Spe liberati
Librerías y editoriales viven de las novedades. Los ratones de biblioteca preferimos el libro viejo, pero que perdura. Seleccioné “tres mejores” sobre esperanza, para Adviento. Releo a Don Pedro Laín, La espera y la esperanza; al P. Juan Alfaro, Esperanza cristiana y liberación humana; y, por supuesto, Gaudium et spes, del Vaticano II. Evoco aquel 8 de diciembre -clausura del Concilio-,giro evangélico de 180 grados en la iglesia.
Gaudium et spes proclamaba: los gozos y las esperanzas, las alegrías y los sufrimientos de todos los hombres y mujeres de hoy son los gozos y las esperanzas, las alegrías y sufrimientos de la iglesia. No era un documento quejumbroso, ni pesimista, ni miedoso, ni triste, ni acomplejado, ni integrista, ni fundamentalista. Prolongaba, sin más, la Buena Noticia. Pero no surgió en un día, sino en parto de tres años.
Cuando se votó por primera vez el actual número 33, las opiniones de casi tres mil obispos se dividieron en dos. La mitad (en la que había españoles del nacional-catolicismo) decía: “el mundo está mal y la iglesia tiene las respuestas para sus males”. La otra mitad decía: “el mundo no está tan mal, pero los problemas son complicados y la iglesia no tiene todas las respuestas prefabricadas”. Se estancó la votación más de dos años. Los obispos aprendieron unos de otros y del pueblo. Se abrieron desde la estrechez de miras de sus propios paises al amplio horizonte del mundo entero. Y, sobre todo, se dejaron cambiar por el evangelio. El texto votado al final, casi por unanimidad, dijo lo contrario de aquel primer borrador.
Leemos en el número 33: La iglesia conserva la Palabra de Dios y de ella saca orientaciones en el campo religioso y moral, pero eso no quiere decir que tenga siempre a mano las respuestas para cada problema. La iglesia, sigue diciendo el documento, junta la luz que saca de la Palabra de Dios con el saber humano para iluminar el camino emprendido recientemente por la humanidad. No soluciones prefabricadas, sino luz y fuerza pàra buscarlas.
Lección de optimismo y humanismo cristiano, para aprender a ser iglesia (minoritaria, humilde y sin peso social) en medio de la sociedad secular, laica, plural y democrática. Una iglesia que no saca del evangelio respuestas prefabricadas para lanzarlas con autosuficiencia, ondear de banderas y aire de superioridad contra la sociedad, sino recibe de la palabra evangélica luz y fuerza, orientación y energía para seguir buscando, mano a mano y hombre a hombro, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sean o no cristianos, las respuestas y soluciones que aún no están dadas y que hemos de hallar dialogando con quienes se sienten responsables del futuro de la humanidad y el planeta: redes humanas y redes cristianas, para pescar personas vivas para la Vida...
Gaudium et spes proclamaba: los gozos y las esperanzas, las alegrías y los sufrimientos de todos los hombres y mujeres de hoy son los gozos y las esperanzas, las alegrías y sufrimientos de la iglesia. No era un documento quejumbroso, ni pesimista, ni miedoso, ni triste, ni acomplejado, ni integrista, ni fundamentalista. Prolongaba, sin más, la Buena Noticia. Pero no surgió en un día, sino en parto de tres años.
Cuando se votó por primera vez el actual número 33, las opiniones de casi tres mil obispos se dividieron en dos. La mitad (en la que había españoles del nacional-catolicismo) decía: “el mundo está mal y la iglesia tiene las respuestas para sus males”. La otra mitad decía: “el mundo no está tan mal, pero los problemas son complicados y la iglesia no tiene todas las respuestas prefabricadas”. Se estancó la votación más de dos años. Los obispos aprendieron unos de otros y del pueblo. Se abrieron desde la estrechez de miras de sus propios paises al amplio horizonte del mundo entero. Y, sobre todo, se dejaron cambiar por el evangelio. El texto votado al final, casi por unanimidad, dijo lo contrario de aquel primer borrador.
Leemos en el número 33: La iglesia conserva la Palabra de Dios y de ella saca orientaciones en el campo religioso y moral, pero eso no quiere decir que tenga siempre a mano las respuestas para cada problema. La iglesia, sigue diciendo el documento, junta la luz que saca de la Palabra de Dios con el saber humano para iluminar el camino emprendido recientemente por la humanidad. No soluciones prefabricadas, sino luz y fuerza pàra buscarlas.
Lección de optimismo y humanismo cristiano, para aprender a ser iglesia (minoritaria, humilde y sin peso social) en medio de la sociedad secular, laica, plural y democrática. Una iglesia que no saca del evangelio respuestas prefabricadas para lanzarlas con autosuficiencia, ondear de banderas y aire de superioridad contra la sociedad, sino recibe de la palabra evangélica luz y fuerza, orientación y energía para seguir buscando, mano a mano y hombre a hombro, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sean o no cristianos, las respuestas y soluciones que aún no están dadas y que hemos de hallar dialogando con quienes se sienten responsables del futuro de la humanidad y el planeta: redes humanas y redes cristianas, para pescar personas vivas para la Vida...