El arzobispo de Pamplona cumple un año al frente de la diócesis navarra Florencio Roselló: "Sueño con una Iglesia comprometida, con una Iglesia que de testimonio, con una Iglesia pobre"
"Yo he estado toda la vida en el mundo de los pobres y de la cárcel y lo último en lo que uno piensa es en una mitra. Eso me costó, pero una vez que dije que sí, lo vas asimilando"
"He apostado por los laicos. Quiero que vayan asumiendo responsabilidades y tengan un mayor protagonismo a través del Consejo de Pastoral Diocesano. El tema de la mujer también potenciarlo. Quiero que, poco a poco, vaya asumiendo más responsabilidades. Es algo que a veces cuesta, según que ambientes, pero yo creo que es un camino y el Papa lo está demostrando con nombramientos en algunos de los dicasterios"
"Hay mucho ambiente y mucha actividad pastoral religiosa, pero a veces nos cuesta caminar juntos. Y luego el tema de los laicos, porque Navarra siempre ha sido una Diócesis con mucho clero, con mucha vida consagrada y siempre lo han hecho todo los sacerdotes, los religiosos y religiosas y los laicos no han tenido esa oportunidad"
"Mi sensibilidad con los pobres es la misma. Me siguen escribiendo y enviando cartas gente que ha estado en la cárcel. Todo eso se mantiene igual, pero evidentemente de otra manera, porque ahora mi prioridad es la iglesia navarra y la sociedad navarra. Pero queda lo mismo, porque si no, no tendría sentido"
"Hay mucho ambiente y mucha actividad pastoral religiosa, pero a veces nos cuesta caminar juntos. Y luego el tema de los laicos, porque Navarra siempre ha sido una Diócesis con mucho clero, con mucha vida consagrada y siempre lo han hecho todo los sacerdotes, los religiosos y religiosas y los laicos no han tenido esa oportunidad"
"Mi sensibilidad con los pobres es la misma. Me siguen escribiendo y enviando cartas gente que ha estado en la cárcel. Todo eso se mantiene igual, pero evidentemente de otra manera, porque ahora mi prioridad es la iglesia navarra y la sociedad navarra. Pero queda lo mismo, porque si no, no tendría sentido"
| Iglesia en Navarra
El 27 de enero de 2024 tuvo lugar su ordenación episcopal como Arzobispo de la Diócesis de Pamplona y Tudela. ¿Le costó mucho asimilar ese nuevo cargo?
Fue una sorpresa y me costó. Costó porque a uno, según la vida que lleva y donde está trabajando, no le entra en tu mente. Yo he estado toda la vida en el mundo de los pobres y de la cárcel y lo último en lo que uno piensa es en una mitra. Eso me costó, pero una vez que dije que sí, lo vas asimilando. Quizá el choque más fuerte fue cuando recibí la llamada del Nuncio y luego, esos primeros días en los que la gente te felicita, algunos se extrañan, otros se sorprenden… Siempre te pasa por la mente pensar que habrá otras personas que lo podrían hacerlo mucho mejor. Al principio sí que me costó, pero ya una vez que lo asimilé ya no miro atrás.
¿Cómo vivió el día de su ordenación? ¿Qué recuerdos tiene de ese día?
Lo viví con mucha emoción y recuerdo cuatro elementos de ese día. Por una lado la ceremonia, que fue muy bonita. Había estado en alguna, pero vivirlo en primera persona me llegó profundamente. Por otro lado la homilía del Cardenal Juan José Omella que me llegó mucho. En tercer lugar me impresionó mucho la Catedral llena de gente. Yo nunca había sido protagonista, aunque haya tenido responsabilidades importantes, pero no a ese nivel, así que ver la Catedral llena de gente me impactó. Entiendo que quizá estaban allí por la novedad, una novedad que implicaba también una ordenación de Obispos, que aquí no se había hecho. Y finalmente la gente que me acompañó ese día. Había muchos fieles de Pamplona; pero también gente de mi pueblo, de Alcorisa. Gente que vino desde Castellón, mi último destino. También vino gente de Elche, donde estuve hace 20 años, y de otros sitios como Valencia o Barcelona, donde he estado. Eso significa que allí por donde he pasado he dejado huella y muchos son gente que me acompañó en el mundo de la cárcel, como voluntarios, y también muchos jóvenes en Castellón y Alicante a los que acompañé en las parroquias. Ver a tanta gente de diferentes lugares me impresionó, porque eso quiere decir que algo bueno habré hecho en la vida. Al final me gustaría que me recordasen como una persona que intentó hacer el bien.
¿Cómo ha sido este primer año en la Diócesis de Pamplona y Tudela? Háganos un balance.
He intentado conocer muchas parroquias, comunidades religiosas y movimientos a través de las visitas. Mi primer objetivo era conocer, aunque aun no conozco todo porque Navarra tiene mucho pueblo, mucha parroquia, mucho movimiento y mucha vida religiosa. He querido ver la riqueza que tiene a nivel religioso y pastoral. Pero tengo un reto, el de trabajar por la comunión, que todos vayamos a una, porque a veces hay grupos que tienen caminos paralelos en vez de ir en comunión. He apostado por los laicos. Quiero que vayan asumiendo responsabilidades y tengan un mayor protagonismo a través del Consejo de Pastoral Diocesano. El tema de la mujer también potenciarlo. Quiero que, poco a poco, vaya asumiendo más responsabilidades. Es algo que a veces cuesta, según que ambientes, pero yo creo que es un camino y el Papa lo está demostrando con nombramientos en algunos de los dicasterios.
Háblenos de las fortalezas y de las debilidades que ha encontrado en nuestra Diócesis de Pamplona y Tudela.
Creo que hay una gran riqueza a nivel religioso y pastoral. Hay movimiento muy arraigados y parroquias con mucho movimiento. Hay gente muy comprometida, hay sensibilidad, anquen haya que trabajar más, con el tema de los pobres. El objetivo diocesano para el Año Jubilar, un centro para la acogida y el acompañamiento de personas víctimas de la trata, creo que ayudará. En las debilidades creo que el tema de la comunión. Nos falta comunión. Hay mucho ambiente y mucha actividad pastoral religiosa, pero a veces nos cuesta caminar juntos. Y luego el tema de los laicos, porque Navarra siempre ha sido una Diócesis con mucho clero, con mucha vida consagrada y siempre lo han hecho todo los sacerdotes, los religiosos y religiosas y los laicos no han tenido esa oportunidad.
¿Qué es lo que más le gusta de Navarra?
Me gusta mucho el paisaje de Navarra. Toda la zona de Elizondo me parece preciosa. Y también me gusta mucho la espontaneidad de la gente. Evidentemente soy el Obispo y, quieras o no, sobre todo en ambientes de tipo religioso, te tratan con deferencia, pero me gusta esa espontaneidad que tiene la gente de esta tierra.
¿Qué echa de menos que no haya encontrado en Navarra?
No echo nada de menos. Siempre miro hacia delante. Una vez que digo que sí, me centro en lo que tengo delante. No soy de los que están con el arado y miran hacia atrás. También como mercedario tuve cambios, ya que te mandan a otras diócesis y desde la obediencia intenté siempre mirar hacia delante sin renunciar a mi vida pasada, que es la que ha configurado mi personalidad. Pero no echo en falta nada, me siento bien, me siento acogido y querido.
¿Se ha sentido arropado por los fieles navarros?
Sí, mucho. Noto que tratan de ayudarme, de favorecer un poquito mi responsabilidad. La gente entiende que no pueda estar en todos los sitios, porque hay 752 parroquias. Todas las parroquias tienen diferente funcionamiento, pero también las parroquias pequeñas son Iglesia y tienen derecho a que las visite el Arzobispo, a que su fiesta sea también notoria, a nivel de Iglesia y a nivel de sociedad. En muchas situaciones han comprendido que no pueda llegar y eso te facilita. También he percibido que hay mucha gente que reza por mí. Y lo percibo hasta físicamente, porque noto algo y eso me ayuda y me da confianza.
¿Cómo ha sido durante este año su relación con las instituciones políticas?
Sorprendentemente muy bien, mejor de lo que esperaba. He tenido muy buena relación con los diferentes alcaldes, con el de Pamplona, con el de Tudela, y con los de los pueblos donde he estado. Si necesito algo les llamo, hablo con ellos. Mi relación con el Gobierno de Navarra también es buena. Por distintos temas (temas sociales, tema de abusos, etc.) hemos tenido que hablar con ellos y hay buena relación, hay puentes tendidos y los canales de comunicación están abiertos y disponibles.
¿Qué conserva hoy del mercedario que, hace poco más de un año, vivía entregado a los reclusos y con cierto anonimato?
Queda todo, ya que el espíritu que me trajo aquí de diálogo, de acoger a todo el mundo sin discriminación, no lo he perdido. Mi sensibilidad con los pobres es la misma. Me siguen escribiendo y enviando cartas gente que ha estado en la cárcel. Todo eso se mantiene igual, pero evidentemente de otra manera, porque ahora mi prioridad es la iglesia navarra y la sociedad navarra. Pero queda lo mismo, porque si no, no tendría sentido. Yo he venido aquí por ser como era antes y por eso no puedo cambiar.
¿Qué proyectos tiene a corto y a largo plazo para nuestra Diócesis?
El tema de los laicos, el tema de la comunión. Me preocupa mucho el tema de las celebraciones en pueblos muy pequeños donde los sacerdotes no llegan y creo que hay que formar laicos para que presidan celebraciones en ausencia de sacerdotes. El tema de los abusos es un tema que está pendiente. Creo que es un tema que a la gente le cuenta hablar, pero hay que abarcarlo porque es una realidad que Navarra también ha sufrido y está presente.
Hacía referencia a los sacerdotes que no llegan a todos los pueblos pequeños ¿Cómo ve el problema de la falta de vocaciones en la Diócesis?
El tema vocacional es un tema primero de testimonio. Necesitamos sacerdotes, pero el sacerdote no solo es un trabajador, es también un testimonio, un Evangelio vivo. Necesitamos muchos sacerdotes para atender todas las necesidades de la Diócesis. Cuando llegué aquí pensaba que había muchos sacerdotes, que Navarra estaba cubierta, pero he visto que no. Vivimos en una sociedad donde hay falta de vocaciones y en Navarra también. Es un tema que me preocupa y en el que estamos trabajando.
¿Qué sensación tiene de la vida religiosa de Navarra?
Creo que hay mucha. Cuando llegué me hablaban de 1400 religiosos y religiosas. No sé cómo estará ahora, pero el año pasado, en la Jornada de Vida Religiosa, vi una Catedral prácticamente llena. He visitado bastantes congregaciones y he visto una vida religiosa, en muchos casos, muy mayor, pero muy fiel y asumiendo la realidad. La vida religiosa es un arcoíris muy bonito que, a través de sus carismas y su espiritualidad, da color y enriquece a la Diócesis.
Durante este año ha visitado numerosos pueblos y parroquias de la geografía navarra. Cuéntenos algún recuerdo bonito que guarde de su paso por esos lugares.
He visto en general que la gente está muy orgullosa de su pueblo, de su iglesia, de su patrón. He estado en fiestas patronales, en peregrinaciones, en romerías y la gente lo vive con una gran pasión. Y a mí, eso me gusta. Luego igual me dicen que solo van a Misa esos días, pero aunque sea así creo que la Iglesia tiene que ser acogedora. Y yo he visto gente que se identifica mucho con su pueblo y con su iglesia.
Todos nos hemos dado cuenta de que los pobres, los marginados, los presos… son su debilidad ¿Con qué sueña don Florencio?
Pues sueño con una Iglesia comprometida, con una Iglesia que de testimonio, con una Iglesia pobre, con una Iglesia donde los laicos vayan diciendo sí a la llamada de Dios, con una Iglesia donde la mujer vaya asumiendo responsabilidades. Donde haya vocaciones, donde la vida religiosa siga alentando y dando esa riqueza carismática que da riqueza a la Diócesis.
Y ya por último, denos algún consejo para vivir plenamente este Año Jubilar de la Esperanza que acaba de comenzar.
El Jubileo tiene dos dimensiones, una espiritual y otra social. A nivel espiritual yo invitaría a que la gente echara una mirada hacia el interior y viera en qué tiene que cambiar y en qué tiene que mejorar. El Jubileo es una oportunidad para renovarse, para cambiar, para dejar a tras lo negativo y optar por lo positivo y lo que Dios nos ofrece. Por un lado sería ese pequeño cambio que el Jubileo nos ofrece y participar en alguna de las celebraciones jubilares, bien a través de parroquias arciprestazgo, bien a través de movimientos o de grupos. En segundo lugar, que este Jubileo me lleve a mirar un poco a los pobres, que tenga un gesto de tipo social. Un gesto que me diga que me he reconciliado con Dios en lo personal y que ahora quiero reconciliarme con Dios también en lo social.
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