Lecciones a extraer de la selección de baloncesto

Nuestra actitud ante nosotros mismos, ante los demás, ante las circunstancias que nos rodean, ante la suerte, ante la vida, determina nuestra altitud, hasta dónde podemos llegar.

La entrega, la implicación, el entusiasmo, la motivación y el sacrificio de Pau Gasol llevaron a España a ganar un partido épico. Pero no sólo eso. Nos han llevado muy lejos. Nos han hecho vibrar como país y nos han hecho sentirnos partícipes de la victoria.

El partido de baloncesto jugado contra Francia, por la selección española, fue una lección de confianza.

La “confianza en” es “fianza con”, es decir, fianza recíproca: me fío de él y me fío de que él se fía de mí. El equipo confió en su líder y el líder confió en Gasol. Todos ellos confiaron en la victoria.
El triunfo en la final no fue sino resultado de la seguridad adquirida en esa confianza entre ellos.

Contra Francia habían ido perdiendo durante casi todo el partido. Y al analizar cómo afrontaron esas circunstancias recuerdo la película “la vida es bella”. En ella el padre (a través de sus payasadas) facilita que su hijo afronte con éxito la experiencia brutal del campo de concentración. Le ayuda a gestionar los miedos y la adversidad.

El equipo español también aguantó la presión de un resultado adverso. Gestionó sus debilidades y las superó. Porque todos ellos confiaron en sí mismos y en el equipo. Y esa confianza les permitió ser no solo lo que eran sino lo que potencialmente podían llegar a ser. Y lo fueron.

Michael Jordan, que ha sido uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto, dijo que “El talento individual gana partidos, pero que es el trabajo en equipo y la inteligencia la que gana campeonatos". Sirva para extraer la lección de que aunque Gasol estuvo brillante él solo no habría ganado el partido.

Invito a los educadores a reflexionar con sus alumnos sobre cómo se consiguió la victoria. A extraer conclusiones en torno al entusiasmo, la implicación, la motivación, el liderazgo, el trabajo en equipo. A convencerse de que son actitudes que se deben suscitar y hábitos que deben desarrollarse.

Cuentan que en Córdoba una señora se encontró con Andrés Segovia y le dijo: “Daría mi vida por tocar la guitarra como usted”. Y el gran artista le respondió: “Eso es lo que yo he hecho, señora”.

¡Qué manera más bonita de explicar las miles de horas de entrenamiento, aprendizaje y trabajo. De implicación, entrega y compromiso. De apasionamiento con lo que se hace!
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