La comunidad y sus mimbres... La parroquia y sus pequeños
Me satisface poder compartir esta reflexión, lectura creyente, que un laico de nuestra parroquia, Diego Mota, hace ante el acontecimiento de los niños que han recibido su primera comunión y el trabajo que realizan las catequistas tan calladamente durante los tres años previos a este acontecimiento.
| José Moreno Losada
Las primeras comuniones, los catequistas y la parroquia
Las primeras comuniones, los catequistas y la parroquia
El sábado pasado finalizaron las primeras comuniones en nuestra comunidad. Con ello, sesenta preciosos niños y niñas culminaban un fructífero largo tiempo de catequesis en el que, con su presencia, la de los padres y, en algunos casos, los abuelos, han inundado la parroquia de alegría, algarabía, inocencia y candor, dando vida a la misma. En las eucaristías no ha faltado el coro que tanto coadyuva a dar solemnidad a la celebración.
El premio, al coronar ese hermoso puerto sin confrontación alguna, sin liderazgos, sin codazos, sin competir y sin dopaje alguno, era recibir por primera vez al Señor, con todo lo que ello representa.
En las etapas recorridas, no exentas de dureza, incluso de alguna pájara, con algún momento de desaliento, pero con mucha confianza y sin perder el horizonte, han estado guiados por un grupo de abnegados y abnegadas catequistas con alta preparación, mucho entusiasmo y una fe como para mover y escalar montañas, magníficamente coordinados por ese director deportivo que lo mismo se pone el maillot de sus ornamentos propios que el de payaso. Sin olvidar de ningún modo a los padres, que los han acompañado en los distintos momentos que la parroquia ha organizado, en las eucaristías dominicales y, lo que es más importante, en la continuidad que se les ha dado en sus hogares y en el día a día. Auténtica y viva catequesis para niños, padres y para toda la comunidad porque a todos llega la gracia que el Señor derrama a través de esa rica formación.
En el periodo de preparación hemos recibido muchos signos de la gracia que el Señor ha ido derramando en estos niños y su familia. Sin ser el más importantes, pero sí muy significativo, esos mil doscientos cincuenta Euros que han ido ahorrando y han entregado con mucho cariño para los más pobres, gesto que dice mucho de lo que ha calado en ellos el mensaje de Jesús.
Esos niños y niñas, junto con los más mayores, que conforman los otros grupos de nuestra comunidad-tropa solidaria, poscomunión, pos confirmación, JEC, Graduados-constituyen la gran cantera, el potencial, la esperanza de futuro de nuestra rica comunidad. Esta les apoya, acompaña y confía en ellos para ir cogiendo el relevo y el testigo en esta carrera permanente que libramos para dar una fiel respuesta de fe -con todo lo que ello lleva implícito- en nuestro caminar diario: en las acciones de cada día, en el ámbito en el que cada uno nos movemos, sin perder otros horizontes que reclaman esa respuesta. A ese compromiso nos lleva esta comunión, alimento que sustenta la espiritualidad a cultivar y de la que debe emanar/partir esa Buena Noticia que queremos ser, convencidos de la fuerza del Evangelio.
Nadie está solo, no podemos caminar solos. Somos Iglesia, comunidad. “El seguimiento de Jesús es personal pero no individual”.
Nuestra comunidad, acompañada y guiada por los sacerdotes, Paco y Pepe, está en el camino, evaluando permanentemente su hacer e implementando acciones que la enriquecen. Tenemos un gran potencial humano en todos los ámbitos en los que la comunidad actúa y está representada, que son muchos y variados. Todos importantes, necesarios por igual.
Hoy, quizá más que nunca -y me alejo de tópicos-cuando vemos tanta desunión en tantas parcelas de nuestro país, de nuestro mundo, tenemos que ser sal y luz que, desde el realismo,sazone e irradie esperanza en un mundo tan desesperanzado.
A punto de comenzar un nuevo curso catequístico, mucho ánimo a todos. El Señor va a seguir inspirando, iluminando y fortaleciendo a todos, bajo el amparo y protección -este año, que conmemoramos los 25 años de la fundación de la parroquia, con más cariño- de nuestra Madre, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe.
Con la alegría y la fuerza que emana de una comunidad tan diversa y rica en carismas, pero con un mismo Espíritu.
Diego Mota Mimbrero
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