Boko Haram: causas y efectos

El nombre Boko Haram significa “la educación occidental es pecado”.

El Arzobispo, Mons. Matthew N'dagoso, explica así la lógica que subyace a este nombre: “En Nigeria la mayoría de la élite corrupta, que empobrece aún más a los que ya son pobres, han recibido una educación occidental. Por ello, los islamistas argumentan que si la educación occidental conduce a la corrupción, no la quieren”.

Suena plausible, dice, pero no es correcto: es el poder el que corrompe a las personas, no la educación.

Hasta 1987 la fe era libre elección de cada uno. Luego se empezó a marginalizar a los cristianos. Los líderes locales elegían a los musulmanes analfabetos antes que a cristianos graduados. Surgieron las presiones para que se convirtieran al Islam. Y esas presiones fueron cada vez más violentas, representando Boko Haram el grado extremo.

Como muestra el testimonio de Suradjo Hamadu (18años): “Mis padres se convirtieron al Islam. Al principio, me permitieron seguir siendo cristiano, pero luego el imán los presionó. Un día me dijeron que me matarían si acudía una sola vez más a la iglesia. Cuando me fui, mis hermanos me persiguieron con palos y machetes. Me refugié en la casa de una familia cristiana, y, a través de ellos, llegué aquí”, explica en el cuartel policial en el que se ha refugiado.

El hecho de que también los musulmanes sean víctimas de la violencia de Boko Haram resulta amargo, pero también deja entreabierta la puerta de la paz.

El Obispo de Zaria, Mons. George Dodo, explica: “Recuerdo cómo los musulmanes de la localidad estallaron en júbilo tras el bombardeo de la catedral: estaban orgullosos de que Boko Haram luchara por el Islam. Ahora se ha convertido en un monstruo que también se los traga a ellos”.

La Iglesia mantiene actualmente un diálogo con los líderes musulmanes. No obstante, hasta ahora esto solo ha repercutido en los esfuerzos por proteger a los cristianos, pero no ha conllevado la condena de los musulmanes radicales. El Arzobispo reconoce que esto es tratar los síntomas, no la causa. “Mientras los musulmanes se nieguen a tratarnos como iguales, no habrá paz. Nosotros intentamos tener paciencia con ellos, como Dios la tuvo con nosotros”.

Una y otra vez, enseñan la otra mejilla cuando sus familias, amigos y ellos mismos son golpeados, humillados y asesinados, dando un auténtico testimonio cristiano.
Volver arriba