"A nosa casiña"

El mundo es el espacio vacío, la casa el espacio lleno de referencias espacio temporales que dan sentido a todo; el mundo es el desierto inmenso que inquieta y abisma, la casa la quietud de la contemplación, el símbolo del fundamento inquebrantable del arraigo contra el repelús de la cercanía del abismo y contra la falta de solidez de todo. Hoy es el día en que, después de haber recorrido el mundo por negocios y por placer, al regresar al atardecer a la habitación del hotel, me siento desfondado, nadando en la nada. Es entonces cuando comprendo lo que decía mi madre después de llegar, al atardecer, de vuelta de las romerías: “Ay, a nosa casiña”. La casa es el apoyo seguro sobre el que se puede caminar con confianza contra el desasosiego que causa caminar sobre arenas movedizas.

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