Oración sacerdotal a media noche, en diálogo con El "Yo quiero pastorear contigo" Diálogo con el Buen Pastor

"Yo quiero pastorear contigo" Diálogo con el Buen Pastor
"Yo quiero pastorear contigo" Diálogo con el Buen Pastor Jose Moreno Losada

Un año más tengo el gozo de participar en los ejercicios espirituales organizados por la asociación sacerdotal del Prado en la casa de oración de santa Teresa en Ávila. Este año nos acompaña e ilumina con su trabajo de la Palabra, Antonio Bravo. El nos va ayudando a desbrozar el estudio del Evangelio por pistas y caminos donde se nos abre a la contemplación de la esperanza y la alegría en la contemplacion de lo divino en las claves del buen pastor, tanto desde el Padre, como en el Hijo y en el Espiritu. Una dimensión transversal en la historia de la salvación que nos invita a contemplar nuestro ministerio en el pastoreo de Jesús de Nazaret que nos llama y elige para colaborar con él en este quehacer de entrega y de vida. 

Tras el trabajo de los textos tan bellos como profundos, surge la oración del ministerio agradecido ante su ser y vivir en Cristo. Contemplo y oro ante es Jesús buen pastor, desde la vivencia del ministerio. Oración que no deja de ser deseo y sueño esperanzado provocado por la figura de ese único Pator.

“Pastorear y apacentar la Iglesia contigo Buen Pastor”

Pastor

Tu Espíritu me capacita para seguirte Jesús y me muestra que he de amarte con tú has amado al Padre, en la disponibilidad de la propia vida para pastorear la grey, tu pueblo. Como a Pedro, en el diálogo de amor apostólico, me invitas a apacentar y pastorear tus ovejas sin condiciones personales previas, dejándome hacer a favor del rebaño y dando la vida. Y me invitas tú que eres el verdadero y único Pastor.

Hoy de nuevo me propones tu ministerio de entrega por la comunidad, para conducir el pueblo hacia la vida sin ocaso, haciendo de él en el camino sacramento de salvación para el mundo. Quieres que tu reino sea de todos y para todos y quieres contar conmigo.

Yo sé que tú, Cristo resucitado, eres el único pastor bueno de la humanidad, mi único referente de vida en el ministerio y me invitas a colaborar contigo, quieres que haga el camino de los siervos de Dios, de los que son capaces de sufrir para amar, para hacer el bien por los otros, sin olvidar nunca que tú eres el cordero degollado que has adquirido un reino de sacerdotes, de siervos de Dios, entre los que quieres contarme. Tú victoria es la de los que han lavado sus mantos blancos en tu sangre amorosa en medio de la tribulación de la historia con las palmas del testimonio de la verdad.

Deseo permanecer en tu seguimiento, renovarme en mi camino tras de ti como discípulo querido, elegido y enviado. Quiero andar por las sendas en las que tu propicias pastores a la iglesia según tu corazón. Quiero ser como ese perrillo fiel y fino que conoce la mirada del pastor, su lenguaje, sus pisadas y que se acomoda a sus deseos de cuidados sobre las ovejas. Toda una dignidad ser un buen perrillo del buen pastor, del único.

En mi fidelidad aspiro a responder con prontitud y radicalidad cuando tú me llames, seguir aprendiendo a entrar y salir por la puerta verdadera, por tú misma vida y tu amor sincero. Enséñame a salir mejor de mí mismo, siendo consciente siempre de tu llamada y elección, gratuita y permanente, para ser enviado a la comunidad que sólo a ti te pertenece porque la has cobrado con el precio de tu sangre.

En mi oración sueño con ser siervo de Dios como tú y no arrogarme nunca la autoridad que te concede a Ti el haber dado tu vida en radicalidad por toda la humanidad, para salvarnos de nuestros pecados. Que no olvide nunca Señor que la mayor dignidad en tu evangelio de salvación la da la servidumbre, la entrega de la vida, la revolución sencilla del lebrillo que se pone a los pies de los cansados de la historia, para que puedan sentarse en la mesa del Padre con todos los hermanos.

En mi camino ministerial, ya con mucho tramo recorrido, deseo que mi quehacer sólo busque los frutos que permanecen por siempre, los que tú siembras y haces crecer en el Espíritu y quieres que acompañemos y recojamos. Que siempre confíe en ti y nunca me canse de pedirte el verdadero Espíritu, el que tú das a los tuyos para que amen siempre y permanezcan en ti.

Buscaré en este tramo de la vida ministerial caminar y pasar contigo por la puerta estrecha que lleva a la Vida, la que pasa por la verdad de los últimos y los pobres, en los que tú nos derramas lo más grande y gratuito de tu evangelio de salvación. Que llegue en mi vivir a saber recibir tu buena noticia en tus preferidos y saber alegrarme en la gracia de la vida de los pobres y sencillos de la historia.

Ojalá mi discipulado pase por el tinte fiel del “hágase” de tu Palabra en mí y ahí fundamente todo mi ser y hacer, que con tu palabra construyamos y conformemos la comunidad y mi propia vida personal dentro de ella. Hazme hombre de tu Palabra, que ella me posea y me configure en tu llamada y tu gracia como buen pan para tu pueblo. Que el trabajo con tu evangelio me descubra tu paternidad y maternidad en la gestación de Cristo en la comunidad por la acción del Espíritu.

Aléjame de la tentación de llevar mi propia palabra, de imponer o dominar; que yo sea verdaderamente siervo de ti, Verbo encarnado, que sirva a la liberación y tu palabra llegue a ser auxilio universal de toda la humanidad. Que nunca olvide que sólo tú eres la Palabra, que la siembras en los corazones y sólo me pides mi colaboración para saber acompañar, recibir y acoger los frutos de todo lo que tú has fecundado y has hecho germinar con tu Espíritu en medio de la humanidad, en todos sus rincones y lugares anónimos de la historia.

Necesito, así te lo pido, que llegue apasionarme, hasta el sufrimiento y el llanto, en el amor y la gestación de la comunidad, en el deseo profundo de que tú vivas en el interior de cada hermano y puedan sentir la fuerza vivificadora de tu sangre y de tu pan partido que nos reúne en el verdadero altar de lo más humano y lo diario, donde tú te haces presente resucitado.

Que en las comunidades y el ejercicio de mi ministerio el evangelio sea el fundamento y sus frutos abundantes alegren el corazón del mundo, en especial a los que sufren y pierden, a los cansados y agobiados de la vida. Que tu reino de vida, verdad y alegría les llegue a borbotones.

Libérame Jesús de la parcialidad de tu mensaje y de tu persona, la que oculta e hiere tu verdad y excluye a los hermanos. Que sea apóstol de tu verdad sin rupturas y de toda la comunidad sin rechazo alguno, en el deseo de servicio a toda la humanidad. Que nunca por agradar o por seguridad traicione tu verdad, en búsqueda de mí mismo para asegurarme yo. Que sepa adentrarme en el camino de la fe y su verdad, que no caiga en la religiosidad sin fondo ni luz, instalada en la mundanidad.

Jesús, buen y único pastor del Padre, quiero ser tu testigo, que tu Espíritu me adentre en tu testimonio verdadero para que yo pueda ser signo de tu amor para mis hermanos a pesar de mi debilidad y mis pecados, desde tu perdón y tu gracia. Necesito seguir escuchando y sintiendo tu llamada amorosa: “Sígueme”. La necesito y la quiero.

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