Salve, Mujer y Madre

Tras un mes de debates, cese el balbuceo de la teología y cálmese la ortodoxia crispada, dejando el paso a la poesía. Aunque los ripios sean pobres, cantamos el 8 de diciembre a la mujer y madre María.

Salve, mujer y madre.
Salve, seno de misericordia,
vida, ternura y esperanza nuestra.
De tu mano clamamos, gimiendo y llorando
con todos los desterrados de la tierra,
con todas las aplastadas por la fuerza.

Contigo liberación cantamos:
Liberación, sin violencia, de todo poder armado.
Por tus labios de Magníficat denunciamos injusticias
los hijos e hijas de Eva,
al grito de Ave, tocamos a rebato, porque urge la tarea
de desclavar de sus cruces a pueblos injusticiados.

Te abrazamos, María y te besamos,
bebiendo de tu cara galilea
sonrisa incondicional, acogida eterna,
que trueque valles de lágrimas
en ubérrimas cosechas,
campos de conciliación,
procesos de paz sin guerra.

Ea, pues, mujer, abogada nuestra,
vuelve a nosotras tus ojos,
vuelve a nosotros tu tierna
sonrisa que inyecta fuerza,
y muéstranos a Jesús,
el auténtico, el de veras,
sin disfraz de inquisidor en las iglesias.

Ave, María, agraciada.
Ave, María, mujer
Ave, novia, esposa y madre.
María, mujer-mujer,
agraciada y agraciante.
Te canta el pueblo agraciado
bendita entre las mujeres,
el Misterio está contigo,
Dios te guarde.

María y José se quieren,
sin palabras se comprenden,
con palabras se entrelazan..
Mensajero Gabriel bendice
desposorio, mesa y casa.
Hay un secreto oculto, sin registros en la historia.
Un enigma lacerante, sólo en sueños se desvela.
María aguarda en silencio, silente acoge José,
los dos callando se entregan,
optaron por la tarea
de seguir creciendo unidos.
aprendieron: fiat, fiat, fiat, fiat...
que invertir en el amor
nunca es apuesta perdida.

María y José se quieren,
ya están barajando nombres
dignos del primogénito:
Retoño, Esperado, Trigo,
Uva, Pez, Pimpollo, Flor.
¿Le llamaremos José?
Manolo será mejor,
Manolo como Emanuel,
Pues pongámosle Jesús: se llamará Salvador.

Mensajero Gabriel mirando aprueba.
Aura de Espíritu inunda
la cámara desde lo alto.
Aromas de creación
perfumaron el camastro.
Obra y gracia de Ruah
consagró vuestro abrazo.
Eucaristía esponsal:
pan de vida el resultado.

Virgen, siempre virgen, te llamó la teología.
“¿Madre a pesar de ser virgen?”,
murmuran en la otra orilla.
Lo dijeron de rutina, sin saber lo que decían.
Encendióse la disputa, se avivó la crispación.
Mientras tanto tú, María, a gusto sotorreías.
Sabes de sobra el esfuerzo, lo caro que cuesta el curso,
horas de vuelo en amor, hasta alcanzar el título:
master en virginidad.

Largo trecho has recorrido
como novia, esposa y madre
hasta la titulación,
dogma del cincuenta y cuatro:
Sin pecado concebida: certifica el Vaticano
por labios de Pío Nono.
Y luego vendrá otro Pío,
hierático y diplomático,
a exaltarte asunta y reina
cada vez más a lo alto.

Pero el instinto de fe
del pueblo sencillo y llano
te atrapa, blanca paloma,
te recupera aquí abajo.
Virgen, por supuesto, sí,
virgen fiel, vaso admirable,
merece llamarse virgen,
la que tanto ha amado antes.

Pobre es un voto de virgen
sin corazón de mujer.
Estériles celibatos
quienes no sepan amarse.
Paradoja extraña es
que amando a fondo se sabe.
Sólo se aprende a ser virgen
con cuerpo y alma de madre.


“Sal, hijo mío, sal”, suspiraste.
Sal de una vez a este mundo,
que su tiniebla se aclare.
Gozo doliente sentias
al desgarrar tus entrañas
un fulgor que amanecía.
No fue a través de un cristal
como alumbró su salida.
Hijo de tus entrañas es
la luz que al mundo da vida.

José, el bueno de José,
aprendiz de comadrona.
Le da corte la faena
de toallas y pañales.
Así descubre el varón, de mano de la mujer
su rostro de padre y madre.,

Mas el hijo se marchó
por aquel sendero un día.
Voz de Abba, Padre y Madre.
a misión le requería.
Soñaba sueños utópicos
sobre el Reino de la Vida.
Quería partir el pan
por todas las Entrevías
.
Sus hermanos no le entienden:
“El chico se ha vuelto loco,
ríñale, madre, y no deje
que se largue de la aldea,
nos falta mano de obra,
ya la viuda de José
no puede con la faena”.
Y tú María callabas, no era la primera vez
que el chico sola te deja.
Pero tres años después
allí estabas tú, mujer,
y otras Marías también.
Que donde hay cruces injustas
allí está en pie la mujer:

memoria de la sangre
presencia de las víctimas,
promesa de justicia y esperanza.

Salve, María, hermana y madre.
Como hija de Sión eres hermana,
Macarena de esperanza.
Como sincera anawin eres pobre de Yavé,
apoyo de empobrecidos
refugio de empobrecidas.
Como mujer muy mujer
eres novia de los pueblos
que a gusto te galardean:
Santina, rociera, fuensantica, moreneta...
y miles de otros piropos
que el pueblo creativo inventa.
Como madre de Jesús, madre nuestra eres,
Amparas el movimiento
del pescador y sus redes.
Alegres en la faena
han recogido el testigo
de Jesús en la carrera,
Corren por la “cuarta vía”:
son iglesia ellos y ellas.

Presidiendo en el Cenáculo
eres madre de la iglesia.
Quieres a los obispos, los consuelas
y con cariño les besas
solideo y coronilla,
les enseñas a que amen,
y con un tirón de orejas
les animas a reir
y, sobre todo, a que crean.

Teologúmenos exaltados
te quisieron nombrar reina.
Pero a tí no te caen bien
ni coronas ni realezas.
Tú eres mujer del pueblo,
mujer sin más, cosa seria.
“¿Mujer nada más?”, preguntan
espías de las iglesias.
Mujer nada más, no.
Nada menos que mujer.
Mejor elogio no hay
a mujeres como ella.
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