De ladrón a santo

Mucha gente vive como autómatas, dijo alguien. Si sopla el huracán el árbol debe de doblarse para no ser arrancado de cuajo, dijo otro, y otro:  Para tener éxito lo que hay hace es estar con los que mandan y tener amigos ricos que te puedan echar una mano. Todo eso muy práctico  pero tiene poco que ver con el espíritu de la cuaresma. Bueno, en casa los viernes comemos pescado, y la pescadera dice que la venta de pescado se dispara los viernes de cuaresma, comentó otro.  El señor Abade, que hacía pie en una de las mesas de partida, dijo: Los signos exteriores, expresiones de fe, deben de ser manifestación de un cambio interior. Señor Abade, nosotros ni matamos ni robamos. ¿Qué quiere que cambiemos? Creo que tus palabras no están del todo desatinadas. Vuestras manos, uno nunca está seguro del todo de lo que die, no están mugrientas como las manos de los ladrones que roban abusando de confianza que les hemos otorgado. Pero de no ser ladrón a ser un santo, hay un buen trecho.

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