El arzobispo de Oviedo denuncia que en España "se quiere reducir el cristianismo a la clandestinidad" Jesús Sanz: "Hemos pasado del nacionalcatolicismo a un laicismo rampante"
Sanz lamentó el resurgir de "las ideologías pretenciosas que prometen lo que saben que no darán jamás, y buscan lo que nunca declaran en los deseos de sus mercancías" y su "intento que no es fortuito ni inocente, de erradicar violentamente todo indicio que pueda recordar lo que los cristianos han hecho con el paso de los años"
"Los estados pueden ser aconfesionales, pero las personas somos creyentes. Y todos tenemos una relación con Dios: para confesarlo desde la fe cristiana, o para censurarlo desde la ideología laicista"
Durante su intervención, Sanz lamentó el resurgir de "las ideologías pretenciosas que prometen lo que saben que no darán jamás, y buscan lo que nunca declaran en los deseos de sus mercancías" y su "intento que no es fortuito ni inocente, de erradicar violentamente todo indicio que pueda recordar lo que los cristianos han hecho con el paso de los años".
La "reserva india" de la fe
Y es que, para Sanz, la sociedad se dibuja entre "quienes nos perdonan la vida a diario", y los que piensan que los cristianos "podemos existir, pero sólo un rato, y especialmente, sólo en un ámbito". "Que no se note, que no trascienda, que no influya, que no juzgue, que no proponga", lamentó, al estilo de "reserva india para los turistas del arte ancestral y de la historia pasada", sin capacidad de "decir cosas, juzgar situaciones, proponer alternativas, construir la ciudad".
"Los estados pueden ser aconfesionales, pero las personas somos creyentes. Y todos tenemos una relación con Dios: para confesarlo desde la fe cristiana, o para censurarlo desde la ideología laicista", recalcó el prelado, quien quiso establecer una diferencia entre secularismo, secularización y secularidad, que parecen similares pero que "indican cosas bien diferentes".
Por eso, según Sanz, a la hora de comprender una sociedad debería evitarse "tanto la censura como el abuso en aquellos factores que la constituyen, y así ni caer en una sociedad sacralizada, ni tampoco en una sociedad secularizada en donde se asfixia la expresión y el cauce tanto privado como público de las cosas sagradas, porque podemos dar bandazos extraños y excluyentes, de ir desde un nacionalcatolicismo a un laicismo rampante".
Algo que, en su opinión, se da en la actualidad: "Vemos que el proceso secularizador ha ido mellando el paisaje de este viejo continente que tiene inequívocas raíces cristianas", y el cristianismo "ha dejado de ser un referente único".