Carta del Foro de cristianos Gaspar García Laviana contra el arzobispo de Oviedo por sus declaraciones sobre abusos e inmatriculaciones El Foro asturiano señala a Jesús Sanz: "Niega los abusos e insulta con expresiones ofensivas a sus contrarios políticos"
Aseguran que sus comentarios forman parte de "un discurso impropio", que "hasta insulta con expresiones ofensivas a sus contrarios políticos"
"Muchos de los católicos asturianos no valoramos la realidad política como él y que cuando él lo hace en estos términos, se descalifica como obispo de la Iglesia asturiana"
"El problema (de los abusos)no es tanto de hoy, sino del ayer, de cuando el nacionalcatolicismo era más fuerte y de cuando ya declinaba su poder, en los primeros tiempos democráticos"
"Lo peor de todo es que lo que dice el obispo de Oviedo es considerado por muchos como opinión de la Iglesia"
"El problema (de los abusos)no es tanto de hoy, sino del ayer, de cuando el nacionalcatolicismo era más fuerte y de cuando ya declinaba su poder, en los primeros tiempos democráticos"
"Lo peor de todo es que lo que dice el obispo de Oviedo es considerado por muchos como opinión de la Iglesia"
| Foro de cristianos Gaspar García Laviana
Ya en otra ocasión se había despachado bien D. Jesús Sanz, cuando en su carta del 20-12-2020 hablaba de la pandemia política que sufría España, donde “hay mandatarios que tienen en un puño a su país…, que se aliñan con mentiras repetidas, con tramposos paternalismos que cercenan la libertad, censuran la protesta legítima impidiéndola, mientras se ensaya un confinamiento de diseño para ir introduciendo leyes liberticidas que manipulan ideológicamente la educación, e imponen cauces matachines para una eutanasia sin debate y sin escucha de la sociedad civil a la que se niega la palabra…”
Ahora vuelve a hacerlo en parecidos términos. Lo peor de todo es que lo que dice el obispo de Oviedo es considerado por muchos como opinión de la Iglesia. Para situar en su justo límite las palabras de los obispos hay que decir que el valor especial que puedan tener para algunos será cuando toquen los temas que están dentro de su ámbito, que, por supuesto, incluye también la denuncia social, hecha con el debido respeto e imparcialidad. Algunos obispos tendrían que recordar al Maestro de Nazaret cuando habla del cuidado con el que el pastor ha de tratar a las ovejas, especialmente a las “descarriadas”.
El tema inmediato que aborda el obispo de Oviedo en esta carta del 28-1-2022 son las inmatriculaciones, problema sobre el que hay dentro de la Iglesia distintas posturas. Todos estaremos de acuerdo que lo que se registró como propio de la Iglesia y no lo es, lo que hay que hacer es devolverlo. Puede haber situaciones discutibles que con el diálogo se pueden llegar a solucionar. Ahora bien, al margen de las situaciones concretas, hay un criterio general que posiblemente la mayoría de los fieles católicos compartimos: la Iglesia debe ser pobre y, especialmente, de los pobres y para los pobres. Sus bienes, los de la Iglesia, deben ser vistos desde esta perspectiva, que es la evangélica.
Pero en esta carta lo que queremos comentar son las formas que emplea cuando escribe. Hablando el obispo Fr. Jesús Sanz del pasado encuentro entre el Presidente del Gobierno y el Presidente de la Conferencia Episcopal dice que ha sido “urdido” -palabra que supone intriga- en la Moncloa, y lo califica de “precipitado”; luego dirá que esa prisa suscita interrogantes y sospecha él una intencionalidad inconfesable. ¿En cuánta maldad habrá que pensar?
Sigue diciendo, como otros políticos, que no es la verdad lo que acompaña el ejercicio de la responsabilidad política y que las promesas han terminado en una vulgar mentira. Esto hace que el resultado de la gobernanza no sea el que una vez se propuso recabando en las urnas la adhesión popular, sino una serie de intereses a veces torticeros y oscuros, donde parece que sólo interesa el apego a una poltrona de poder a cualquier precio, en almoneda barata, y sin escrúpulos ante las contradicciones palmarias. Es un tipo de discurso impropio, quizás muy aplaudido por algunos.
Creemos no hacen falta comentarios, pues D. Jesús habla muy claramente, otra cosa es que lo haga acertadamente, pues hasta insulta con expresiones ofensivas a sus contrarios políticos. Hemos de decir a la opinión pública que muchos de los católicos asturianos no valoramos la realidad política como él y que cuando él lo hace en estos términos, se descalifica como obispo de la Iglesia asturiana.
También hay que comentar su siguiente carta semanal (6-2-2022) donde afronta el hecho de la pederastia en la Iglesia católica. El arzobispo empieza diciendo que en lo que se dice sobre la pederastia en la Iglesia no hay tanta verdad, sino que son más bien cortinas de humo que el gobierno hecha para ocultar la verdad de su gobernanza. Lo que se dice sobre tan escabrosos y deleznables sucesos para él “son insidias, calumnias para desgastar a su adversario cultural” (la Iglesia católica, suponemos) “o a su enemigo político” (la derecha, nos imaginamos). Indirectamente aquí viene a negar los hechos, alineándose así con todos los que anteriormente no quisieron hacer frente a los crímenes de curas y religiosos pederastas. Pero, además, lo hace insultando al mismo tiempo, como es habitual en él al referirse a los políticos que no son de su cuerda. Más abajo, ya admite la triste realidad de los desmanes de la pederastia de algunos clérigos y religiosos.
Hay otra frase suya que nos llama poderosamente la atención: “Ha habido una consigna que ha señalado a los cristianos como diana”. Pensamos que no hay nadie que diga que son pederastas todos los curas y religiosos y mucho menos que lo sean todos los cristianos. Por eso, no tienen sentido estas palabras del obispo de Oviedo. Tampoco viene a cuento decir que la culpa del problema la tiene “la pornografía tan fácilmente asequible, la educación ideologizada por el género, la hipocresía cínica de la inmoralidad o amoralidad en tantos casos, (que) hacen de campo de cultivo para que se sigan cometiendo estas tragedias deleznables”.
El problema no es tanto de hoy, sino del ayer, de cuando el nacionalcatolicismo era más fuerte y de cuando ya declinaba su poder, en los primeros tiempos democráticos, fue entonces cuando, por varios motivos, era más fácil el ocultamiento de los agresores y más difícil la denuncia. A propósito de señalar como causa de la pederastia la educación ideologizada de hoy el sabe que precisamente los curas y religiosos agresores han sido educados en instituciones eclesiásticas, internos en los seminarios.
Por otra parte, parece querer decirnos que no son tantas las agresiones que hicieran los clérigos, sólo un 0,2 %. Las estadísticas de los casos investigados han sido otras: en Francia entre un 2,5 % y un 2,8 %, en Alemania (4,4%), Estados Unidos (4,8%), Australia (7%) o Irlanda (7,5%). El 56% de las agresiones y actos pedófilos identificados se produjeron entre 1950 y 1969, mientras que en los años 70 y 80 hubo una reducción (22%) y, a partir de ese momento, una estabilización (22%). Veremos luego las facilidades que da la jerarquía española para la investigación y el resultado que salga, que ojalá no sea abultado.
Arremete el obispo contra los políticos de izquierda que están en el gobierno. El sabe que hay también católicos convencidos que dicen lo mismo. Lo manifiestan en sus Webs. No estamos ante una cuestión ideológica, como el obispo Fr. Jesús parece querer insinuar, diciendo que son dardos que se lanzan contra los cristianos. La realidad es otra: se persigue a los responsables de cometer delitos y a los que los ocultaron.
Podemos recordar el documento de Redes Cristianas, colectivo al que pertenecemos, publicado el día 11 de febrero de 2019, hace ya tres años, donde se denuncia que en la mayoría de los casos los obispos se resisten a hacer avanzar la investigación, a apartar a las personas bajo sospecha y a demostrar un apoyo efectivo a las víctimas”. Se pide tolerancia cero y que termine el silenciamiento y el encubrimiento.
En estos momentos de reflexión sinodal mejor sería que estuviésemos hablando, porque este problema no hubiera existido, de la participación, de la comunión y de la misión en la Iglesia hoy, tela en la que también hay mucho que cortar.
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