"He recorrido 700 kilómetros para que me digan que no tienen sello". lamenta Javier La diócesis de Astorga se niega a recibir nueva documentación de la víctima del pederasta Ramos Gordon
"Me han hecho sentir rabia, impotencia y desesperación, la sensación de que, otra vez, su intención no es escuchar, sino escurrir el bulto"
Cuatrecasas: "El problema es que no miran a los ojos de las víctimas y supervivientes de abusos sexuales en el ámbito eclesiástico. Miran solo a las consecuencias lógicas y legítimas que a ellos como institución les sobrevienen por cometer un acto de violencia sexual contra un niño o una niña perpetrado por un delincuente depredador sexual"
Javier, la víctima de abusos en el seminario de La Bañeza a manos del sacerdote Ramos Gordon, vuelve a mostrar su indignación tras su 'reunión' con los responsables antipederastia del Obispado de Astorga. Por el trato recibido ("Me recibieron en el anexo de una iglesia, en un despacho cutre, sin ordenador, ni máquina de escribir. Es un paripé"), y por las respuestas a sus requerimientos ("Me he hecho setecientos kilómetros para nada, para que me digan que no tienen sello para recibir mi documentación").
Tanto es así, que Javier ha decidido enviar toda la documentación no aceptada por burofax. Todo ello, después de una reunión, "si se le puede llamar así, pues solo estuvimos cinco minutos, y tres de ellos lo dedicaron a decir que no podía grabar" a la que asistió con su abogada, Leticia de la Hoz. Por parte de la diócesis, la responsable de la oficina de atención a víctimas de pederastia, María José Díez, una "letrada que forma parte del equipo de la Delegación", según el correo recibido el día anterior, Ana Belén Fraile
"Han tenido que pasar seis años desde la sentencia hasta hoy, para que alguien me reciba, aunque realmente, los que se tienen que responsabilizar deleguen en otras personas y vuelvan a moverse entre las sombras sin dar la cara", lamenta la víctima.
¿Pero qué pedía Javier? Muy sencillo. El logro de la reparación por los daños sufridos, "como en otras partes del mundo", que le plantearon durante el proceso canónico llevado a cabo por el Obispado de Astorga y que, finalmente, no llegó a indemnización alguna. Por otro lado, nuevos datos de personas vinculadas al proceso, y señalando a otros sacerdotes que habrían conocido los abusos sexuales sufridos por él y por su hermano en el Seminario Menor de la Bañeza a finales de los años 80.
"Me han hecho sentir rabia, impotencia y desesperación, la sensación de que, otra vez, su intención no es escuchar, sino escurrir el bulto", refleja Javier en la carta que adjunta a la documentación no aceptada en el burofax. "De nuevo se constata el desinterés de escuchar a las víctimas y de responsabilizarse de sus crímenes", lamenta el superviviente.
Trampas y mentiras, doble victimización
Para Juan Cuatrecasas, presidente de la asociación Infancia Robada, "el problema es que no miran a los ojos de las víctimas y supervivientes de abusos sexuales en el ámbito eclesiástico. Miran solo a las consecuencias lógicas y legítimas que a ellos como institución les sobrevienen por cometer un acto de violencia sexual contra un niño o una niña perpetrado por un delincuente depredador sexual".
"Trampas y mentiras, actos canallas de doble victimización, ninguneo y boicot a la credibilidad de sus víctimas. Y luego dicen que con dos sillas, una mesa, una lámpara y un ordenador atienden a las víctimas organizando oficinas de presunta atención que no son más que una burda justificación de hacer un trabajo que no es tal", denuncia el 'padre coraje' del caso Gaztelueta.
"Lo de ayer con Javier es una demostración palpable de que ni están ni se les espera cumpliendo con el compromiso que el Papa les exigió en el Motu Proprio. Lamentable espectáculo de indignidad y perversión, la iglesia tiene que cumplir con sus víctimas porque lo contrario, lo de ayer en Astorga, es una absoluta infamia, se grabe o no. Hay testigos", concluye.
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