El título: "Religiosas en Islandia, Perú: "Que de esta fe bajo las cenizas, salga fuego"" en RD Apostillas a una entrevista
Puesto que se trata de mi casa y mi misión, y ya que soy colaborador de esta página, me parece conveniente ofrecer algunas acotaciones y precisiones para que el lector no se forme una idea falsa o cuando menos inexacta de la historia. Igual que mis compañeras las protagonistas, y otras muchas personas, lamento que la realidad se cuente a veces de manera tan sesgada.
Hace poco más de dos semanas apareció acá en Religión Digital un reportaje realizado a la comunidad intercongregacional de religiosas de Islandia, en la Amazonía peruana. Puesto que se trata de mi casa y mi misión, y ya que soy colaborador de esta página, me parece conveniente ofrecer algunas acotaciones y precisiones para que el lector no se forme una idea falsa o cuando menos inexacta de la historia. Igual que mis compañeras las protagonistas, y otras muchas personas, lamento que la realidad se cuente a veces de manera tan sesgada.
El título era “Religiosas en Islandia, Perú: "Que de esta fe bajo las cenizas, salga fuego"” (pinchar aquí), y viene firmado por Manuel Cubías, de Vatican News; de hecho apareció también allí. No sé si don Manuel estuvo el día de la entrevista (9 de julio, por cierto coordinado por mí) junto con el resto de siete u ocho periodistas y gente de REPAM; yo, es cierto, no estaba presente, pero eso no da derecho a borrarme así por las buenas. Hay varias personas que, al leer el artículo, simplemente me han preguntado: “¿Es que te han trasladado?”.
Justo encima del título, el cintillo (los blogueros lo conocemos así) sentencia: “Buscan ser "Iglesia de presencia" sin curas, "una Iglesia que está con la gente"”. Pero no es cierto, Islandia es una misión con un cura, concretamente yo, César Caro, sacerdote desde hace 19 años. Luego vuelvo sobre el cintillo porque no tiene desperdicio.
En el segundo subtítulo dice: “4 hermanas comparten allí una experiencia ecuménica: "Construimos una Iglesia de hermanos, de inclusión, intercultural"”. Debería ser: “Cinco misioneros (cuatro hermanas y un presbítero) comparten allí una experiencia ecuménica: "Construimos una Iglesia de hermanos, de inclusión, intercultural””. (Un consejo, don Manuel: cuando escribimos una obra literaria o un texto no técnico, la RAE nos recomienda que escribamos los números cardinales con letras, a no ser que se trate de un número muy complejo).
En el segundo párrafo: “Durante muchos años no tuvo la visita de un sacerdote” y eso resaltado en negrita. No solamente es incorrecto, sino que la verdad es justo lo contrario: durante muchos años Islandia tuvo visitas de sacerdotes. El padre Real de Caballo Cocha, los capuchinos de Benjamin Constant, el padre Alex, jesuitas, franciscanos… Nunca tuvo un sacerdote permanente, residente, radicando allí (el primer cura destinado a la misión del Yavarí llegó en 2017 y soy… yo) pero visitas, muchas.
Tercer párrafo: “Cuatro religiosas, pertenecientes a diferentes congregaciones, son parte de una sola comunidad religiosa. El territorio donde realizan su labor comprende muchas comunidades a las que se llega a través del río”. ¿Me permite sugerirle una reescritura veraz? Podría ser: “El equipo misionero, formado por el sacerdote diocesano y las religiosas, que además pertenecen a diferentes congregaciones, vive una experiencia comunitaria del todo novedosa y original. El territorio donde realizan su labor comprende muchas comunidades a las que se llega a través del río”. La intercongregacionalidad es un soplo del Espíritu en estos tiempos, un nuevo camino, pero lo nuestro, don Manuel, es algo todavía más singular, somos interinstitucionales, intergeneracionales, intersexuales, intercontinentales, intertodo… Qué lástima que se lo hayan escamoteado a los lectores.
Más abajo Evanés dice: “Construimos una Iglesia de hermanos, de inclusión, intercultural”. Sí señor… solo que el nombre cabal de mi compañera es Ivanês. Luego interviene Emilia: “Pero cuando salimos a las comunidades es otra cosa. Volvemos a llenarnos de energía y con ganas de luchar por la vida". En ese “salimos” se refiere a todo el equipo. De hecho el recorrido siguiente, que empezaba al otro día de la entrevista, ha sido el primero que me he perdido desde que llegué a Islandia, y por acompañar a mi mamá en una cirugía. Yo voy siempre, don Manuel, soy una pieza clave, parte sustantiva del grupo, de hecho soy el responsable del puesto de misión, y lo soy porque mis compañeras así se lo pidieron expresamente al Obispo.
Fatima (sin tilde en portugués) afirma que la misión de los religiosos y religiosas es “acompañar, caminar, hacer con la gente, con el pueblo y con la sociedad”. Propongo cambiar la redacción por: “la tarea de los misioneros (religiosos, laicos y sacerdotes) es…” y lo demás igual. Más adelante hay un título de epígrafe: “30 años con ausencia de sacerdotes”. “Las hermanas relatan que en Islandia no han tenido sacerdote durante treinta años”. Y con esto termina lo que se podría considerar un rollo afectivo, una reclamación porque yo no aparezco en la foto ni en la noticia. No lo necesito, amigos periodistas, hace años que dispongo acá en RD de la posibilidad de administrar mis propios “momentos de gloria” (pueden ver por ejemplo esto).
Lo que critico es la imagen pseudoprogre , feministoide o “pseudoautócrata” (si me permiten diseñar términos) de mis compañeras en particular y de la iglesia amazónica en general. Hacia el final del texto se destaca que “Para las religiosas de Islandia, Iglesia de presencia significa: “Una Iglesia que está con la gente. Es una Iglesia donde la gente sepa que puede contar con nosotras””. Lo de la “iglesia de presencia” salió en el cintillo como equivalente a iglesia “sin curas”. ¿Acaso el que no haya sacerdotes es una condición para que la iglesia sea “de presencia”? ¿En los lugares donde sí está el sacerdote, la iglesia es siempre y necesariamente sacramentalista, institucional etc.?
Simplezas que dan argumentos a los adversarios del Papa y del Sínodo. Por supuesto que hay “iglesia de presencia” con ministros ordenados en muchos lugares del mundo, y además es lo normal, porque sin ellos la iglesia de Jesús no está completa. Seguramente don Manuel Cubías conocerá mejor que yo a los católicos de países como Argelia, Japón o Níger, iglesias en minoría, silentes y testimoniales... con los presbíteros dentro. Lo que no acepta el Instrumentum Laboris del Sínodo (les recomiendo su lectura) es el clericalismo (números 119 y 127), pero el anticlericalismo seguro que sería igualmente rechazado por los padres sinodales si se planteara la cuestión.
En fin. Don Manuel Cubías, periodistas que estuvieron en Islandia, queridos Mauricio, Valerio y Alfredo: mis compañeras Emilia, Ivanês, Fatima y Dorinha están disgustadas y molestas. A pesar de que son muy modernas, rezamos todos los días y hasta preparan a los niños para la primera comunión, pero se sienten engañadas. No les vendría mal una disculpa. Por mí no se preocupen, no voy a perder más tiempo en zonzeras, pero les regalo una última sugerencia: cuiden lo que escriben, porque con semejantes apoyos mediáticos la iglesia en la Amazonía no iremos muy lejos, ni en bote ni globo aerostático.
PS: La imagen es un mural con fotos que apareció en el comedor de casa el día de mi cumpleaños. Parece que mis compañeras me aprecian, ¿no?