Entrevista a Monseñor Carlos Gustavo Castillo, arzobispo de Lima (Parte II) Mons. Castillo: "Pienso que mi misión es estar ahí para escuchar las nuevas experiencias que producirán los nuevos relatos"
"El Papa, lo que me quiere decir con este ministerio es: facilita que el país converse, que reflexione, dialogue con el mundo. Que no tenga miedo. Que tenga confianza"
Para mí el desafío más grande y la responsabilidad que nos deja el Papa es, sobre todo, el introducir el elemento reflexivo que profundice lo que vivimos. Y el Perú es eso. El Perú es un país en donde todo el mundo repite el pecado original
La religiosidad del Perú es a lo que llamamos el “león dormido”, porque esa religiosidad, si se logra evangelizar y actualizar, abrirá paso a que surjan los santos que van a poder, proféticamente, ampliar los sentidos de la Iglesia e irradiar una nueva experiencia
Uno de los problemas actuales, no solo de Lima sino de todas las diócesis: no hay pastoral urbana. Necesitamos tener una pastoral adaptada al tipo de urbe en que estamos: estamos en muchos casos en megaciudades
El sentido del Sínodo de la Amazonía es ayudarnos a agudizar la imaginación para responder a la complejidad de este mundo líquido que además se puede volver gaseoso de tan caliente, que se evapore
El vuelco dado por el santo padre Francisco de emprender las cosas agarrando al toro por las astas es muy dura, pero es muy importante. No hay credibilidad posible si no se tiene una actitud de veracidad
Cuando un cura comete una cosa grave se miraba a otro lado. Tenemos que terminar con eso. La pedofilia no tiene que ver con el celibato, sino con el clericalismo
Sin el cariño de la gente no hay duda que uno no podría hacer de cura. Sin la hondura en la vocación tampoco. Hay que juntar las cosas. Y luego saber. Saber, es que es un arte que comienza por saborear al riqueza de la realidad en la experiencia
Los críticos a Francisco, Entonces, qué ofrecen como alternativa. Ofrecen, simplemente, el anquilosamiento
La religiosidad del Perú es a lo que llamamos el “león dormido”, porque esa religiosidad, si se logra evangelizar y actualizar, abrirá paso a que surjan los santos que van a poder, proféticamente, ampliar los sentidos de la Iglesia e irradiar una nueva experiencia
Uno de los problemas actuales, no solo de Lima sino de todas las diócesis: no hay pastoral urbana. Necesitamos tener una pastoral adaptada al tipo de urbe en que estamos: estamos en muchos casos en megaciudades
El sentido del Sínodo de la Amazonía es ayudarnos a agudizar la imaginación para responder a la complejidad de este mundo líquido que además se puede volver gaseoso de tan caliente, que se evapore
El vuelco dado por el santo padre Francisco de emprender las cosas agarrando al toro por las astas es muy dura, pero es muy importante. No hay credibilidad posible si no se tiene una actitud de veracidad
Cuando un cura comete una cosa grave se miraba a otro lado. Tenemos que terminar con eso. La pedofilia no tiene que ver con el celibato, sino con el clericalismo
Sin el cariño de la gente no hay duda que uno no podría hacer de cura. Sin la hondura en la vocación tampoco. Hay que juntar las cosas. Y luego saber. Saber, es que es un arte que comienza por saborear al riqueza de la realidad en la experiencia
Los críticos a Francisco, Entonces, qué ofrecen como alternativa. Ofrecen, simplemente, el anquilosamiento
El sentido del Sínodo de la Amazonía es ayudarnos a agudizar la imaginación para responder a la complejidad de este mundo líquido que además se puede volver gaseoso de tan caliente, que se evapore
El vuelco dado por el santo padre Francisco de emprender las cosas agarrando al toro por las astas es muy dura, pero es muy importante. No hay credibilidad posible si no se tiene una actitud de veracidad
Cuando un cura comete una cosa grave se miraba a otro lado. Tenemos que terminar con eso. La pedofilia no tiene que ver con el celibato, sino con el clericalismo
Sin el cariño de la gente no hay duda que uno no podría hacer de cura. Sin la hondura en la vocación tampoco. Hay que juntar las cosas. Y luego saber. Saber, es que es un arte que comienza por saborear al riqueza de la realidad en la experiencia
Los críticos a Francisco, Entonces, qué ofrecen como alternativa. Ofrecen, simplemente, el anquilosamiento
Cuando un cura comete una cosa grave se miraba a otro lado. Tenemos que terminar con eso. La pedofilia no tiene que ver con el celibato, sino con el clericalismo
Sin el cariño de la gente no hay duda que uno no podría hacer de cura. Sin la hondura en la vocación tampoco. Hay que juntar las cosas. Y luego saber. Saber, es que es un arte que comienza por saborear al riqueza de la realidad en la experiencia
Los críticos a Francisco, Entonces, qué ofrecen como alternativa. Ofrecen, simplemente, el anquilosamiento
Los críticos a Francisco, Entonces, qué ofrecen como alternativa. Ofrecen, simplemente, el anquilosamiento
En esta segunda entrega, a días de ser nombrado arzobispo de Lima, Mons. Castillo reflexiona sobre su misión, sobre el ser Iglesia, lo que ya no vale y lo desable: la toma de conciencia; la única manera de abrir nuevos caminos. "Nuevos relatos", como él expresa. La "experiencia real" es lo válido como base, lo que da frutos, lo que realmente nos da la dimensión de las cosas.
De esta manera charlamos sobre el ser cristiano, la vida, la ecología, el celibato, la Iglesia que desaparece, el diálogo y la escucha, el celibato, la pedofilia, los estériles críticos del papa Francisco y su no-discurso, su flata de creatividad.
Y finalmente, las conclusiones:
"La oscuridad viene del maltrato, del desprecio por el valor del otro(...) Yo confío en eso que el Papa llama conversión pastoral. Que todos esos sectores recapaciten"
El Papa dice que los santos, por ejemplo Rosa, no son algo episódico, sino algo que Dios suscita porque desafía la realidad.
Los suscita en la confrontación con la realidad de un creyente, para poder, en esa situación, dar un signo. Y Rosa, dentro de los límites de mujer que tenía, supo dar ese signo. Porque inclusive de su padre toma distancia. En un testimonio de su madre, esta señala que Rosa se negó, a los 12 años, a ayudarlo en los trabajos de dirección de la mina que administraba en Quives “Porque estos minerales son mentirosos,... tienen poco del oro de la virtud” y “se producen con muchos achaques”, evidentemente achaques y dolores de los indios y negros. Le dice: “yo no te voy a ayudar en la mina”. Pero sí te voy a ayudar tejiendo. Cose, borda y vende sus cosas, y con eso ayuda a la familia.
Pero es muy interesante. Esta claro que desde adolescente hizo la opción clara de Jesús en el sermón de la montaña “o Dios o el dinero”. Y hay más cosas; hay un montón. Ella llama a Jesús “amado esposo”, y en un sueño que relató a Gonzalo de la Maza, Jesús es un indio cantero. Es el rostro de un minero de los que que está trabajando ahí, en Quives. Ese es su amado esposo.
El Papa dice que hoy día tenemos que ser los santos del nuevo milenio, y se refiere justamente a ese contexto en donde, repitiéndose en forma similar un tipo de problemática, se requiere líneas de orientación también similares al término de un periodo que volvió a ciertas tradiciones similarmente orgánicas con el sistema. Es un proceso complejo que no implica solo la política eclesial, sino también la religiosidad crece en el país de forma impresionante, por todos lados, en un progreso importante del Perú, donde hay plata, simultáneamente hay opresión, y no se sabe cómo enfrentar esta desigualdad, lo que espiritualmente conduce a repetir cosas que vienen de la costumbre desde el siglo XVII.
A eso es a lo que llamamos el “león dormido”, porque esa religiosidad, si se logra evangelizar y actualizar, abrirá paso a que surjan los santos que van a poder, proféticamente, ampliar los sentidos de la Iglesia e irradiar una nueva experiencia. Hay que estar atentos a esas experiencias.
Pasado este período y en este contexto, qué pretende el Papa nombrándolo a usted arzobispo de Lima? ¿Cuáles son las líneas de trabajo? ¿Qué es lo que la realidad le pide?
En el fondo se nos está pidiendo que actualicemos la riqueza de lo que hemos heredado. Especialmente la riqueza de una religiosidad popular que tiene un sentido, pero que requiere ser releída y dinamizada desde el interior con la evangelizacion.
Y yo sí siento que, en general, en todas las diócesis del Perú hay una tendencia; los curas tendemos a poner la religiosidad en piloto automático. La gente sigue con sus devociones pero, ya está pasando, inventa otras cosas, la llena de cohetones, de lo que sea, y no se recupera la fe cristiana. Esta solamente se recupera con conciencia.
Para mí el desafío más grande y la responsabilidad que nos deja el Papa es, sobre todo, el introducir el elemento reflexivo que profundice lo que vivimos. Y el Perú es eso. El Perú es un país en donde todo el mundo repite el pecado original. Es decir, se apresura a comerse el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Comerse ese fruto del árbol es comerse el razonamiento profundo. Y en el apresuramiento nos comemos lo que debe ser usado para reflexionar y entonces el país sigue en la danza de la violencia, la desesperación las crisis, y la religiosidad sin repercusión ninguna... Parece que el elemento reflexivo está introduciéndose por miles de motivos en otros aspectos.
Pero hay un peligro, porque con el razonamiento algorítmico que tenemos, casi robótico, hay una inclinación muy fuerte en los jóvenes hacia el razonamiento fácil, casi mecánico, sin profundidad filosófica ni teológica. Entonces, cómo nosotros, siendo una iglesia que cree en Cristo y que tiene una teología profunda, no llega a enamorar a la gente con una reflexion más claro de sus vidas.
Entonces, lo que nos falta es escucharnos. Y creo que el Papa, lo que me quiere decir con este ministerio es: facilita que el país converse, que reflexione, dialogue con el mundo. Que no tenga miedo. Que tenga confianza. Que aprenda a entrecruzar toda la riqueza diversa que tenemos con el evangelio. Eso lo dijo, además, en el mensaje.
La misión está en todos los mensajes que nos ha dado. El programa está ahí.
Y en la Iglesia hacia adentro, ¿qué cosas hay que hacer?
Veo muy importante, primero, subrayar la diocesaneidad, porque es verdad que nosotros hemos recibido una riqueza enorme, tanto de las congregaciones religiosas como de los movimientos últimos que han salido. Pero la comprensión de la localidad siempre es la comprensión del sentido de la experiencia particular y concreta de una realidad donde Dios se manifiesta.
Vengo de una reunión sobre vocación en la Pastoral Juvenil, y el problema que hay es que pensamos que la vocación es algo así como un impulso que termina en un esquema vocacional ya preestablecido, al cual el joven tiene que adscribirse para poder desarrollarla. Y la vocación, dice bien claramente el documento de Juventud del Sínodo, es un misterio que hemos de respetar y acompañar para que de él surja lo que Dios quiere, que puede ir por diversos caminos. Por lo cual, no la podemos encajonar.
Y cada uno tiene que expresarlo según su mera libertad y querer.
Según sus posibilidades y según la inspiración del Espíritu. Y los que acompañamos somos los acompañantes respetuosos del proceso que Dios está haciendo en y con los jóvenes. Y en realidad funciona como que nosotros ya sabemos cómo son las cosas, y entonces todo el mundo entra por el mismo tubo predeterminado de quien “dirige” a cada joven.
Y salen todos iguales.
Es lo que pasa. Los sistemas que más han contribuido a eso en el pasado eran los de las congregaciones religiosas que tenían sus sistemas, sus espiritualidades más o menos establecidas. Muchas de ellas muy ricas, pero más o menos establecidas, aunque son mayor flexibilidad. Pero ahora está también el sistema de los movimientos que coinciden en puntos rígidos, que sí contemplación de la Eucaristía, que si arrodillarse, que si sacrificios, etc. Lo que se llama aqui, dos Iglesias separadas; la de la comunión en la mano y la comunión en la boca. La comunión de rodillas y la comunión de pie.
Estamos divididos en formas, pero que no logran atender la particularidad de lo que cada uno vive. El Papa tiene una frase muy linda que dice: "hay que estar allí donde los nuevos relatos se gestan".
Yo creo que mi misión es esa; tengo que estar ahí para escuchar las nuevas experiencias que producirán los nuevos relatos. Y hay miles de nuevos relatos que si los escuchamos, podemos también encontrar en ellos principios y orientaciones y normas nuevas. La falta de ejercicio reflexivo que valora la experiencia, nos ha llevado a encajonarnos permanentemente y repetir la historia y por eso estamos anclados en el siglo XVII.
Y salir fuera de la realidad muchas veces.
Así es, porque se piensa: si yo voy a misa, si comulgo, si rezo jaculatorias y doy una limosnita, mi alma se va al cielo.
Si cumplo con el sistema completo. Y no es nada de eso; es más complejo.
Y se olvida la experiencia particular del otro, al que tengo que responder. Y cada situación es particular. De la realidad humana de todos los dias. Hay miles de millones de situaciones particulares, y todas ellas nos están llamando a cambiar y a abrirnos. Eso la gente lo intuye, pero no llega a tomar todavía la forma de un modo eclesial que afronta responsablemente esto con todos.
A ver cómo.
Es difícil pero no es imposible, porque yo creo que está pasando una cosa muy nueva que es que la gente quiere expresarse, quiere decir. Si nosotros vehiculizamos eso...
La gente dentro y fuera de la Iglesia.
En la Iglesia mucho más.
En la Iglesia también.
En la Iglesia muchísimo más. Mira, tenemos unas formas de celebrar más o menos comunes en todo el mundo. Pero se hace una pequeña chispa de alegría, y la gente entra inmediatamente.
Eso lo corroboro yo.
En la que fue mi parroquia, san Lázaro, tenemos casi un himno que es el Cordero de Dios en forma marinera. Lo van a tocar en mi ordenación. Se toca con repique del piano, se llama el “recutecu”, y es una fiesta, pero además es un sentido de expresión de unidad. Y cómo entra en el sentir de la gente!.
No te he contado que después de se párroco en el Montón fui a San Lázaro y San Lázaro queda en uno de los barrios más antiguos de Lima, el Rímac, el barrio de Malambo, donde nació la marinera, los ritmos negros y los ritmos criollos. Es el centro el criollismo, y ahí no se puede celebrar la misa si es que no hay esa pasión, y además es un pueblo excelente.
En el Montón la gente era menos cantora, en San Lázaro en cambio, yo entonaba y toda la gente cantaba y se movía. Yo he vivido en ese barrio también de pequeño. Cuando nací, a los tres meses me fui a vivir al Rímac porque mi papá fue comisario allí siete años. Esas cosas uno las siente.
Bueno, faltan tres preguntas, ¿eh?.
A ver, dígame.
La siguiente pregunta es sobre el sínodo.
¿El sínodo de jóvenes?
No, el de Amazonía.
Me parece que lo más importante es el punto de inflexión que existe en el mundo con el tema del clima. Es una cuestión definitiva que interpela no solamente toda la modernidad, sino que el modo en que hemos sido humanos, una humanidad que prescinde del medio ambiente en todo. Inclusive la teología es a-geográfica; el Evangelio, la Biblia en cambio son geográficos, siempre cada lugar significa algo. La teología moderna por ejemplo es a-geográfica, es racional, es cartesiana, sin reconocer la realidad concreta en lugares concretos.
Lo que pasa es que nos va a costar el poder enfrentar ese problema: la posibilidad inclusive de estar en el borde de la de la crisis extrema, lo que Bauman llama el “mundo líquido”. Me parece que en un contexto así otra vez está el asunto de los nuevos relatos y curiosamente los nuevos relatos son los relatos olvidados de los pueblos sencillos que viven en la Amazonía y que no son folclore; no son ancestralismo, porque los han mantenido pero actualizándolos, viendo que las condiciones cambiaron y entonces se están renovando. Son relatos que tienen mucho que decir y que además ahora se están traduciendo a partir de los jóvenes actores que, perteneciendo a esos pueblos, son también modernos y traducen de sus lenguas a las nuestrasa la novedad de lo que estamos viviendo.
Hacen una síntesis de su vida misma.
Y que muy bien podrían ingresar en el conjunto de los nuevos relatos que se están gestando en las ciudades. Por eso es que creo que a la búsqueda de ayudar a la Amazonía, sus poblaciones y ambiente, tenemos que unir una renovación de las ciudades contribuyendo con una pastoral urbana ligada a la pastoral ambiental. Uno de los problemas actuales, no solo de Lima sino de todas las diócesis: no hay pastoral urbana. Necesitamos tener una pastoral adaptada al tipo de urbe en que estamos: estamos en muchos casos en megaciudades.
¿Por qué? Porque ahí hay relatos que muestran un descontento, que muestran el sufrimiento, que muestran también una esperanza, y por dónde están las líneas de salida del pueblo. Intuitivamente este sabe a dónde podemos ir porque por experiencia dice: “No se puede aquí no se puede acá: por ese lado” y las experiencias felices de las personas que surgen son un anticipo de cómo podemos surgir todos si es que nosotros tomamos atención de las cuestiones comunes que se tienen.
Tú te acuerdas de la visita del Papa al Hogar Principito en donde son generaciones de jóvenes que han salido todos de origen amazónico, indígenas que ya han madurado, que han ido asimilando y que han ido leyendo la realidad desde su punto de vista, que a la vez están en conexión siempre con el punto de vista colectivo de sus comunidades.
Entonces a mí me parece que si el Sínodo Amazónico logra integrar la intuición de respuesta que están dando estos pueblos y además si es un aporte de fe, se puede anunciar a la urbe un evangelio renovador que le permita encontrar la razón por la cual también en la urbe se sufre, y también se busca algo nuevo, y hacer una especie de gran alianza. Eso mirando en grande, pero que se hace a través de relaciones muy concretas. Por ejemplo el hecho de que en Lima vivan los shipibos, ahuajum, o asháninkas, es muy importante, claro, porque le recuerdan a la ciudad que esos que consideran marginados son en realidad el destino que puede tener toda la ciudad. Todos podemos terminar así.
Luego todo el asunto de la crisis ambiental desafía completamente una iglesia que cree que puede sobrevivir simplemente repitiendo ritos y entonces nosotros tenemos que ser una Iglesia que dinamice inclusive su propia ritualidad o mejor la practique creativamente en la vida, al compás de cómo se camina en el mundo.
Jesús no tenía tantos ritos, sino que iba caminando con la gente y rezando en el camino; iba orientando su vida y haciendo la voluntad de Dios en cada circunstancia, e incorporaba a sus discípulos a la dinámica de ese caminar con su pueblo.
Estamos en una época de la Iglesia en camino: la figura mejor para ilustrar lo que no debe ser la Iglesia esta en la película Titanic: se está hundiendo el barco y la orquesta sigue tocando su musica. Lo que hay que hacer es empezar a cortar el Titanic en mil pedazos para encontrar balsas para poder salvarnos. E ir a buen puerto nadando y salvando vidas.
Nosotros seguimos tocando la misma música pase lo que pase
Y cuanto más refinada parece que fuera mejor, entonces nos vamos a hundir con música y todo. Yo creo que ese es el sentido del Sínodo, ayudarnos a agudizar la imaginación para responder a la complejidad de este mundo líquido que además se puede volver gaseoso de tan caliente, que se evapore. Hay que ver qué vamos a hacer, cómo inventar formas de vivir en eso.
Y ahí sí creo que el sistema financiero de la ganancia está queriendo inventar una forma de despedirse de la tierra.
Que es autodestructivo
Si, intentando salvar las ganancias y hacer negocio incluso con la salud. Y entonces van a empezar a usar la población mundial para hacer parches para que los viejos prolonguen la vida y evidentemente eso va contra la tradición humana histórica. La vida no se prolonga, la vida se regenera de generación en generación; entonces ahí hay un egoísmo de unos respecto de otros.
La justicia intergeneracional de la que habla el Papa.
Tenemos un problema grande de alianza intergeneracional, donde se extiende el uso de los menores para propios fines de ciertos mayores. Similar al tema de la pederastia y de los abusos por parte sobre todo de cierto clero. La semana que viene habrá una reunión sin precedentes del Papa con los presidentes de las conferencias episcopales del mundo. ¿Cómo ve usted este problema? Es una pérdida grande de credibilidad de la institución. Caminos para remontar.
Yo creo que el vuelco dado por el santo padre Francisco de emprender las cosas agarrando al toro por las astas es muy dura, pero es muy importante. No hay credibilidad posible si no se tiene una actitud de veracidad, lo cual no quiere decir que en ese contexto haya casos y casos distintos, pero los casos que estén claros tienen que enfrentarse. Hay que diferenciar si se trata de caídas. Ahora, con la pedofilia no hay nada que hacer. Eso es sancionable, ahí no hay caídas. Pero en el caso de compromisos con personas, eso no es propiamente pedofilia, pero también le quita dignidad a la Iglesia por una forma no honesta de llevar adelante las promesas.
Aprender a reconocer que podemos reparar los daños que hacemos tanto desde el punto de vista de las personas como desde el punto elcesial de conjunto. No podemos seguir haciendo pasar nuestra Iglesia como Iglesia santa cuando no se comporta santamente. Eso hay que superarlo; yo creo que con la sinceridad de francisco estamos entrando en un proceso precioso de recapacitación y de conversión que se puede ir ampliando en la Iglesia, que además, se une a sanciones claras, precisas, ordenadas, y a una política general de cambiar esa cosa que es una costumbre -era lo de siempre-.
Cuando un cura comete una cosa grave se miraba a otro lado. Tenemos que terminar con eso. El escándalo está hecho y más vale que todos esclarezcamos con fortaleza. Eso implicará investigar cada proceso para no generalizar, pero sobre todo tener que escuchar a las víctimas. No podemos quedarnos callados ante estos delitos. Y cuando hay un problema no podemos defender a los culpables. No nos podemos poner de su lado.
Y también creo que hay que ver cómo hacemos para que los poderes civiles sean lo más claros, por ejemplo en el Perú, uno de los problemas que puede haber es que los poderes civiles están también corruptos y ciertos sectores victimarios, incluso católicos, usan esta degeneración, llegan a acuerdos y se neutraliza todo.
Creo que es un esfuerzo descomunal necesario, y además yo diría que, con la actitud de Francisco, hecho en libertad y en decisión de amor por el Señor y por la gente podemos lograrlo.
No tiene que ver creo yo tanto con el celibato pero sí con la formación de los sacerdotes. Ahí también habrá que hacer algo.
Personalmente pienso que si yo no fuera célibe, no podía dedicarme a la gente tanto como me dedico ahora. No es el celibato, es el clericalismo.
Desde luego
Y además también el casado es célibe con respecto a las demás mujeres. Está obligado por lo menos. Y tentaciones tiene y está llamado a resolverlas.
Ese es el proceso de madurez equilibrada que está de por medio. Y tienes razón con la formación. Hace unos años fui el tercer jefe de la Fraternidad Sacerdotal de Lima (me eligieron hace años y allí tuvimos unas reuniones). Recuerdo que queríamos plantear el problema. Preguntamos una vez cómo hemos tratado la sexualidad en nuestra vida sacerdotal... Todos callados. Nunca lo habiamos tratado.
Nunca se ha tratado en el seminario, efectivamente.
Ni en el país. Lo que se llama educación sexual es simplemente una presentación fisiológica. Obvia toda la complejidad humana. La persona humana, que está hecha para amar y por lo tanto tiene que saberse expresar en el amor. Hay niveles en ese amor más profundo menos profundo y por lo tanto tiene que tener la seriedad el compromiso. Todo eso no se conoce.
Todo eso está por estrenar, como la jerarquía de verdades, que decía un profesor mío.
Y en el conocimiento de nuestro pueblo todo el mundo cree que sabe de la sexualidad porque la practica, no porque se conoce el sentido. Los mismos célibes hemos tenido que pasar por un proceso de consideración de la belleza de la sexualidad para justamente vivirla como una experiencia de entrega en donde hacemos una sublimación. Pero la sublimación supone el entrar en la educación de todo lo sutil en nuestra vida... Si yo no cantara, si no tocara guitarra, si no hiciera poesía... no puedo compensar los aspectos que todo ser humano tiene.
Creo que ahora que hay necesidad de eso y ahí coincidimos país e iglesia Todos estamos en necesidad en volvernos personas más reconocedoras, más apreciadoras. El Perú es un país donde se desprecia mucho. Y necesitamos compartir nuestras experiencias no compartidas ni conocidas.
El famoso texto de Jesús en la Biblia está mal traducido: “si tú, si tu ojo está sano tu cuerpo es iluminado”. Aplós no significa solamente sano, aplós, que es el término, significa: si tu ojo “aprecia”. Y en la segunda parte dice: Si tu ojo es malo se dice o si tu ojo está enfermo. Pero ponerós significa ojo posesivo, erótico. Si tu ojo desprecia y posee, maltrata, entonces viene la oscuridad. La oscuridad viene del maltrato, del desprecio por el valor del otro.
Hasta esos niveles lingüísticos tenemos que llegar para decir: esta es una época en que todos los peruanos debemos aprender a apreciar. Los peruanos católicos y no católicos o apreciamos el valor del otro, que es más bonito que todos sus males y aprendemos a enamorarnos los unos de los otros para apreciar y reconocer y promover lo bueno del otro y el otro de mí también, o entonces lo que hacemos es un infierno en vida.
Y en parte nuestra Iglesia con sus normas a veces tiene el peligro de pensar que la norma es más importante que el ser de la persona. Y yo creo que en primer lugar, eso lo dice Gustavo Gutiérrez al final del libro de Job, hemos de estar atentos más al sufrimiento y a las contradicciones de un ser humano que a las normas preestablecidas. Y el Perú en eso es un país muy formal, es un país de ritos en donde el 28 de julio todo el mundo canta el himno nacional el presidente pronuncia discurso, pero en el que nos cuesta apreciarnos.
Siempre se hace de la misma manera
Claro, porque eso nos da la impresión de que todo marcha bien, pero es como ya te digo, como la música del Titanic.
Le va a tocar a usted celebrar la misa tedeum. Les tiene que decir eso.
Claro, eso lo tenemos que hacer, tenemos que saber dinamizar en vez que solo quedarnos en formalidades.
No vayan a pensar que todo va bien, porque todo lo hacemos siempre de la misma manera.
A veces la formalidad expresa el simple deseo de que en el país haya ese orden. Pero hay una lejanía muy grande con la compleja realidad.
Da esa seguridad, pero es verdad que no.
Siempre se habla de eso. La diferencia entre el país ideal y el país real. Y ahora el Papa dice: la prioridad es la realidad sobre la idea.
Eso lo dice en Evangelii gaudium.
Sí. Y la experiencia, el valorar las experiencias. Ahora, en el caso de los diocesanos, que será mi tarea principal, y para todos estos casos de la pederastia, creo que el mejor antídoto no solamente es la formación, sino la reflexión sobre las crisis y problemas afectivos que tenemos los curas diariamente en la vida cotidiana. Tener una pequeña comunidad donde nosotros revisamos lo que hacemos.
Una reflexión abierta, confiada. La reflexión realista sobre la realidad.
Y que nos permita también valorar cosas muy lindas que hay en la experiencia y que permiten que uno tenga impulsos, expresiones, inspiraciones que se pueden orientar con calidad.
Que retroalimente.
Sin el cariño de la gente no hay duda que uno no podría hacer de cura. Sin la hondura en la vocación tampoco. Hay que juntar las cosas. Y luego saber. Saber, es que es un arte que comienza por saborear al riqueza de la realidad en la experiencia. Ahí la dimensión artística es fundamental. Un arte de respetar y de alentar.
Me encanta que el Papa Francisco abraza a la gente, la quiere, porque la que la gente lo necesita y tú también.
Es verdad, todos lo necesitamos.
Pero a la vez hay una inocencia total. Nadie dice: no, oye, que está tocando a los niños..., pero por favor; al contrario, es parte de nuestra misión.
Y mejor si eso lo miramos con una mirada de cariño, de comprensión… Y en eso la sencillez y la simplicidad es lo más importante.
La última pregunta es sobre la sobre la primavera del Papa Francisco. Usted sabe que hay gente en la iglesia, hay incluso cardenales y todo, que al principio no decían nada porque claro, era el Papa. Pero ya con el paso de los años se van manifestando en contra. No tanto hacia medidas, pero hacia perspectivas, por ejemplo, con Amoris laettia.
¿Usted cree que la primavera es irreversible o es algo episódico?
Bueno yo creo que es una falsa alternativa, porque la primavera se está viendo ya, si es una estación, seguirá su rumbo. El asunto es que puede ser más o menos favorecida por ciertas condiciones.
A mí me parece que hay personas que no permiten que toda la sinceridad y verdad con que actúa el Papa Francisco pueda ser aceptada, sino que permanentemente están atacándole, bombardeándole en vez de valorarla justamente. Es muy distinta la valoración de algo del papa Francisco en donde se acompaña con una cosa que puede ser no bien dicha, que permanentemente estar asediando con la visión de eso que el Papa Juan XXIII llamó los “profetas de calamidades”, y creo que nos estamos llenando de esos profetas. Pero ¿qué programa tienen? ¿Qué proponen? No proponen nada.
Como decía Violeta Parra, son unos tristes funcionarios y ese es el problema. Detrás de sus apreciaciones, por más que sean acabadas, algunas personas pueden ser sumamente infecundas. Yo reconozco que por ejemplo algunos cardenales tienen el deseo de la ortodoxia etc. Pero el asunto es que al interior de qué propuestas están haciendo eso. ¿No se trata de una ausencia de propuesta y de infecundidad? Porque si se hace algún tipo de propuesta de renovación, ayudarían muchísimo.
Acuérdese que no fue Francisco el que dijo que la Iglesia se está volviendo una iglesia de momias.
Ese fue Benedicto.
Fue Benedicto. Porque todos creemos que se está haciendo lo cotidiano y que todo está muy bien, y resulta que estamos hundiéndonos en la cotidianidad vacía en donde aparentemente todo funciona. El papa Francisco lo que hace es explicitar más los elementos de acedia y de flojera que están en eso.
A mí me parece que cuanto más complejo es un problema, como hay que trabajar mucho para entenderlo, se recurre a soluciones simplistas y fáciles. Y esto es muy superficial. Cada joven, cada persona que se te presenta, ten invita a pensar: pero qué demonios le está pasando?. Mi frase siempre es: “vamos a ver”. (ríe) ¡Hay que situarse!. Te vez en la disyuntiva: o el razonamiento critico y teológico o la norma fácil con razonamientos cartesianos y moralistas.
No sirven.
Probablemente sirvieron en una época en donde el nivel de complejidad permitía armar un sistema para comprender que era suficiente. Pero estamos en una situación completamente inestable que requiere seguimiento y elaboración permanente, las formulas reducidas y secas ahogan las realidades complejas.
Entonces, qué ofrecen como alternativa. Ofrecen, simplemente, el anquilosamiento. Que ciertas cosas, se respeten en forma absoluta y sin excepciones ni matices. No la comprensión de la complejidad de cada cosa, realidad, vida o persona.
Que no se mueva nada, que se quede como estaba.
En ciertos sectores se trata de impedir un proceso de conciencia. ¿Acaso no es mejor dejar en libertad que la gente tome conciencia y progresivamente nos daremos cuenta de que cómo ayudar para que ciertas cosas se superen?. Por eso me parece que son críticas, pero sin proyecto. Mejor dicho: con el proyecto que ya lo conocemos, que no ha dado resultado y que en un mundo en crisis en donde se necesitan urgentes salidas imaginativas en diversidad de situaciones estamos retrasando la búsqueda tranquila, unitaria de todas esas salidas que serían mucho más efectivas y mucho más fecundas para toda la Iglesia; y estamos condenándonos, más bien, a una esterilidad que en el fondo nos va a llevar a la condiciones de muerte muy graves en la humanidad y en la Iglesia. No sé si podremos encerrarnos en monasterios y formar un medievo como refugio. Porque si esto se va a calentar, todos nos hundimos.
(Carcajadas) Como una secta, pues.
Y no es la Iglesia de Cristo. Yo confío en eso que el Papa llama conversión pastoral. Que todos esos sectores recapaciten. Estos días me decían que yo era un cura rojo, o “caviar” y estas cosas. Yo entiendo que no comprendan porque no han tenido experiencia de vida, pero uno no puede limitar tanto su vida a un cliché. La vida es muy diversificada y muy exigente, y uno tiene que responder en distintas edades a distintas situaciones. Lo importante es que uno lo hizo todo con fidelidad al Señor, tratando de ser fiel.