David López Royo Hay que seguir
"No seamos irresponsables y busquemos siempre la verdad sin dejarnos llevar por aquellos que, desde dentro, quieren romper con nuestra historia, una historia con más aciertos que desaciertos, una historia llena de pasión, una historia comprometida, una historia de sufrimiento, una historia que busca, ante todo, la esperanza y el futuro"
"La libertad se aleja de la destrucción y por esta razón a la vuelta de este periodo de descanso, no podemos olvidarnos que el conflicto de Ucrania fomentado por Putin sigue aquí y que no se ha marchado"
Esta Semana Santa ha supuesto una gran alegría para el sector servicios, sobre todo, los relacionados con la movilidad turística.
Durante unos días ha cambiado la imagen de una sociedad quieta y cercada por dos años de angustia e incertidumbre. Hay que alegrarse por ello y hay que procurar no dejar de circular en la dirección correcta.
Lo vivido durante estos días quedará en la experiencia de quienes se han podido desplazar como un símbolo de lo que significa vivir en libertad. La libertad es lo que puede sostener que las personas podamos construir nuestro presente sin estar sujetos a lo nos pueda limitar, claro, teniendo siempre presente que existen los límites que marca, en nuestro caso, nuestra propia Constitución.
La libertad se aleja de la destrucción y por esta razón a la vuelta de este periodo de descanso, no podemos olvidarnos que el conflicto de Ucrania fomentado por Putin sigue aquí y que no se ha marchado.
No tenemos, con franqueza, una idea cierta de cuánto tiempo va a durar; pero sí estamos experimentando sus consecuencias: muerte, desolación, destrucción, variables que empujan a una crisis económica, desplazados que se han convertido en migrantes forzados a tener que huir de su tierra y, también, políticos intentando buscar soluciones diplomáticas que serán imposibles de alcanzar porque cuando lo que primar es la soberbia el diálogo nace fallido.
Vengo señalando en mis artículos que el problema bélico sito en Ucrania es un conflicto más de los que existen en el planeta que habitamos y sobre lo cuáles no ponemos atención, hacemos como si no existieran; pero, sin embargo, están ahí y también producen desplazados, hambre y miseria.
Si nos fijáramos un poco más en América Latina, nuestro continente hermano, no podríamos dejar de ignorar qué en esas tierras nobles y serenas, marcadas por parajes espectaculares y pobladas por personas maravillosas, existen desplazamientos de millones de personas causados por gobiernos populistas y de corte dictatorial que están malogrando la libertad y la ilusión de generaciones que tendrán muy difícil marcarse un camino abierto y libre.
Adentrándonos un poco más en una fotografía de un mundo en donde vive una buena parte sin las libertades y sin los derechos fundamentales nos encontramos que Putin busca alianzas estables con los populismos surgidos en América Latina intentado destruir el legado histórico y cultural sembrado desde hace más de 500 años. Estas alianzas tratan de volver a una zona convulsa, donde el conflicto social sea la herramienta necesaria para lograr terminar con lo que ha formado parte de un continente logrando con aciertos y errores sembrar un espacio de luz a través de principios democráticos.
Nos estamos fijando en Ucrania y, por tanto, en Europa; pero España no debería de descuidar mirar hacia América Latina, porque nuestra identidad carecería de sentido si nos olvidamos del continente latino.
Por esta razón hay que seguir estando cerca de este espacio del mundo sin dejarnos arrebatar lo que muchos pretenden destruir. Formamos parte de una misma historia y construimos proyectos conjuntos que han posibilitado grandes avances sociales, culturales y económicos; por este motivo nuestro posicionamiento tiene que ser el de un país que busca el entendimiento y construir como si fuéramos un equipo un espacio de libertad.
Nos están intentando inculcar el desprecio de unos para con otros, qué equivocados están quienes esto lo están potenciando, se olvidan qué en nuestras venas corre sangre latina y esto son palabras mayores, por mucho que se empeñen los modernos de la historia y los populismos interesados, no podrán acabar con el sueño de que somos, ante todo, hermanos.
Hay que seguir intentándolo porque la historia nos ha enseñado que no podemos renunciar a nuestra verdadera identidad.
España poco a poco ha ido acogiendo a un número ilimitado y, lo seguirá haciendo, estoy convencido de ello, de hermanos y hermanas venidos de distintos países de América Latina; la gran mayoría desplazados de manera forzosa por las situaciones que les están tocando vivir.
Hay que seguir apostando por la búsqueda de caminos que nos lleven a la meta del entendimiento y éste posibilite construir una comunidad iberoamericana fuerte y solidaria; pero para esto es necesario que la democracia no pierda fuerza y energía, al contrario, que sea el antídoto al populismo y al totalitarismo.
Hay que seguir reforzando Europa, pero sin olvidar que nosotros somos parte, también, de América Latina; por este motivo el conflicto de Ucrania nos debe ocupar; pero sin descuidar que la provocación de Putin no concluye en este punto, sino que está intentando envolver al continente latino.
Hay que seguir afrontando los problemas que ha causado la covid y está provocando el conflicto de Putin con Ucrania; pero esto no nos debe apartar de lo que está ocurriendo, en estos momentos, en muchos países de América Latina. Miremos a Colombia ¿qué pasará?
Hay que seguir creyendo que la única vía es la democracia como garante de la salvaguarda de los principios fundamentales a los que tienen derecho cada habitante que habite una tierra que siembra esperanza y cosecha libertad.
¡Por favor! Qué lo que está sucediendo en Ucrania no distraiga nuestro interés y afecto hacia lo que sucede con silencio mediático en América Latina. No seamos irresponsables y busquemos siempre la verdad sin dejarnos llevar por aquellos que, desde dentro, quieren romper con nuestra historia, una historia con más aciertos que desaciertos, una historia llena de pasión, una historia comprometida, una historia de sufrimiento, una historia que busca, ante todo, la esperanza y el futuro.
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