Sutras para vacaciones, teología de verano

Como respiro teológico para días de asueto, una antología del Sutra del Loto. En vez de debates estériles sobre minucias eclesiásticas celtibéricas, canonjías, ortodoxias, síndromes persecutorios o programaciones pseudo-evangélicas, con o sin morbo,... en vez de toda esa morralla mediática, descansemos en vacaciones con la espiritualidad intercultural, refrescante como lluvia de verano:unos párrafos del Sutra del Loto.

Kâsyapa, dijo el Buda, imagina la flora variopinta de zonas montañosas o fluviales, en un área incalculablemente mayor que nuestro mundo. Una densa nube se cierne hasta cubrir el conjunto múltiple del mundo; cae una lluvia uniforme, cuya humedad fertiliza por doquier hierbas y árboles, arbustos y forestas; raicillas, pequeños troncos, ramas y hojas pequeñas: árboles grandes y pequeños, todos la reciben. Con la lluvia de una sola nube lograrán, conforme a su naturaleza original, crecer, florecer y dar frutos. Nacidos en un mismo suelo y fertilizados con una misma lluvia, plantas y árboles son todos diferentes.

Lo mismo ocurre con el Buda: el Así-Siempre-Presente: aparece en el mundo, como surgió la gran nube; él guía con su gran voz a la totalidad, lo mismo que la gran nube cubre por completo las tierras del mundo entero. En el seno de la muchedumbre, proclama estas palabras: «Yo soy el Así-Siempre-Presente. Una vez que lo hayan oído, se desprenderán de los obstáculos y, en el seno de las diversas enseñanzas, según su capacidad lo permita, entrarán paulatinamente por el Camino.

Así es el Dharma que predica el Así-Siempre-Presente: tiene un único aspecto pacificador y un único sabor: de liberación. Su enseñanza se predica acoplada a las disposiciones de quienes escuchan. Los recipientes son plurales y el mensaje es único.

Y lo repitió en versos diciendo:
«Yo soy el Así-Siempre-Presente,
supremo entre los vivientes;
revelado al mundo como una gran nube,
fertilizo plenamente todo.
A seres mustios y marchitos, les permito
despegarse del dolor,
obtener el gozo del alivio,
sanación del mundo, dicha del Nirvana.
Todo lo abarco en abrazo universal,
igual para todo viviente.
Sin preferir a nadie,
sin pensamiento alguno de elección o rechazo;
sin apego desorientado,
sin límites, ni obstáculos.
Al mundo entero proclamo
la enseñanza por igual.

(Del cap. 5 del Sutra del Loto, comentado por J. Masiá y K. Suzuki, en El Dharma y el Espíritu, PPC, 2008).
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