Talante de convivencia y espiritualidad interreligiosa
Está ya a la venta el libro de conversaciones entre un laico budista y un católico jesuita (Juan Masiá y Kotaró Suzuki, El Dharma y el Espíritu, PPC, 2008, 153pp.), con el siguiente contenido:
1. Muchos nombres, un Misterio
2. Muchas peregrinaciones, un Camino
3. Varias apariencias, una Realidad
4. Varias marchas, un Vehículo
5. Diversos reflejos, una Luz
6. Diversas Epifanías, una Vida
Son unas conversaciones entre un cristiano y un budista, en las que no se trata de que el primero convierta al segundo a la fe en Jesús, ni de que el budista consiga que el cristiano se haga un seguidor del Buda, sino de que ambos se transformen y se ayuden mutuamente para convertirse al misterio del Espíritu, que actúa en todas partes.
El cristiano habla naturalmente del Espíritu de Jesús, y recuerda la necesidad de dejarse guiar por Él y respirar en Él: «En Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). El budista habla del Dharma como la expresión de la verdad que iluminó a Gautama Shakamuni -el Buda-, la Vida en toda su inmensidad y hondura, pero sin forma, más allá de todo espacio y tiempo; una Vida que lo llena y lo empapa todo, que no cesa de actuar, que todo lo vivifica.
Son encuentros a mitad de camino entre los peregrinantes, con el objetivo de seguir avanzando juntos hacia una meta que desborda a ambos y de la que ninguna religión tiene monopolio absoluto.
Se trata de que las religiones cooperen de cara a la paz mundial con talante de convivencia y diálogo sin crispación, que sean capaces de convivir autocriticándose y dejándose transformar mutuamente, que cooperen de cara a la comunión de la humanidad, y el encuentro de culturas y civilizaciones, fomentando juntas la superación de toda clase de violencia, apoyando y mediando en procesos de pacificación y la construcción armónica dc la ciudadanía.
Y se trata, además y sobre todo, de poder estar en comunión en el silencio contemplativo, para que el Misterio que penetra, envuelve y desborda a todas las religiones nos conduzca a una espiritualidad más allá de todas ellas.
Kotaró Suzuki ha sido responsable de una comunidad budista de la Asociación Budista Seglar Kôseikai, en Nerima (Tokyo). Actualmente es el Director de la Sección Internacional de dicha Asociación. El fundador, N. Niwano, fue observador budista en el Concilo Vaticano II y se entrevistó varias veces con Pablo VI y Juan Pablo II.
Desde su fundación, este grupo budista no quiso encerrarse estrechamente en el interior de una comunidad, templo o iglesia, sino caminar con la comunidad local del barrio, conectando con movimientos cívicos para promover desde el propio barrio la cooperación y educación ciudadana por una sociedad más saludable.
K. Suzuki ha colaborado en la obra colectiva 50 cartas a Dios (2007, 4ª ed.), editada por PPC.
1. Muchos nombres, un Misterio
2. Muchas peregrinaciones, un Camino
3. Varias apariencias, una Realidad
4. Varias marchas, un Vehículo
5. Diversos reflejos, una Luz
6. Diversas Epifanías, una Vida
Son unas conversaciones entre un cristiano y un budista, en las que no se trata de que el primero convierta al segundo a la fe en Jesús, ni de que el budista consiga que el cristiano se haga un seguidor del Buda, sino de que ambos se transformen y se ayuden mutuamente para convertirse al misterio del Espíritu, que actúa en todas partes.
El cristiano habla naturalmente del Espíritu de Jesús, y recuerda la necesidad de dejarse guiar por Él y respirar en Él: «En Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). El budista habla del Dharma como la expresión de la verdad que iluminó a Gautama Shakamuni -el Buda-, la Vida en toda su inmensidad y hondura, pero sin forma, más allá de todo espacio y tiempo; una Vida que lo llena y lo empapa todo, que no cesa de actuar, que todo lo vivifica.
Son encuentros a mitad de camino entre los peregrinantes, con el objetivo de seguir avanzando juntos hacia una meta que desborda a ambos y de la que ninguna religión tiene monopolio absoluto.
Se trata de que las religiones cooperen de cara a la paz mundial con talante de convivencia y diálogo sin crispación, que sean capaces de convivir autocriticándose y dejándose transformar mutuamente, que cooperen de cara a la comunión de la humanidad, y el encuentro de culturas y civilizaciones, fomentando juntas la superación de toda clase de violencia, apoyando y mediando en procesos de pacificación y la construcción armónica dc la ciudadanía.
Y se trata, además y sobre todo, de poder estar en comunión en el silencio contemplativo, para que el Misterio que penetra, envuelve y desborda a todas las religiones nos conduzca a una espiritualidad más allá de todas ellas.
Kotaró Suzuki ha sido responsable de una comunidad budista de la Asociación Budista Seglar Kôseikai, en Nerima (Tokyo). Actualmente es el Director de la Sección Internacional de dicha Asociación. El fundador, N. Niwano, fue observador budista en el Concilo Vaticano II y se entrevistó varias veces con Pablo VI y Juan Pablo II.
Desde su fundación, este grupo budista no quiso encerrarse estrechamente en el interior de una comunidad, templo o iglesia, sino caminar con la comunidad local del barrio, conectando con movimientos cívicos para promover desde el propio barrio la cooperación y educación ciudadana por una sociedad más saludable.
K. Suzuki ha colaborado en la obra colectiva 50 cartas a Dios (2007, 4ª ed.), editada por PPC.