La historia de una mamá en un país no-lugar para los pobres Decir mentiras para obrar la verdad: Una madre-coraje y su hijo esquizofrénico

La llamo Luna, porque no puedo decir su nombre
La llamo Luna, porque no puedo decir su nombre

A simple leer, el título parece una aporía y no lo es; les voy a hablar de una mamá y en el corazón de las mamás, que no calcula como enseñan las lógicas que no aman, suele quebrarse hasta el principio de no contradicción.

La voy a llamar Luna porque no puedo decir su nombre, si lo dijera sería inseguro para ella y para su hijo; sí, porque Luna tiene un hijo, un muchacho que sufre esquizofrenia y que en su locura, hace ya un tiempo, asesinó a su  abuelo, al papá de Luna.

Y el muchacho, que estuvo en la cárcel, y que en realidad tendría que haber estado en un centro psiquiátrico, ya “pagó” su castigo y ya cumplió lo que le impuso el juez; así que está por fuera, ahora, aunque quisiera, no puede estar en la prisión, pero tampoco puede volver a casa.

Luna, cuando dices que no sabes donde está tu hijo, estás diciendo la verdad, tú sabes el lugar, pero ese lugar, sin acogida, sin amor, sin casa, es un no-lugar; los violentos y su justicia, los buenos y su indiferencia, han hecho de nuestro país un no-lugar para tu hijo y todos los pobres como él.

A simple leer, el título parece una aporía y no lo es; les voy a hablar de una mamá y en el corazón de las mamás, que no calcula como enseñan las lógicas que no aman, suele quebrase hasta el principio de no contradicción y así una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo, una mentira superficial puede ser una verdad honda. 

La voy a llamar Luna porque no puedo decir su nombre, si lo dijera sería inseguro para ella y para su hijo; sí, porque Luna tiene un hijo, un muchacho que sufre esquizofrenia y que en su locura, hace ya un tiempo, asesinó a su  abuelo, al papá de Luna;  y a Luna no se le ha partido el corazón entre su hijo asesino y su papá asesinado, su corazón permanece entero y quiere a los dos, al muerto y al que lo mató, son dos sufrimientos que palpitan juntos; ella sufre como mamá y con sus otros hijos lucha por el condenado ; ella sufre como hija y como tal llora con sus hermanos la pérdida de su papá; la gente quiere que  parta el corazón, que lo divida en dos, que deje a su hijo, que lo saque de su alma y de su familia, que se desentienda de él  y que nunca lo vuelva a recibir en la tierra y en la casa donde siempre han vivido.

En la cárcel están los pobres. Los pobres están el la cárcel
En la cárcel están los pobres. Los pobres están el la cárcel

Y el muchacho, que estuvo en la cárcel, y que en realidad tendría que haber estado en un centro psiquiátrico, ya “pagó” su castigo y ya cumplió lo que le impuso el juez; así que está por fuera, ahora, aunque quisiera, no puede estar en la prisión, pero tampoco puede volver a casa, los mismos tíos respiran venganza en su contra, la gente de su vereda ya habló con “los que manejan”, el grupo armado fuera de la ley que los extorsiona pero que, dicen ellos, también les garantiza seguridad, que nadie robe, que nadie mate, que nadie le quite el marido ni la esposa a nadie, que nadie se drogue…. Claro que el grupo armado, una especie de sacerdocio al dios seguridad a la que la vereda le paga sus diezmos; ellos si pueden robar, matar, violentar a las mujeres, expender droga. 

Sí, la gente de la vereda habló con los armados y les pidió ayuda para que el hijo de Luna no volviera a asomarse por ahí, que por favor lo buscaran y que hicieran “limpieza”, que había que salir de él.  Y la gente que le pidió esto a los violentos, lo sé porque he estado por allá, son gente que también pide la misa y llaman al cura para que bendiga sus escapularios y su agua, se echan la bendición cuando pasan delante de las cruces de los caminos, rezan los mil jesuses, comulgan en semana santa y dicen que son más católicos que el papa.  Muy cristianos y muy violentos y se felicitan porque desde que “los que manejan” están por ahí pues la gente cumple más las leyes de Dios y la moral no se les tuerce tanto como cuando no hay ley.

Y Luna tiene que decir mentiras para proteger a su hijo, tiene que decir que no sabe dónde está, que hace mucho que no lo ve, que está perdido; y Luna llega a sentir escrúpulos, le pesa tener que decir lo que siente como falso; y yo creo que Luna cuando dice esa mentira que se le hunde en el alma como escrúpulo que la hiere, está obrando la verdad, está cuidando a su hijo, protegiéndolo de la venganza, del ojo por ojo y del diente por diente; y a Luna le duele porque sabe que su hijo, al que se le cumplió el plazo de su condena, no puede volver a casa, allí dónde lo esperaba ilusionada; la casa, ese estado del alma donde todos podemos sanar y ser humanos,  donde nos cuidamos y superamos los males; no puede ir a casa porque los vecinos están pendientes y siempre husmeando, para que no se les contamine la vereda, para poder seguir trabajando sin contratiempos, rezar sin estorbos, mantener las buenas costumbres.

Lágrimas
Lágrimas

Y a Luna le duele, Luna no brilla, porque su muchacho está a la intemperie, vagando en la ciudad lejana, preso de su locura, anónimo en su hambre, alucinado de drogas para no ver el infierno que camina, enajenado para no recordar lo que hizo a su abuelo, huyendo de sí mismo y de todos. Y a mi me duele, me duele este país que se acostumbró a la justicia que dispensan no los magistrados sino los violentos; que idolatra la seguridad; que rechaza los diálogos, que pone armas en la política y que se burla de los que proponen la paz grande; que pone dudas a lo que dicen las víctimas; que ataca la jurisdicción especial para la paz; que sigue matando a los excombatientes que firmaron los acuerdos, abandonaron las armas y ahora intentan reinsertarse a la vida civil; que encuentra chivos expiatorios y se cree justo y piadoso cuando los sacrifica.  Leemos la biblia y no notamos la marca en la frente de Caín, nos parece que Dios se pasó de bueno.

Luna, cuando dices que no sabes dónde está tu hijo, estás diciendo la verdad, tú sabes el lugar, pero ese lugar, sin acogida, sin amor, sin casa, es un no-lugar; los violentos y su justicia, los buenos y su indiferencia, han hecho de nuestro país un no-lugar para tu hijo y todos los pobres como él.

Colombia
Colombia

Etiquetas

Volver arriba