David López Royo Al atardecer en África
Ucrania sí; pero África también, miremos, entre otros países, a Tanzania
Ucrania nos necesita, pero África quiere un compromiso de Europa para disfrutar de un atardecer que nos inunde de manera conjunta y nos haga entender que somos dos realidades que nos necesitamos porque si no lo que se dará es la presencia de una calima que arruinará poco a poco la libertad y la democracia de una Europa envejecida y sin futuro
La covid, queramos reconocerlo o no está marcando el ritmo de nuestras vidas. El conflicto entre Putin y Ucrania, extendido a Europa y a Estados Unidos, ha roto todas las expectativas y previsiones económicas que una buena parte del mundo se había fijado con el objetivo de dejar la covid reducida a una gripe permanente en nuestra existencia.
El acoso terrible y cruel sobre Ucrania ha unido a millones y millones de personas haciendo resurgir la solidaridad del bien común y ha demostrado una vez más que hay infinidad de cosas que se pueden hacer sin que sea necesaria la planificación de los gobiernos; pero para que la solidaridad no se malogre es preciso que, las estructuras administrativas que dependen de los que tienen la responsabilidad de gobernar, logren establecer la coordinación adecuada y precisa.
Nos hallamos en el atardecer de una Europa que precisa reencontrarse a sí misma para que la noche no termine de apagar la luz de una manera cruel. De ahí, que la solidaridad es el mejor antídoto para que lo oscuridad del conflicto quede reducida a una experiencia dolorosa pero superada, haciendo que el día ilumine a una Europa libre y democrática.
Sin embargo, esta gran solidaridad espontanea con Ucrania no puede hacernos perder la perspectiva de que existen infinidad de países que están abandonados y desde hace décadas su atardecer está dando lugar a una noche oscura de la que resulta imposible salir.
África es un continente que enamora y al mismo tiempo es un espacio donde, la existencia de infinidad de conflictos le hacen vivir sumido en un atardecer que se deja penetrar por la oscuridad de una noche perenne que tiene a infinidad de personas sumidas en el miedo y en el dolor, sin que prácticamente ninguno de los países democráticos y libres acudan con la suficiente fuerza para encender las luces suficientes que les ayuden a vencer las tinieblas de la noche.
Sí, Ucrania se merece nuestra máxima atención, sus habitantes están siendo masacrados por alguien que ha perdido la partida de la humanidad y que está conduciendo a los rusos a una meta llena de pobreza.
Pero, también, el noventa por ciento de los países de África precisan superar el atardecer en el que están inmersos. Necesitan de guías firmes y seguras que crean en la democracia y en la libertad y que se fijen como meta, no vivir en la eterna pobreza sino lanzarse a la búsqueda de los elementos más adecuados para construir espacios de bienestar social y político.
África es un continente de contrastes que desde hace décadas está buscando su propia identidad, una identidad quebrada y rota; pero que, sin embargo, no puede dejar de trabajar por encontrarla y para ello tiene que contar con la implicación de una Europa solidaria y generosa que se decida a ser compañera de viaje de África; pero de toda África y no solamente de una parte de este continente.
África necesita experimentar un atardecer en donde la oscuridad serena vaya dando paso a la noche y la noche haga resurgir una luz brillante que ilumine con claridad a los países que la configuran.
Los habitantes de África tienen que experimentar en su existencia que el atardecer acaricia cada rincón en el que están ubicados mezclando sus vidas con la confianza y la esperanza.
Los atardeceres tranquilos que África quiere disfrutar nos harán revivir a todos que África también necesita la paz y la armonía porque sin estas dos columnas seguirá existiendo un movimiento migratorio controlado por las mafias de la trata de seres humanos y esto significa que la noche oscura sigue estando latente en un continente olvidado y solamente tenido en cuenta para aprovecharse y enriquecerse por un grupo muy reducido de personas.
Tanzania puede ser el país, junto a Kenia y a Sudáfrica, que impulse un amanecer que haga que una buena parte de África brille logrando arrastrar a otros países del continente. Pero para que esto ocurra es necesario que Europa vuelva a recuperar las relaciones con África.
Europa debe de tener claro que un atardecer perenne en África afectará al amanecer de su libertad y de su democracia, no solo debe de existir Ucrania en la mente de Europa. No redescubrir a África significará dejarnos, poco a poco, envolver por la calima que hace sufrir sin sentido a infinidad de seres humanos en este continente.
Hemos experimentado hace unos días, los españoles, como la calima penetraba intensamente en nuestra tierra y en nuestros cuerpos cuidados y alimentados. Nos hemos percatado de las consecuencias de este fenómeno meteorológico. Pensemos que el atardecer de África sin amanecer es similar a las consecuencias que podría causar la calima permanente sobre la bóveda celeste en nuestro país. No nos damos cuenta y de manera silenciosa afecta a nuestras vidas cambiado el paisaje de nuestro día a día.
África se merece un atardecer que se funda con una noche en donde las estrellas brillen y lo hagan para iluminar un continente en donde la solidaridad no quede reducida a hechos determinados y puntuales, sino que sea el fundamento de un cambio de tendencia política y social.
Tanzania es el punto de esperanza y puede ser el apoyo que Europa necesita para hacer extender el espíritu de libertad que los países africanos necesitan para superar un atardecer eterno.
Julius Nyerere fue el precursor de un atardecer que conducía al amanecer sereno de un continente que quería dejarse penetrar por la luz clara y brillante de la libertad y de la democracia. Potenció para África el swahili como lengua vehicular y lengua de encuentro y de fraternidad.
Europa tiene que hacer lo posible por no abandonar a África y tiene que recuperar junto a los países existentes, al menos todos los posibles, el espíritu del que fuera presidente de Tanzania porque él quiso comenzar a construir un continente con una identidad propia pero próxima a Europa.
Ucrania nos necesita, pero África quiere un compromiso de Europa para disfrutar de un atardecer que nos inunde de manera conjunta y nos haga entender que somos dos realidades que nos necesitamos porque si no lo que se dará es la presencia de una calima que arruinará poco a poco la libertad y la democracia de una Europa envejecida y sin futuro.
Así como tenemos asumido que el movimiento migratorio de Ucrania hacia los países de la Unión Europea son una oportunidad y una respuesta de solidaridad, debemos entender que los movimientos migratorios de África hacia Europa pueden ser también una esperanza para miles de seres humanos; pero lo que estos países precisan es que les acompañemos desde Europa para construir una base solida que genere verdaderas democracias y grandes espacios de libertad para que no tengan la necesidad de huir de la miseria y de la pobreza porque con más democracia habrá más riqueza que repartir equitativamente entre sus habitantes.
El amanecer de África rompiendo con el atardecer oscuro y perenne se dará si Europa, haciendo un acto de contrición, recupera la voluntad de querer ayudar a construir un continente con unos cimientos amasados por la democracia y la libertad.
Ucrania sí; pero África también, miremos, entre otros países, a Tanzania.