir la pandemia, usadas por parte del personal sanitario católico implicado en la prevención del SIDA.
Keenan et al. insisten en que la tradición común de teología moral puede ayudar a repensar este tema y reúne para ello en dicho libro a 35 profesionales de teología moral, entre quienes se encuentra el competente Marciano Vidal y el especialista en el tema Jorge Ferrer, que trabajó con Javier Gafo, a quien sucedió como director de la Cátedra de Bioética de Comillas. Como conclusión, enfocan positiva y constructivamente el tema de la prevención.
A la vez que recomiendo este estudio, reitero lo que escribí en mis Tertulias de Bioética sobre el pseudoproblema del preservativo: “Es cuestión de sentido común, responsabilidad y buen humor”, tres características de las que a veces se carece en el mundillo eclesiástico...
El Cardenal Martini, en su diálogo sobre la vida con el médico Ignazio Marino (Mensaje, junio, 2006, traducido de L'espresso 21, abril, 2006) decía así:"Es necesario hacer todo por combatir el Sida... En la situación de los esposos, uno de los cuales está infectado de Sida, éste está obligado a proteger a la pareja y ésta también debe poder protegerse..."
El periódico japonés Yomiuri ha sacado hoy la noticia del comentario del papa a los periodistas, produciéndonos la consiguiente vergûenza ajena a los católicos, que tendremos que explicar que se trata d euna opinión personal del papa, que no es cuestión de magisterio, ni de obediencia, ni de pecado y de la que se puede y debe disentir con sentido evangélico de responsabilidad y misericordia.