Extraido de "Trazos de evangelio, trozos de vida" (PPC) Buscad el Reino y su justicia... pero buscarlo entre vosotros.
No busquemos el reino fuera de nosotros, no, ese reino está entre nosotros.
Ser reyes es propio de los hijos de Dios, nos viene por paternidad, somos herederos del hijo único del Padre, del rey de la verdad y la vida. ¿Qué gran misterio, qué hemos de hacer para adentrarnos en él?
| Jose Moreno Losada
Domingo, XXIV TIEMPO ORDINARIO - JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Pero en medio de esta realidad en crisis no dejan de manifestarse signos que nos hablan de otro modo de ser reyes, de vivir en la libertad de los hijos de Dios, más allá de los órdenes del mundo, con otras claves de vida.
Evangelio: Juan 18,33b-37
En aquel tiempo dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?». Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
El reinado de la verdad
Ser rey es lo mismo que ser verdadero. Cuando somos bautizados se proclama, al ungirnos con el crisma, que somos sacerdotes, profetas y reyes. Llamados a ser reyes, pero mucho más allá de los reinos de este mundo, somos del reinado de la verdad.
La mentira busca sus estrategias para coronarse regiamente en las esferas mundanas, se hace artífice de verdades de consumo y de prisas, de placeres inventados que no satisfacen. Todo un ejército acampa en torno a ella. Cuando así ocurre el mundo entra en lucha y somos presas de la competición, de las guerras y sus carreras de armamentos. La realidad se divide y se oculta la verdad.
Nuestro Dios es verdadero y lo es, no tanto porque nosotros se lo concedamos, sino porque su verdad reina y se impone como fundamento de lo que permanece y se sigue dando en la adversidad y en el dolor. Su amor en creatividad y en libertad no tiene descanso, llega a someterse incluso a la nada para sostener a todos los seres en la esperanza de la vida más allá de la muerte y de la mentira.
Dios se muestra en verdad amando y apostando por lo que no cuenta, por lo que no es para el mundo. Su reinado está en la cruz de la compasión con todos los que sufren el martirio de la injusticia y la pobreza en el mundo. Es en su cruz donde se desvela la radicalidad del amor verdadero, del reino que no tiene ocaso. No olvidemos que la verdad de la resurrección aparece en tiempos de martirios y que se proclama en el letrero de la cruz, ahí está el rey de todos los pueblos.
Reyes a su manera, su reino no es de este mundo
Los tiempos actuales nos muestran las grietas de las monarquías, de los reyes mundanos. Da la sensación de que andamos en rupturas de instituciones que parecían intocables, hasta la misma Iglesia sufre en la decadencia de reinados mundanos, ya no es lo que era.
Pero en medio de esta realidad en crisis no dejan de manifestarse signos que nos hablan de otro modo de ser reyes, de vivir en la libertad de los hijos de Dios, más allá de los órdenes del mundo, con otras claves de vida.
Buscaba hechos de vida para este texto, quizá fuera de lo ordinario, tenía que cerrar el ciclo. Andaba en ello, cuando me despierto hoy con notas de vida que encierran luces de otro reinado. Anoche me llegaba un pequeño vídeo de la carrera de natación, de la olimpiada celebrada en Plasencia, en la que participaba Pedro, joven con autismo profundo, lo había hecho su madre. Le gritaba en el recorrido y lo animaba con fuerza, Pedro quedó el primero y levantaba las manos con alegría. Lo contaba y decía que había sido el primero en atletismo y el segundo en natación, su madre le corregía y le decía que era primero en natación y segundo en atletismo. El lo volvía a repetir muy despacio para no equivocarse de nuevo. Más de una vez he oído a su madre hablar de él, como su rey, valorando sus pequeñas acciones con únicas y gloriosas. Así por ejemplo cuando por primera vez dijo mamá, lo celebró como una de las mejores victorias de su hijo. Su reino no es de este mundo.
Ahora acabo de llegar del sepelio de Sor Genoveva de Santa Teresa de Jesús, que llegó al convento con 29 años y hoy, después de sesenta de contemplación y vida, se ha marchado al Padre. Ha vivido libremente y ahora se va con su Rey amado para la eternidad. La madre superiora introducía la celebración de ofrenda de su vida con estas palabras:
"Hoy nos reúne un acontecimiento que nos conmueve profundamente pero también nos invita a la alegría, hoy celebramos el paso de nuestra hermana Genoveva a su Pascua eterna. Damos gracias a su familia por su generosidad al donarnos a esta alma santa, que ha sido ejemplo y columna de esta casa durante sesenta años y lo seguirá siendo desde el cielo. Cada una de sus hermanas, las que hoy la reciben en el cielo y las que hoy la dejamos aquí en la tierra damos gracias por su humildad, sencillez, silencio, abnegación y constante oración.” De este modo ella desde la clausura ha vivido en la libertad del Reino de Cristo y de su verdad, se ha sentido amada y ha amado radicalmente, no se ha guardado nada para ella. Su reino no era de este mundo.
Angelines me pide que me reúna con su hijo Miguel, uno de los niños que próximamente va a celebrar su primera comunión. He de explicarle con sencillez qué proyecto es el que estamos apoyando desde Cáritas parroquial, la razón es que él nos ha mandado una video invitación, en el que explica que no quiere regalos para él, sino que le acompañemos y daremos dinero para dárselo a los que lo necesitan más que nosotros. Con su gracejo él dice que se lo dará al cura Pepe para que lo haga llegar a ellos. Los padres quieren que se entere bien para que lo explique en la comida que compartiremos el día de su primera comunión y sea protagonista de este hecho de vida. Su reino no es de este mundo
María su compañera de grupo hizo algo parecido. El día que hablamos de que iban a hacer una hucha para tenerla todo el curso y regalarla el día de su primera comunión para compartir con los pobres, ya comenzó a pensar en ello. Tras el taller de fabricación de su hucha personalizada llegó a casa, abrió la que tenía de sus ahorros y dividió en dos partes todo lo que tenía. Una parte sería para ella y la otra para los inmigrantes como habíamos dicho en la catequesis. Sus padres la apoyaron y lo celebraron. El regalo especial que ha pedido es que le hagan un vestido de fiesta a su muñeca preferida para que vaya a su comunión, se la ha hecho una inmigrante. Su reino no es de este mundo.
Muchos signos se están dando cada día…no cabrían en todas las bibliotecas del mundo. Estos se han escrito para que lleguemos al conocimiento de la verdad, del Reino que Jesús ha iniciado y traído. Él es nuestro rey.
El reino de Dios está dentro de vosotros
Ser reyes es propio de los hijos de Dios, nos viene por paternidad, somos herederos del hijo único del Padre, del rey de la verdad y la vida. ¿Qué gran misterio, qué hemos de hacer para adentrarnos en él?
El pueblo de Israel tenía dura la cerviz, le costaba entender la protección y la bendición de Dios que estaba sobre él. Su dureza le hacía vivir en la inquietud y el desasosiego de los demás pueblos. Ellos querían tener reyes como los demás pueblos, se hicieron muy pesados en esta petición y Dios, con pesar de su corazón, atendió a sus ruegos para que pudieran entender por ellos mismos en el dolor y la dificultad, que los reyes de este mundo son criaturas sometidas a la debilidad y a la muerte como todos. Que los reinos de este mundo pasan y no pueden retenerse ni retener.
Los reyes vinieron y se adentraron en la historia con los vaivenes propios de las criaturas y de los humanos. Aun así, Dios estuvo al tanto y atento a todos para que la salvación no perdiera su camino y siguiera arribando a los hijos elegidos de su pueblo, y pudieran ser luz para otros pueblos. Los reyes no trajeron la salvación, sus poderes fueron anulados y vencidos por otros reyes de este mundo. Es ley de verdad que los reinos de este mundo se enzarzan y se destruyen mutuamente y se aprovechan de los sencillos del pueblo para mantenerse en el poder. Así lo experimentaron.
Los profetas siguieron anunciando y proclamando que el único Señor, el que gobierna y da la vida desde el amor, es Yahvé que no hay otro fuera de él. Que deberían volver al mandamiento primero, al amor fundante del creador y del salvador para encontrarse con su principio y fundamento, con la verdad y el amor que libera y salva.
Jesús enraizado en la vertiente profética, desde la lectura creyente de la historia, en su comunión con el Padre, sabe del Reino de Dios y sus señales. De la política que genera la fraternidad y que surge de la fidelidad a Dios y a la vida. Por eso evita constantemente la confusión con los reinos de este mundo y huye cuando lo quieren hacer rey. Su reino no es de este mundo, aunque está dentro de nosotros, y no debemos nunca fiarnos cuando nos digan que está aquí o allá. El reino de Jesús llega por su Espíritu, nos lo ha dado en su resurrección, y su lenguaje es único e inconfundible: el del amor que cura y salva a todos los heridos y sufrientes de la historia. Su himno no es otro que la libertad, su discurso se centra en la verdad, y busca continuamente la justicia.
Los que son de la verdad escuchan su voz. Aquellos que hemos tenido la fortuna de sentirnos hijos en el Hijo, sabemos de su reino y nos alimentamos de las señales que, a diario, en el fondo de muchas personas, van surgiendo para proclamar que el reino ya está aquí y sigue continuamente llegando. Nunca nos cansaremos de profundizar en la verdad del evangelio que se cumple hoy porque la fuerza del resucitado, el rey que ha vencido a la muerte, está actuando por doquier. Ser discípulos de este rey no es otra cosa que estar como hermanos en su casa y compartir su mesa y la vida, sentir cómo él nos ayuda a permanecer esperanzados y confiados en que la última palabra la tiene El y es una palabra de Vida verdadera.