Sentimientos y razón en torno al problema de Cataluña

En el conflicto catalán se ha producido una desoladora escena de enfrentamiento entre dos entelequias: “Madrid” y “Cataluña”. Y no sólo porque la mayoría de los catalanes no son independentistas, sino porque apostar por la independencia de Cataluña es mucho más grave que decir no a Rajoy y al Partido Popular.

J.J. Toharia lamenta que en el conflicto territorial que estamos viviendo sólo los independentistas hayan dado su versión de los hechos. Un relato, dice, que se ha ido imponiendo por sintonizar con los sentimientos de una parte de la población y, sobre todo, porque no había alternativas al mismo. Y al no existir otras narraciones, capaces de ilusionar a las gentes en otro sentido, se ha disparado el apoyo a la causa independentista.

A partir de ese análisis previo Adela Cortina hace una reflexión que merece ser conocida y que traigo a mi blog.

Esta catedrática de ética afirma que las narraciones son indispensables para llegar al sentimiento. Pero, añade, las historias para ser fecundas no sólo tienen que ser atractivas, sino sobre todo tienen que ser verdaderas. Y no es de recibo distorsionar los hechos para acoplarlos a una historia que puede ser eficaz en movilizar sentimientos, pero falsa.

El sí a la independencia supone rechazar el vínculo con las gentes de esos pueblos de España, que juntos tienen mucho que ofrecer en el concierto mundial.

Mirando al futuro no creo que haya proyecto más ilusionante y atractivo que el de construir una sociedad cosmopolita, en la que sea posible erradicar la pobreza y el hambre, reducir las desigualdades, conseguir que ningún ser humano se vea obligado a emigrar, porque todos son ciudadanos de ese mundo.

Este proyecto que propone Cortina está muy ligado a la visión cristiana del mundo y de la vida. Y yo, desde luego, lo suscribo.

La globalización ha traído recursos que nunca pudimos soñar para reforzar el grado de democratización de los distintos países, aumentando los vínculos legales y éticos con otras comunidades. Unas comunidades que hoy en día ya comparten soberanía gracias a las uniones supranacionales, como la Unión Europea, y a la multiplicación de entidades internacionales, que podrían ser el germen de una gobernanza mundial.

Es un proyecto alternativo al independentismo que une los sentimientos a la razón. Y a quien apueste por ese proyecto le digo que cuente conmigo.
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