Hay cinco novelas que, a través de sus protagonistas, muestran la crisis del cristianismo y los movimientos e iniciativas que la Iglesia viene poniendo en práctica para evitar que la descristianización siga avanzando. En 1936 “Diario de un cura rural” había dado un aldabonazo sobre la crisis sacerdotal haciendo asumir a su protagonista la vocación sacerdotal tal como la sugieren los santos. En el mismo año, “El cura de Monleón”, 1964, en un tono marcadamente anticlerical, muestra el atraso del mundo clerical frente a los avances científicos del momento. “Los nuevos curas”, en 1964, alerta a los sacerdotes que trabajan como obreros y acompañan los movimientos obreros, del peligro que corren de dejarse tragar, o al menos infectar, por el marxismo. “Los curas comunistas”, en 1968, pone el acento sobre lo que de cristiano se puede encontrar en los movimientos obreros de izquierda y mismo en el marxismo. Como un Fausto al revés, en “En blanco”, el protagonista, atrapado entre soldados que defienden el statu quo, y guerrilleros que buscan derrotar al ejército, busca realizar su ideal.