Confiar en el Padre y ponernos en sus manos, nos unimos en oración fraterna Señor, tu amigo ( y nuestro...) Fernando, está enfermo. Oramos con él y por él.

Orar con fe al Padre de la vida. Fernando Rivas Rebaque vuelve a estar en lucha por la salud y la vida en la UCI de la Paz. Lugar que no le es extraño sino familiar, como el suele bromear, por su delicada salud a lo largo de su vida, aunque eso nunca le  ha impedido un trabajo profundo y serio – incluso en el mismo hospital- en aquello que emprendía en el ámbito de la teología y de la historia de la Iglesia, especialmente en la Patrología. No he conocido a un enfermo con una vida más sana y con una mente más despierta y entregada, sin descuidarse en obediencia a los médicos. 

Un hermano sencillo, un maestro profundo

Me une bastante a este sacerdote diocesano que vive su ministerio de una forma singular, original y para mí referente. Lo conocí en un encuentro interdiocesano, con militantes de la ACO (Acción católica Obrera) celebrado en Madrid. Pero fue después, desde las redes, cuando conectamos y comenzamos una relación fraternal sacerdotal creativa y profunda, que ha ido creciendo y extendiéndose a otros compañeros sacerdotes. Ahora mismo nos veníamos reuniendo en un grupo de estudio del evangelio en el que participamos sacerdotes jóvenes, eméritos, consiliarios de Acción Católica especializada, religioso de Latinoamérica y también él. Un modo de cuidarnos y de cuidar ese ministerio que llevamos en vasijas de barro, un ejercicio de nuestro ser apostólico y universales, una gracia de Dios en torno a su Palabra y la misión.

Diocesano y universitario

Fernando es de la diócesis de Getafe y hace varios decenios se formó y cualificó para la docencia teológica después de pasar por otros ámbitos laborales con editoriales. Ha sido tocado por la enfermedad, lo cual le ha hecho escapar de ser idiota listo, como él mismo dice. Pero su vivencia de los límites le ha llevado al desarrollo magistral de sus cualidades como investigador y docente, a la vez que nunca ha dejado de tocar el barro de la realidad viva del pueblo de Dios tanto en los ámbitos obreros (consiliario de JOC y después ACO) como en ámbitos parroquiales (actualmente vinculado a la parroquia de Ntra. Sra. de la Guía), y muy involucrado en tareas formativas y de acompañamiento a congregaciones religiosas con su riqueza de discernimiento espiritual. A veces le he oído decir que le hubiera gustado aportar mucho más en su propia diócesis, pero su ofrecimiento no ha encontrado cauces. En mayo dictó solemnemente su última lección en la universidad de Comillas, jubilándose en agosto pasado. Pero muy vivo y activo en su vocación hasta hace unos días, que una encefalopatía de tipo inmune le ha parado en seco.

 Patrólogo y evangelizador referente

Dedicado a la historia de la Iglesia en sus orígenes y a la patrología es hoy un verdadero referente en dichas materias, tanto por su docencia como por su extensas y ricas publicaciones que van marcando líneas de profundidad y de novedad. En su investigación ha estado siempre la búsqueda de la verdad y la iluminación de los grandes temas que la propia iglesia actual se vienen planteado, para poder hundirnos en las raíces más ricas y sacar la mejor savia que pueda hoy día seguir dando frutos de evangelio y novedad cristiana. La mujer en la iglesia primitiva, la paz, la sinodalidad, el Espíritu y las enfermedades espirituales, la eclesiología, la imagen de Dios, la cristología, el diálogo, el encuentro con la cultura, la vida de las comunidades. Especialista en los siglos primeros y presentando la personalidad, el pensamiento y las obras de los grandes padres de la Iglesia: clemente de Alejandría, Ignacio de Antioquia, Orígenes… El sacerdote más joven del grupo cuando hacemos el estudio del evangelio le encanta ver como lee directamente los textos en la lengua original y nos ayuda a precisar términos y conceptos, pero sobre todo le seduce la sencillez y la desnudez de esta gran persona, que tiene como sentido de su saber el servir desde la humildad y la entrega radical.

 En él veo hoy al evangelista Lucas, cuando celebramos su fiesta, y ese modo de trabajar para ofrecer lo mejor de lo mejor a la comunidad cristiana para su crecimiento en la fe verdadera y en el espíritu de lo bueno y la generosidad. Y junto a él pongo a todos los que saben gastar su vida en ese deseo de ir a la verdad más pura y ofrecerla, así como buen pan a los demás, sin pedir nada a cambio. Me siento orgulloso de ser testigo y hermano de Fernando, de saberme muy cuidado con él. Junto a él estoy viviendo momentos ministeriales de gracia y de luz. Yo dejé la docencia en la universidad hace unos meses, ahora revivo todo este proceso, y me alegro de que junto a él estoy siendo más fecundo. ¡Cuántos modos hay de vivir y realizar el ministerio y cuántos hermanos hacen de la dificultad y el límite su posibilidad de entrega y servicio’!

Testigos del “hoy”, Fernando uno de ellos

La historia salvífica está marcada por acontecimientos que se convierten en hitos de referencia permanente en el sentir y el vivir del pueblo. Son los eventos que van actualizando el “hoy” de la actuación de Dios, a esos tiempos vividos les llamamos los kairós divinos. El momento de la creación abre la realidad al tiempo, a la historia en la que se va desarrollando una relación entre creador y criaturas con dirección y sentido. Creados por el amor y para el amor.

Desde el anuncio del evangelio que cumple promesas de salvación la Iglesia tiene entre sus compromisos el ir despertando y señalando la claves de una lectura teológica y mística del momento histórico en el que se va situando, dando luces para encontrar la luz. Para ello necesita hijos que sepan ejercer el ministerio de llevar la Palabra y de presentarla actualizada como respuesta a lo que la humanidad necesita para poder llegar a entender el mensaje de la salvación. En este ministerio están los padres que transmiten la fe, los catequistas que acompañan lo procesos de iniciación en la fe, los que se dedican a la predicación, y los que en el ejercicio de teólogos investigan y profundizan en la verdad de la fe vivida y creída en la comunidad eclesial a lo largo de los siglos para poder acompañar y formar en la actualidad. Todos hemos de estar muy unidos y complementarnos en esta función de “id y enseñar”. Cuánto bien y cuántas gracias nos vienen por estos hombres y mujeres que se entregan y dan su vida desentrañando la doctrina de la fe y de la salvación en medio la comunidad eclesial. Fernando es uno de ellos. A mí me ha animado mucho a escribir desde los hechos de vidas en conexión con el mensaje del evangeliio, se lo agradezco de corazón y él forma parte de esos hechos de vida que confirman que lo que dice el evangelio es verdad, porque se cumple en la vida de cada día.

Orando con él y por él: con su sencillez y su confianza en el Padre.

En este momento nos sentimos llamados a orar junto a su silencio y su enfermedad, él que tanto ha luchado y vencido, con su cuerpo y su persona, con su vocación y su dedicación de teólogo en un ministerio de entrega encarnada y coherente, rogamos al dueño de la mies que le acompañe y le de fuerza en este tramo y en esta lucha que tiene en su cuerpo. Nuestro deseo es esa chispa de resurrección, al hilo de Lázaro, para que salga fuera y pueda seguir dándonos tanto como siempre. Deseamos seguir contando con él, con su cariño y su sabiduría -recibida y trabajada-, y poder quererlo más y mejor durante más tiempo.

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