Extraido de "Trazos de evangeliio, trozos de vida" (PPC) "Fueron vieron y se quedarón con El..." Juventud estudiante católica

clara y teresa
clara y teresa Jose Moreno Losada

La inquietud de lo humano en el corazón de los jóvenes es la fuente real del posible encuentro con una vocación profunda, con una llamada y una invitación al amor verdadero. Ayudar a la persona a entrar dentro de sí mismo, a experiencias vitales que marquen las emociones más verdaderas sabiendo ponerles nombre, es un reto apasionante de la evangelización.

Serían las cuatro de la tarde...

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Detalles pequeños de la vida personal se hacen categóricos y determinantes en la configuración de proyectos vitales vocacionados. El punto de partida es muy sencillo, están junto alguien que ilumina y abre caminos, indica, señala. Su docilidad está marcada de interés y deseo de descubrir lo nuevo, están en búsqueda, aunque se puedan sentir perdidos, dispuestos a arriesgar en un diálogo existencial. Jóvenes abiertos y lúcidos que no se conforman con cualquier cosa y quieren entrar en la intimidad de los que aportan novedad y verdad, para compartir espacios y tiempo.

Una vez descubierto el fondo del Evangelio, ya son imparables y contagiosos, no buscaban para ellos sino para vivir a fondo perdido, ya se sienten nuevos con nombres de misión y esperanza, de verdad fundada y bien cimentada. Tienen una roca sobre la que construir en fraternidad y equipo apostólico.

Evangelio: Juan 1,35-42

En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús, que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos contestaron: «Rabí (que significa maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y lo veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».

 El evangelio sigue cumpliéndose hoy y aquí...

Apóstoles de las jóvenes

“Ahora son Clara y Teresa, las dos jóvenes que están coordinando como presidenta y secretaria, el movimiento de la Juventud Estudiante Católica. Clara de Palencia y Teresa de Madrid. Están dedicando tres años de su vida al servicio de este movimiento especializado estudiantil de acción católica que tiene como misión ir a compartir con otros jóvenes “que han encontrado al Mesías” y quieren ofrecerse para caminar juntos y poder llevarlos al encuentro con ese Jesús que ilumina y salva. Lo quieren hacer en el ámbito propio de los jóvenes, especialmente en el ámbito escolar, institutos y universidades.

Ellas se encontraron con este camino evangelizador a través de contactos de otros ilusionados. Clara tuvo como referente a su hermano Pablo y Teresa a Álvaro. Ellos les invitaron a compartir camino: “venid y lo veréis”, vinieron y se quedaron aquel día y muchos más. Pronto terminarán su servicio y en la asamblea próxima se hará discernimiento de los próximos coordinadores. Otros jóvenes que echarán en el movimiento tres años de los que tienen para vivir. No echarán algo, sino parte de su propia vida. Eso está ocurriendo ahora, a una hora de la tarde, en un día cualquiera, que se hará único y determinante para siempre.

En el tiempo que llevo acompañando a jóvenes en estos grupos de revisión de vida he visto en muchos de ellos momentos sagrados, en sus proyectos de vida y en su discernimiento vocacional y de servicio tanto dentro del movimiento como en el ámbito estudiantil y profesional. Lo que el evangelio dice no es verdad porque lo diga ese evangelio, sino porque se cumple en la vida. Si me pusiera a hacer una lista se haría muy larga y no terminaría antes de las cuatro de la tarde…”.

Misión y equipo apostólico

Los caminos de iniciación vienen en márgenes de encuentros y de vivencias reales, están en la propia existencia, en la sed de vida y en la provocación de invitación a una novedad no sospechada. La humanidad, a veces dormida, tiene sueños por los que vivir y estar despierta.

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No se producirá el encuentro en la norma, ni siquiera en la doctrina formal, ni en la liturgia heredada sin más, será el espacio y el tiempo compartido el que nos vaya ayudando a poner nombre a la realidad y a nosotros mismos. En el centro de todo ha de estar la persona, con sus sueños y aspiraciones, la historia con sus posibilidades y dificultades, y la comunidad como lugar de equilibrio y madurez en lo afectivo y en lo humano. En este proceso de baño de realidad vivida es donde aparecerá la posibilidad del Evangelio como una clave de referencia para encontrar plenitud e iluminación en las cosas de cada día. Será el descubrimiento del Evangelio en el vivir de cada día el que marque horas sagradas inolvidables, doctrinas inconmovibles y liturgias llenas de emoción y luz. No es un momento desapropiado el que estamos viviendo, es tiempo de gracia, de horas únicas, la sociedad necesita lo ordinario con profundidad, hacer de las horas lugar de encuentro y humanidad.

Los niños y los jóvenes se admirarán si ven en nosotros esos referentes de buscadores inquietos que no se conforman con lo seguro, sino que se abren con esperanza y con novedad en cada ocasión presentada para vivir lo más humano en comunión con lo divino encarnado. El descubrimiento de Jesús de Nazaret en el camino de la propia vida marcará un momento de nacimiento y de verdad de nosotros mismos que hará que no olvidemos nunca la hora, el kairós de nuestra salvación. Cuando eso ocurra nuestro nombre será nuevo porque nuestra mirada estará enraizada en la buena nueva del Evangelio de la salvación y nuestros juicios se realizarán con las entrañas de ese Maestro de la verdad y el amor. Nos llamarán cristianos.

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