"Una catedral y una diócesis con un futuro misterioso e incierto" Antonio Aradillas: "Ciudad Rodrigo, la catedral del obispo que resucitó"
"'Mirobrigenses' para algunos, o 'rudrigenses' para otros, los habitantes y monumentos de Ciudad Rodrigo cuentan con una catedral que, como todas, incluye muchos enterramientos de nobles y hacendados 'patronos'"
"Mención especial merece el sepulcro de don Pedro Díaz, 'el obispo que resucitó' estando de cuerpo presente en su propio funeral, se levantó del ataúd y confesó públicamente sus pecados, muriéndose definitivamente después"
"En términos generales, de su catedral hay que referir que su estilo es tardorrománico, que caracteriza las catedrales del llamado 'grupo de Salamanca'"
"La capilla mayor albergó un retablo hispano-flamenco, de Fernando Gallego, que 'misteriosamente' hoy se encuentra nada menos que en la capilla de la Universidad de Arizona"
"La sillería del coro fue esculpida por Mateo Alemán, constituyendo una de las piezas gótico-platerescas mejor conseguida. Destaca, por sus imágenes decorativas burlescas, críticas y eróticas, la silla episcopal"
"En términos generales, de su catedral hay que referir que su estilo es tardorrománico, que caracteriza las catedrales del llamado 'grupo de Salamanca'"
"La capilla mayor albergó un retablo hispano-flamenco, de Fernando Gallego, que 'misteriosamente' hoy se encuentra nada menos que en la capilla de la Universidad de Arizona"
"La sillería del coro fue esculpida por Mateo Alemán, constituyendo una de las piezas gótico-platerescas mejor conseguida. Destaca, por sus imágenes decorativas burlescas, críticas y eróticas, la silla episcopal"
"La sillería del coro fue esculpida por Mateo Alemán, constituyendo una de las piezas gótico-platerescas mejor conseguida. Destaca, por sus imágenes decorativas burlescas, críticas y eróticas, la silla episcopal"
En las catedrales están enterrados muchos obispos. Sin exageración cultual funeraria alguna, es historia referir que a los templos catedralicios, más que las cátedras o sedes desde las que se evangeliza y adoctrina, los definen los mausoleos-cenotafios monumentales muchos de ellos, en los que esperan la “resurrección de la carne” quienes las rigieron durante algún tiempo. Las visitas a no pocas catedrales las definen tales monumentos artísticos funerarios, junto con los de sus familiares y nobles y hacendados “patronos”. Precisamente `por eso, no es de extrañar que alguno de estos personajes de sus episcopologios resucite de entre los muertos, tal y como con insistencia, datos y “milagrosas” sorpresas cuentan historias y leyendas populares…
Tal es la explicación del título de este capítulo de nuestro peregrinaje catedralicio por tierras salmantinas, haciendo estación en su población de Ciudad Rodrigo, capital de la Mancomunidad de la Ribera del Águeda y Yeste, sede episcopal por más señas, y cuyo gentilicio que distingue a sus habitantes es el de “mirobrigenses” para algunos, o “rudrigenses” para otros.
Pero la historia viene de muy lejos, Así lo confirman, por ejemplo, la figura zoomorfa del verraco esculpido en piedra de granito del periodo céltico de los vetones, con acentuada significación mítica o religiosa. Las tres columnas “sobrantes” de un templo romano, que formaron parte del escudo de la “cívitas” ya en la Edad Media, y el puente sobre el Águeda, son referencias ilustres e incuestionables de las rutas imperiales que transcurrieron por estos lugares lusitanos no alejados de la calzada “Vía de la Plata “ab Emerita Augusta ad Astúricam”.
Reconquistado el lugar sarraceno por Alfonso II de León en 1136, gracias al esfuerzo y estrategia militares del famoso Conde Rodrigo García Girón, la aldea conocida como “civitatem de Roderico” fue comprada por la sede episcopal de Salamanca, presto su cabildo a convertirla en nueva diócesis, dotándola de su correspondiente templo catedralicio. Su noble, y a la vez, eclesiástica, ascendencia, explican con nitidez que la catedral, cuyas obras y las del conjunto, se iniciaron en torno al año 1165, habrían de destacar sobre cualquier otra, hasta convertirse, y seguir siendo sin duda alguna, el monumento principal de la ciudad mirobrigense, que en la actualidad ronda los 15.000 habitantes.
En términos generales, de esta catedral hay que referir que su estilo es tardorrománico, que caracteriza las catedrales del llamado “grupo de Salamanca”, compuesto por la conocida como la “Vieja” de esta ciudad, la de Zamora y la Colegiata de Toro. El paso del tiempo, el terremoto de Lisboa, las guerras fratricidas con Portugal y, por si algo faltara, las tropas de Napoleón Bonaparte en la “Guerra de la Independencia”, explican el alborotado conjunto arquitectónico que, no obstante, con armonía y riqueza, todavía ofrece este sorprendente conjunto religioso.
Hacia la plaza del Salvador da la portada de las Cadenas, del siglo XII, con columnas estriadas con remates góticos, protegida por un arco, cinco bajorrelieves románico-bizantinos, con arquerías con doce relieves escultóricos entre los que destacan los de san Juan, san Pedro, san Pablo, Cristo Pantocrátor y Santiago, con sus atuendos de pacífico y pacificador peregrino. La puerta del Perdón (s. XII-XIII) posee reminiscencias claras de un románico arcaizante, inspirado tal vez en el compostelano Pórtico de la Gloria. En su parteluz destaca la imagen de una Virgen sedente con el Niño en una mano y, en la otra, una flor... La puerta de Amayuelas posee características similares a la de las Cadenas.
Después de referir que una de las torres, la derribada por el terremoto de Lisboa, es obra de Ventura Rodríguez, ya dentro de la catedral, de tres naves –más alta la central-, causan admiración los vitrales de los ventanales, así como una imagen de san Francisco de Asís de la que la tradición asegura que es la primera que se esculpió del santo de Asís en todo el mundo.
La Capilla Mayor es obra de Rodrigo Gil de Hontañón y albergó un retablo hispano-flamenco, de Fernando Gallego, que “misteriosamente” hoy se encuentra nada menos que en la capilla de la Universidad de Arizona, en los Estado Unidos de América. Un segundo retablo, en plata, desapareció en la “Guerra de la Independencia”. La capilla del Cristo de Oriente es propiedad de la familia noble de los Pachecos. La de la Virgen de la Faja – o Virgen de Belén- lo es de los García López de Chaves. En la capilla del Santísimo, de estilo gótico, luce y reluce uno de los más bellos retablos elaborados en los talleres de los Churrigueras. La capilla del Pilar es barroca.
Por sus íntimas connotaciones con la nobleza, a la vez que con la Jerarquía eclesiástica representada en los obispos mirobrigenses, es de destacar el itinerario fúnebre que puede realizarse y se realiza, en la visita a la catedral. Sus estaciones principales son, entre otras y como no podía ser de otra manera, la dedica al co-fundador, el conde don Rodrigo González Girón. En el listado funerario se incluye el sepulcro de la familia Juana Pérez Piñero y su marido Hernando Pérez de Robles, en el que dejó su huella artística Juan de Juni. Mención inexcusable reclaman los sepulcros de de los Fernández de Garay y Caraveo, “padres de un canónigo”.
Reclama atenta y pormenorizada mención el de don Pedro Díaz, “el obispo que resucitó”, de quien se cuenta “con pelos y señales”, que, estando de cuerpo presente en su propio funeral”, se levantó del ataúd y confesó públicamente sus pecados, muriéndose definitivamente después”.
La sillería del coro fue esculpida por Mateo Alemán, constituyendo una de las piezas gótico-platerescas mejor conseguida. De excepcional calidad es la silla episcopal del mismo. A los más –y aún menos- devotos, les causan motivos de verdadero y espectacular escándalo las imágenes burlescas, críticas y eróticas que decoran las “paciencias” o “misericordias” sobre las que, en los largos tiempos, rezados o cantados, reposan y restauran sus cansancios los Muy Ilustres Señores Canónigos de la Santa Iglesia Catedral con sus respectivos colores, colorines y salmos.
El Claustro, y el Museo Diocesano, son estaciones claves en la peregrinación religiosa por el complejo catedralicio de la ciudad mirobrigense, obligados a completar la visita a la Capilla de Cerralbo, (s. XVI-XVII), monumental templo de estilo herreriano, coronado por una gran cúpula con cimborrio. Su inspirador fue el Cardenal Francisco Pacheco, embajador en Roma, Virrey de Nápoles y arzobispo de Burgos. El templo está además enriquecido con la escultura orante del último marqués de Cerralbo, obra de Mariano Benlliúre.
Dejo para otra ocasión referir cómo se ejercía, “a lo bestia”, la justicia en ciudad tan clerical como la mirobrigense, de algunos de cuyos casos queda estremecedora constancia en el “Libro de los Fueros de Castilla”, con interpretación al pie de la letra de la “Ley del Talión”, aplicada en su caso “a la fazaña de un cavallero de Ciubdad Rodrigo que falló yasiendo con otro cavallero con sua mujer, et castrol de pixa et de coiones…”
El futuro de la catedral de Ciudad Rodrigo, y el de su diócesis, es todo un misterio, que genera y generará persistentes dolores de cabeza, sobre todo, “mitradas”. De en tiempos recientes “sede” episcopal de castigo para algunos prelados, y para otros, de entrenamiento, es posible que, de momento, pase a ser sede complementaria de la de Salamanca, con lo que se calmarían los sueños y las exigencias pontificales de quien antes fuera Secretario de la CEE., su “vocero”, “clérigo vago” canónicamente y obispo auxiliar de Madrid con competencias difusas y con rechazo por su parte de haber sido titular en activo de diócesis consideradas sufragáneas de las que son poseedores otros, en calidad de arzobispos. “Gran Canciller” de la “Pontificia “ salmantina –“ïterum Salmantica docet”-, convence a cualquiera.
“Sic transit gloria mundi” y más a sabiendas de que apellidarse mirobrigense lleva consigo la posibilidad legendaria de resucitar, antes de reposar sempiternamente en alguno de los mausoleos-cenotafios suntuosos de su catedral.
Etiquetas