Extraido de los guiones litúrgicos de Cáritas Cuaresma 2025. Allí donde nos necesitas abrimos camino a la esperanza.
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Vuelve a nosotros el tiempo de cuaresma, una vez más nos religamos con lo que somos en esencia, puro camino y proceso vital. No repetimos momentos, esta cuaresma viene deseosa de novedad, de renovación vital y profunda para todos los que se quieran abrir al espíritu que se derrama en el corazón de los que buscan la luz y la verdad.
La Iglesia está en proceso de revisión y profundización para renovarse en la esperanza y no dejar que esta se marchite y se agote en el corazón del ser humano.
Comparto desde aquí trabajo de colaboración, publicado desde cáritas y realizado en equipo de nuestra diócesis Mérida-Badajoz. A la luz de la bula del Papa Francisco y en el deseo de su mejoría.
Comparto desde aquí trabajo de colaboración, publicado desde cáritas y realizado en equipo de nuestra diócesis Mérida-Badajoz. A la luz de la bula del Papa Francisco y en el deseo de su mejoría.
| José Moreno Losada
“Abrir caminos de esperanza”
Los momentos que vivimos actualmente, generados por una cultura de lo efectivo y la dinámica de la producción y la riqueza, tienen unas características propias que afectan al vivir y al ser de lo humano, así como de la naturaleza. La vivencia de lo religioso y la espiritualidad tienen que vérselas con modos de vivir que no lo hacen fácil. Un elemento que se ve trastocado y escaso es el que se refiere al vivir esperanzado y con sentido. Notamos que nuestra sociedad, también nuestra iglesia, está tentada de desesperanza y se difunde una cultura del aguante y de la supervivencia que no son propios de la utopía y del sentido de futuro para que el fuimos creados.
La propia comunidad cristiana está llamada a anunciar el evangelio, la buena noticia, a motivar para una esperanza que no defrauda. El Papa Francisco con la bula que abría el año jubilar nos pedía que nos centráramos todos en esa reflexión, oración y acción que abra caminos para la esperanza en medio de nuestro mundo. En su exhortación se nos invitaba a poner nombre a las desesperanzas o más bien, en positivo, en las situaciones, lugares y personas que necesitan la esperanza hoy. Interioricemos su invitación a nominar estos signos y sus llamadas.
Necesitamos esperanza
Todos coincidimos que el mayor dolor que estamos viviendo en la actualidad es la realidad de las guerras, todas las situaciones de violencia y conflicto que impiden vivir en la paz y en la armonía para la que fuimos creados, nos duele la tragedia de una humanidad que se olvida de los dramas del pasado y vuelve a tropezar en la brutalidad de la violencia.
La falta de motivación ver esperanzados el futuro es un signo de tristeza y de muerte. Lo vemos reflejado en la pérdida del deseo de transmitir la vida, así lo expresa la carta: “a causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, de modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones, se asiste en varios países a una preocupante disminución de la natalidad”.
“Los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto”.
Los enfermos, en casa o en los hospitales, así como los que sufren patologías permanentes que causan en ellos ciertas discapacidades que le dificultan la inserción y la vida con la normalidad que se merecen.
Los jóvenes que, con frecuencia, ven que sus sueños se derrumban, “resulta triste ver jóvenes sin esperanza”. Cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonces es inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento. En estos contextos “la ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero crean en ellos, más que en otros, confusión y oscurecen la belleza y el sentido de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos autodestructivos”.
También está el grito y el dolor de “los migrantes, que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias”. A veces se encuentra con prejuicios y cerrazones que le niegan el derecho a construir un mundo mejor. Muchos son también, personas exiliadas, desplazadas, refugiadas fruto de conflictos de guerra, violencias y discriminaciones en sus lugares de origen. Sufren para poder insertarse con el trabajo y la instrucción en el nuevo contexto social a donde llegan.
Los ancianos y las personas en soledad. Una sociedad que no cuida a sus ancianos y los deja morir solos es una sociedad deshumanizada y rota. El mayor temor y desesperanza de los mayores es la incerteza de sentirse acompañados en su última etapa. Los analistas nos hablar de la soledad como la mayor enfermedad de nuestras sociedades.
La tierra y sus bienes también gritan en la esquilmación y la injusticia. Aquellos que ponen sus intereses económicos por encima del bien común de la naturaleza como casa universal de la humanidad. Los pueblos que aportando el mayor bien natural y el mayor cuidado de la tierra, sin embargo, son subyugados con deudas -impagables para los pobres- que nacen de relaciones desajustadas e injustas en un mercado que no es realmente ético. El grito escandaloso y fuerte de los que pasan hambre y sed por carecer de los alimentos necesarios y básicos, así como del agua potable. Es una cuestión de justicia, agravada hoy por una nueva forma de iniquidad de la que hemos tomado conciencia”.
La sed vital de todo ser humano que se cuestiona el sentido de su vida ante la muerte. El deseo profundo de vida que nos habita y que busca respuesta y no la encuentra en las esperas de este mundo y este tiempo, hijos de la vida e imágenes de un Dios que nos llama a compartir con él su vivir y su amor más allá de la muerte. Todos necesitamos buscar la fuente de la vida, más allá de la muerte y nuestros límites. Todos necesitamos de esperanza, somos seres para la esperanza, si no la encontramos la oscuridad nos da desánimo y muerte. El mayor mal que puede ocurrir a la humanidad es enfermar de desesperanza, por eso hoy es urgente volver a la esperanza.