Le acusa de “revelación de secretos, calumnia, injuria, omisión del deber de impedir delitos y falso testimonio” El sacerdote Antonio Casado denuncia por lo civil al obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, por cinco delitos
“No tengo más remedio. No me queda otra salida. Tengo derecho a defender mi honor, porque los curas también somos ciudadanos. Y el obispo no puede utilizar el nombre de Dios para mentir”
El padre Casado denuncia a su obispo por un delito de injuria, “por aportar datos falsos sobre mí, que menoscaban mi fama e integridad, al no existir testamentos cruzados a favor de nadie"
“Es falso de toda falsedad que que yo haya realizado testamento cruzado a favor de nadie ni que haya sido llamado a declarar, o esté siendo investigado por un delito de blanqueo de capitales”
"Si se acepta la denuncia en el juzgado, monseñor Zornoza tendrá que sentarse en el banquillo, para responder por todos y cada uno de estos delitos"
“Es falso de toda falsedad que que yo haya realizado testamento cruzado a favor de nadie ni que haya sido llamado a declarar, o esté siendo investigado por un delito de blanqueo de capitales”
"Si se acepta la denuncia en el juzgado, monseñor Zornoza tendrá que sentarse en el banquillo, para responder por todos y cada uno de estos delitos"
“No tengo más remedio. No me queda otra salida. Tengo derecho a defender mi honor, porque los curas también somos ciudadanos. Y el obispo no puede utilizar el nombre de Dios para mentir”. Con la santa indignación de los hijos de Dios en la cara, Antonio Casado, el cura gaditano que lleva dos años suspendido de empleo y sueldo y a la espera de sentencia canónica, no aguanta más y ha decidido denunciar a su obispo, Rafael Zornoza, ante la Justicia civil. Para defender en el fuero público lo que se le niega en el eclesiástico.
Según la denuncia, a la que ha tenido acceso RD, el sacerdote acusa al obispo de cinco delitos. Primero, por “revelación de secretos”, dado que el prelado reveló información sobre su testamento. Segundo, por “calumnia”, dado que Zornoza le atribuyó “estar inmerso en un proceso penal por blanqueo de capitales con temerario desprecio hacia la verdad”.
En tercer lugar, el padre Casado denuncia a su obispo por un delito de injuria, “por aportar datos falsos sobre mí, que menoscaban mi fama e integridad, al no existir testamentos cruzados a favor de nadie". En cuarto lugar, por “un delito de omisión del deber de impedir delitos o de promover su persecución tipificado en el art. 450 del CP, por no haber denunciado el obispo D. Rafael Zornoza Boy los hechos que relata al cardenal prefecto de la Congregación del Clero ante la autoridad judicial.
Y por último el cura denuncia al obispo por un delito de falso testimonio, “al haber incorporado esa carta del denunciado a un proceso judicial canónico que se sigue contra mí en el tribunal eclesiástico de Sevilla”.
La carta a la que se refiere el Padre Antonio es la que, aporta en los hechos de la denuncia. Se trata de una misiva que monseñor Zornoza envía a su amigo, el cardenal Stella, prefecto del Clero, manifestándole que había recibido “información muy confidencia de fuentes fiables”: "la existencia de una investigación penal por blanqueo de capitales contra el cura y la existencia de un testamento del sacerdote “a favor de una señora”
En concreto la carta que el obispo envía al cardenal de la Curia reza así: “Hemos recibido información muy confidencia de fuentes fiables de que se está investigando por un posible blanqueo de capitales y de lo que transferido a la señora sigue en su poder, y de que existen testamentos cruzados de una a favor del otro y viceversa”.
Ante estas acusaciones, en la propia denuncia, el sacerdote asegura: “Es falso de toda falsedad que que yo haya realizado testamento cruzado a favor de nadie ni que haya sido llamado a declarar, o esté siendo investigado por un delito de blanqueo de capitales”.
Y, en base a defender su honor en la plaza pública, presenta la denuncia ante el juzgado de instrucción. Si se acepta la denuncia en el juzgado, monseñor Zornoza tendrá que sentarse en el banquillo, para responder por todos y cada uno de estos delitos. Y de este 'amargo trago' no le podrá salvar su amigo y correligionario cardenal Bienamino Stella, todopoderoso prefecto del Clero.