Rector del Seminario Interdiocesano de Galicia, con seminaristas de Santiago, Tui-Vigo y Mondoñedo-Ferrol Castro Lodeiro: "No creo que el camino sea la imposición. Si el Señor quiere, llegará el tiempo de que el proyecto sea de las cinco diócesis"
"Como suele suceder con las cosas de Dios, este proyecto en común se ha ido entretejiendo lentamente con aciertos, dudas y limitaciones"
"El papa Francisco y nuestros obispos ha sabido discernir el momento en el que nos encontramos y se han decidido a soñar, dejando a un lado añoranzas del pasado y decidiéndose a ir juntos"
"El reto es hacer del seminario una auténtica escuela del seguimiento de Cristo"
"No creo que el camino sea la imposición, ni forzar a tomar decisiones que por ahora no se ven. Parafraseando al Eclesiastés, “todo tiene su momento”, y si el Señor quiere, llegará el tiempo de que el proyecto sea de las cinco diócesis. Cuando hay voluntad, todo es posible"
"El reto es hacer del seminario una auténtica escuela del seguimiento de Cristo"
"No creo que el camino sea la imposición, ni forzar a tomar decisiones que por ahora no se ven. Parafraseando al Eclesiastés, “todo tiene su momento”, y si el Señor quiere, llegará el tiempo de que el proyecto sea de las cinco diócesis. Cuando hay voluntad, todo es posible"
"Ha sido un paso difícil pero necesario; tal vez, hoy en día, el único paso posible para ofrecer a nuestros seminaristas los elementos formativos necesarios que permitan vivir la identidad y espiritualidad del ministerio sacerdotal". Eran las palabras con las que los obispos de Santiago de Compostela, Tui-Vigo y Mondoñedo-Ferrol daban cuenta -en una carta publicada el 15 de mayo- de la fusión de sus respectivos seminarios cumpliendo la petición expresa que hizo el papa Francisco a los obispos españoles, a los que habló en una histórica visita de la que se cumple un año el 28 de noviembre.
El 30 de septiembre echaba a andar, con 23 seminaristas, el Seminario Mayor Interdiocesano Apóstol Santiago de Galicia, cuyo rector, el sacerdote de la Archidiócesis de Santiago José Antonio Castro Lodeiro, reconoce en entrevista con Religión Digital que la visita apostólica a nuestros seminarios el año pasado supuso un revulsivo para hacer nuevas apuestas y nuevos planteamientos, al menos en algunas diócesis"
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El Seminario Mayor Interdiocesano Apóstol Santiago de Galicia inaugura curso y etapa. ¿Cómo lo afronta su rector?
El inicio de un proyecto tan importante para nuestras Iglesias diocesanas supone una gran responsabilidad. Al principio, cuando se hizo el anuncio de la creación del Interdiocesano en el mes de mayo, tenía una sensación de desproporción entre la tarea encomendada y las limitaciones personales.
Con el paso de las semanas, esta sensación se fue convirtiendo en agradecimiento a nuestros obispos por su confianza, a nuestros presbiterios por la buena acogida, y sobre todo en tranquilidad por saber que la tarea iba a ser compartida con sacerdotes de un recorrido personal y espiritual tan grande como Juan Basoa, de Mondoñedo-Ferrol, y Ángel Carnicero, de Tui-Vigo. Me siento un afortunado por poder compartir con ellos este proyecto.
¿Qué le parece esta unión en un único centro de formación de los seminaristas de las diócesis gallegas?
Como suele suceder con las cosas de Dios, este proyecto en común se ha ido entretejiendo lentamente con aciertos, dudas y limitaciones. Realidades eclesiales tan evidentes como la escasez de seminaristas en nuestras iglesias particulares, la necesidad de mejorar su formación en el estudio, en la vida espiritual, comunitaria y misionera, el reclamo de nuestras comunidades parroquiales por pastores que no sean profesionales de lo sagrado sino cercanos a la gente, se pueden interpretar – a mi entender – como señales de Dios para que todos diéramos un paso adelante.
Creo que el papa Francisco y nuestros obispos ha sabido discernir el momento en el que nos encontramos y se han decidido a soñar, dejando a un lado añoranzas del pasado y decidiéndose a ir juntos.
Esta iniciativa surge de la petición expresa hecha por el papa Francisco para conseguir comunidades de seminaristas más numerosas. ¿Supone hacer de la necesidad virtud o le encuentra más ventajas?
Cierto que la visita apostólica a nuestros seminarios el año pasado supuso un revulsivo para hacer nuevas apuestas y nuevos planteamientos, al menos en algunas diócesis. La cuestión del número de seminaristas, sobre la que tanto se pone el foco, no es la única para tener en cuenta. Lo fundamental es sobre todo ofrecer una formación integral de calidad a todos los candidatos al ministerio presbiteral; y para ello – dada la situación en la que estamos – necesitamos los unos de los otros.
¿Y qué opinan los seminaristas? ¿Aparece la morriña de dejar sus diócesis o le van descubriendo ventajas a este modelo?
Cualquier cambio implica siempre un cierto grado de incertidumbre. Pero hay que recordar que los seminaristas de las tres diócesis ya se conocían entre sí. Hasta ahora los de Mondoñedo-Ferrol convivían con los de Santiago; y los de Tui-Vigo ya venían desde el curso pasado a estudiar al Instituto Teológico Compostelano. Esto mucha gente no lo sabe, pero no se ha partido de cero. Cierto que todos llevamos conviviendo en el Interdiocesano desde mediados de septiembre; y tendría que preguntarles a ellos, pero por el momento creo que las sensaciones son muy buenas.
La de Galicia fue la primera Iglesia en anunciar que integraba en uno sus seminarios para cumplir con la petición papal. ¿Lo tuvieron claro desde el primer momento los respectivos obispos?
Sin duda, y la prueba es la determinación a la hora de poner en marcha este Interdiocesano. El anuncio se hizo a mediados de mayo y la inauguración oficial fue el pasado treinta de septiembre. A primera vista puede parecer mucho tiempo, pero dar forma a una institución de este calibre tiene su complejidad. Son necesarios unos estatutos propios que tienen que ser aprobados por el Dicasterio para el Clero; es fundamental un proyecto formativo, un reglamento, la propuesta de director espiritual, de un equipo de laicos como asesores en la formación de los seminaristas... A esto se suman cuestiones colaterales como un convenio entre las diócesis para facilitar espacios físicos, abordar el sostenimiento económico. Sabiendo todo esto, se puede entender que no estaríamos en marcha si no hubiera una clara disposición por parte de los obispos.
¿Y cómo lo vivió el rector?
Yo vengo de un ámbito académico, centrado en la formación intelectual de los seminaristas. Al asumir este proyecto había que “ponerse las pilas”, como se suele decir coloquialmente, puesto que la formación abarca otros ámbitos como el humano, espiritual y misionero.
Lo primero que hice fue leer con detenimiento la Ratio de Roma sobre la formación de los sacerdotes, y el documento de la Conferencia Episcopal Española, Formar pastores misioneros. Después recogí los discursos que el papa Francisco ha hecho en su pontificado a los seminaristas, sacerdotes y diáconos, tanto en Roma como en sus viajes apostólicos. Con todo este corpus se puede perfilar los acentos necesarios en la formación de los seminaristas. Aunque lo más decisivo es lo que estoy aprendiendo con mis compañeros de equipo.
La necesidad de escapar de lo que el papa Francisco llama la “mundanidad espiritual”, es decir, de la obsesión por la apariencia, una presuntuosa seguridad doctrinal o disciplinar, el narcisismo y el autoritarismo, la pretensión de imponerse, cultivar sólo lo exterior y ostentoso en la liturgia
Con esta nueva etapa, ¿qué se pretende conseguir de los seminaristas? ¿Qué diferencias habrá con respecto a los que salían hasta ahora de sus seminarios?
Recojo la reflexión que nos hizo Monseñor Jesús Vidal, referente apostólico para la reforma de los seminarios, en el encuentro de rectores y formadores del pasado fin de semana en Madrid. Nos recordaba el número 18 del documento de la CEE, Formar pastores misioneros: la necesidad de escapar de lo que el papa Francisco llama la “mundanidad espiritual”, es decir, de la obsesión por la apariencia, una presuntuosa seguridad doctrinal o disciplinar, el narcisismo y el autoritarismo, la pretensión de imponerse, cultivar sólo lo exterior y ostentoso en la liturgia, el individualismo y la incapacidad de escuchar a los demás. El reto es hacer del seminario una auténtica escuela del seguimiento de Cristo.
En realidad, los seminarios de Ourense y Lugo no se han integrado en este Seminario Mayor Interdiocesano. ¿Cuáles son las razones? ¿Se contempla que lo puedan hacer en un futuro?
Creo que debemos evitar juicios precipitados sobre las decisiones de los demás. Cada diócesis vive una realidad propia y, aunque es muy fácil opinar y sentenciar desde fuera, hay que escuchar al otro e intentar ponerse en su lugar. Un proyecto tan importante y vital como es el Seminario Interdiocesano sólo se puede abrazar desde el convencimiento, y una vez que se vea que es lo mejor para la formación de los seminaristas de la propia diócesis.
No creo que el camino sea la imposición, ni forzar a tomar decisiones que por ahora no se ven. Parafraseando al Eclesiastés, “todo tiene su momento”, y si el Señor quiere, llegará el tiempo de que el proyecto sea de las cinco diócesis. Cuando hay voluntad, todo es posible.
El Seminario Mayor Interdiocesano «Apóstol Santiago» inaugura el curso 2024-2025 https://t.co/TVA2DTGL6o
— Diocese Santiago (@DioceseSantiago) October 1, 2024