Reflexión de Casto Acedo Gómez (Sacerdote Badajoz) Las tentaciones mesiánicas(I Cuaresma)

No nos puede dar igual, no podemos ser indiferentes ni indoloros... ellos maquina la guerra, la división y el pueblo sencillo la sufre y muere angustiados en la desesperanza. Ellos juegan con la muerte de otros y tras ese juego no hay más que ambición, deseos de poder frente a la fraternidad, el humanismo y la verdadera paz. Necesitamos mirar la situación a la luz de la Palabra, lectura creyente, es lo propio de una fe encarnada y comprometida. Casto Acedo, mi compañero,hombre de silencio y de luz, nos ayuda a hacer esa mirada teológica y evangélica sobre la situación internacional que estamos viviendo. Espero que nos ayude a todos.
| Casto Acedo
Reflexión para el primer domingo de Cuaresma a la luz de lasituación sociopolítica actual
Las sorprendentes circunstancias internacionales que estamos viviendo se escenifican claramente en el evangelio de hoy (Lc 4,1-13). El eje del mal (diablo) sigue extendiendo sus tentáculos. Nuestro mundo está siendo puesto a prueba. Y por lo que se ve, la conciencia del hombre no ha evolucionado mucho desde los tiempos de Jesús.
El pasaje de las tentaciones en el desierto resume magistralmente la matriz del conflicto político y bélico que está teniendo lugar ante nuestros ojos. ¿Cuáles son los polvos que nos han traído estos lodos? No cabe duda de que el mundo occidental, construido sobre el pilar de los valores cristianos, luego secularizados (libertad, igualdad, fraternidad), ha ido alejándose de su base original, volviéndose intolerante, discriminatorio e individualista. Seguimos cayendo en las tentaciones de siempre:
*La ambición y afición desmedida por el dinero fácil. (La tentación del pan). ¿No están los intereses económicos tras el conflicto de Ucrania y el giro que se le quiere dar a la economía mundial? ¿No hemos llegado hasta aquí por la caída de la laboriosidad, la austeridad y el sentido comunitario del ser humano (familia)? Hemos creído que la persona es más grande si se cubre de oro, si tiene una cohorte de servidores y si exalta su ególatra individualidad; yo, yo y yo. Y estamos viendo que la riqueza mal distribuida divide, la persona que vive sin hacer nada termina asqueada, y quien es individualista empequeñece como persona y su grado de intolerancia aumenta a medida que se aísla.
¿No hemos estado edificando en los últimos decenios sobre la arena de una mano de obra barata -¡que trabajen los chinos, los indios y los inmigrantes!- y una economía de mucha especulación y poca productividad propia? ¿No es el Bitcoin una moneda ficticia que sólo sirve para el enriquecimiento de especuladores, algo poco productivo y menos ético aún? ¿Y qué decir de los casos de corrupción económica nacional? ¿Y nos extrañamos de hasta dónde estamos llegando? ¡Qué difícil es llegar a acuerdos que restauren la paz cuando se ha llegado hasta aquí sin que nadie alce la voz! Deberíamos recuperar la Palabra de Dios. "No sólo de pan vive el hombre". Pero seguimos creyendo que sí.
*El delirio del poder que se expresa en querer mandar sobre todo el mundo. (La tentación del poder absoluto). Vivimos tiempos mesiánicos. Son muchos los votantes que están dando un giro hacia los extremismos liderados por los nuevos mesías (Putin, Trump, Xi Jinping y sus acólitos). Hemos olvidado las nefastas consecuencias causadas al mundo tanto por el Nazismo (Hitler) como por el Comunismo (Stalin). Hasta aquí nos está llevando la insolidaridad del día día, el enroque narcisista en nuestros lujos, la falta de fe en una auténtica democracia que es imposible sin la confianza mutua, y la comodidad de no tener que pensar ni decidir y dejar que otros piensen y decidan por mí. ¿No es vergonzoso y penoso cómo contemplamos impasibles la reducción de la democracia (gobierno del pueblo) a partidocracia (gobierno del partido) e incluso autocracia (gobierno de un listillo)?
Hay amantes del poder que se aprovechan de los indolentes para sembrar la polarización social e ideológica y subir así al trono que ambicionan. Jesús dice: No adoréis a nadie más que a Dios, "al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto". Urge poner la espiritualidad evangélica en el centro: no ser servido, sino servir (Mt 20,28), resulta paradójico que Jesús, el único que merece adoración, se haya hecho servidor nuestro en su encarnación. Este es el remedio para la enfermedad del mundo; descentralizar el poder.
*El afán de sobresalir, de ser reconocido por la grandeza de las propias conquistas y las propias obras. (La tentación de la fama y la apariencia).“Hagámonos famosos” dijeron los hombres (Gn11,4), y se pusieron a construir la torre de Babel, una torre imposible porque no todos pueden estar en la cima; el proyecto de las ambiciones personales les dispersó finalmente y confundió sus lenguas, es decir, dejaron de entenderse. Vivimos hoy una guerra entre arquitectos que quieren construir su torre de espaldas a Dios; o si se quiere: de espaldas a la mayoría de la humanidad que vive en situaciones de pobreza. Una cultura donde un señor o señora (empresario, artista, deportista, especulador... ¡qué mas da!) puede ganar cientos o miles de millones de Euros en un año, ya sea por su alto standing o por un golpe de efecto o suerte, mientras medio mundo se ve obligado a emigrar para subsistir en condiciones inhumanas, no puede acabar bien; aquí se necesita una seria reflexión, porque nos estamos acostumbrando a ver estas cosas como normales y justas
Las lenguas están confundidas, cada nación tiene su lengua, sus intereses y modos de ver el mundo; cada individuo impone sus ideas como las únicas válidas; cada grupo reivindica su verdad a costa de los otros grupos; y si no se dan pasos hacia el idioma común del amor nuestros males no tendrán remedio. No es bueno obsesionarse por ser famoso, por hacerse un nombre; el único nombre digno de ser alabado es el de Dios; no queramos hacerle sombra, no le pidamos que sea Él quien bendiga nuestros desmanes; no le exijamos que nos recoja en vuelo cuando nos hemos lanzado al vacío; "no tentarás al Señor tu Dios".
La Cuaresma es una invitación a cambiar este nuestro mundo; el término griego para indicar la conversión es "metanoia", cambio de mentalidad, ir más allá (meta) de lo que conocemos (gnoia), romper viejos patrones de pensamiento y comportamiento y ser creativos buscando cada día soluciones justas para la vida. Convertirse no es hacer un simple cambio devocional (ir más a misa, confesar los pecados, rezar el viacrucis, etc.); si no cambio mis patrones mentales viciados por el conformismo y el ritualismo, no me estoy convirtiendo, simplemente estoy afianzando lo que ya hay.
Las relaciones internacionales no van a cambiar a mejor porque nos demos golpes de pecho o porque los poderosos lo decidan. Quién simplemente se golpea el pecho está asintiendo a la situación, y quien está arriba ni suele ser revolucionario ni se le espera; no quiere cambiar; lo más lógico es que se vuelva conservador, ¿para qué cambiar una situación que ya le tiene arriba? Los cambios sociales revolucionarios, los que benefician a todos, nacen desde abajo. Jesús pudo nacer en una familia noble o imperial, pero escogió el camino de lo pequeño; ¿por qué? Hay quien dice que la razón fue que sólo desde abajo se puede articular un mensaje que llegue a todos, y que sólo desde la base se puede construir un Reino como el que propone el Evangelio.
¿Qué puedes hacer esta Cuaresma para cambiar el mundo? Acepta de entrada que ni en los lujos (dinero), ni en los cargos importantes (poder), ni en la buena reputación (fama) está el camino de la paz y la felicidad. Vive con honradez, sé justo en tu trabajo y en tus negocios, no ambiciones lo que no es tuyo, mira a todos desde la igualdad, muéstrate reconciliador con quien busca la pendencia, ama por encima de ideas o situaciones personales ajenas y no rehúyas tus responsabilidades políticas y sociales. Las tres mentiras del diablo: lo único válido es el poder, la riqueza y la fama, sólo pueden desmontarse desde la compasión, la austeridad de vida y la humildad. Con estas tres virtudes podemos sanar nuestra familia, nuestro pueblo, nuestra Iglesia y nuestro mundo.
Aprender esto y procurar vivirlo en el día a día es el mejor antídoto contra el veneno de la guerra y la mejor sabiduría para cimentar sólidamente nuestra sociedad y ser realmente feliz. Y, por supuesto, es la mejor oración que podemos hacer por la paz. Luego, si viene al caso, acude a la manifestación por los derechos de todos: la libertad, la igualdad, la fraternidad. Primero vivir esto, luego exigirlo.
Casto Acedo