Montserrat recoge la Medalla de Honor del Parlament en vísperas de la Diada "Durante mil años, se han podido cometer errores, algunos conocidos y otros enterrados por el tiempo"
El preámbulo de este Onze de Septiembre en Cataluña ha tenido este martes esencia religiosa desde el Parlament de Cataluña, donde la abadía de Montserrat recogía la Medalla de Honor en su categoría de oro
“Durante mil años, se han podido cometer errores, algunos conocidos y otros enterrados por el tiempo –decía Gasch–, pero todo ayuda a crecer si esto se acepta y se reconoce con sinceridad”
Un reducido grupo de manifestantes recelaba de esa entrega, “que desacredita a una institución política como es el Parlament al homenajear a otra [la de Montserrat] que no ha hecho los deberes para desprenderse de un presunto caso de abusos sexuales por parte de un monje en el pasado”, como explicaba a los periodistas el activista y víctima Miquel Hurtado
Un reducido grupo de manifestantes recelaba de esa entrega, “que desacredita a una institución política como es el Parlament al homenajear a otra [la de Montserrat] que no ha hecho los deberes para desprenderse de un presunto caso de abusos sexuales por parte de un monje en el pasado”, como explicaba a los periodistas el activista y víctima Miquel Hurtado
| Xavier Pete / Flama
El preámbulo de este Onze de Septiembre en Cataluña ha tenido este martes esencia religiosa desde el Parlament de Cataluña, donde la abadía de Montserrat recogía la Medalla de Honor en su categoría de oro. El cenobio lo hacía representado, desde el auditorio del edificio, por su abad, Manel Gasch, y por monjes de la comunidad presentes en el acto como Frederic Fosalba, Efrem de Montellà y Jordi Puigdevall —los únicos, con Gasch, que llevaban el hábito benedictino—, pero también por el Patronato de la Montaña de Montserrat.
Otros representantes eran los poco más de treinta niños de la Escolanía que empezaban y ponían punto y final al acto en clave musical, primero con el Virolai y, después, con Els Segadors; en esta ocasión, con americana y corbata, una indumentaria con la que no se les suele ver si no es con sotana y roquete.
Mientras desde el exterior del Parlament llegaban a su interior, en algún momento dado, gritos y consignas con las que un reducido grupo de manifestantes recelaba de esa entrega (“que desacredita a una institución política como es el Parlament al homenajear a otra [la de Montserrat] que no ha hecho los deberes para desprenderse de un presunto caso de abusos sexuales por parte de un monje en el pasado”, como explicaba a los periodistas el activista y víctima Miquel Hurtado), durante el acto también había referencias indirectas a esta cuestión: “Durante mil años, se han podido cometer errores, algunos conocidos y otros enterrados por el tiempo –decía Gasch–, pero todo ayuda a crecer si esto se acepta y se reconoce con sinceridad”.
Así era como empezaba Gasch una intervención en la que también tenía palabras para el papel constante que siempre ha tenido y tiene la comunidad benedictina en la sociedad catalana. "Allá arriba, vivimos más cerca del cielo que aquí, pero también tenemos una mirada amplia hacia todo lo que nos rodea", señalaba el monje, que utilizaba metafóricamente el concepto de la altura para referirse a que "esta se gana paso a paso, monje a monje”. La entrega de la medalla -dorada como la Moreneta- tenía su propósito en el hecho de haber llegado a esta posición que ha convertido Montserrat, para el abad, "en un referente de la catalanidad".
Mencionando también los mil años de existencia del cenobio, que era glosado durante el acto por la historiadora y profesora universitaria Maria Dolors Vidal y definido como un “centro de religiosidad popular y una red de saber y de espíritu”, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y, después, el presidente del Parlament, Josep Rull, se deshacían en elogios hacia la institución montserratina. “Ahora tienen el reto de mantener su legado y de proyectarlo hacia el futuro”, afirmaba el primero, que en menos de dos semanas ha mantenido protagonismo en varios actos con monjes de dos monasterios catalanes, el de Montserrat y el de Poblet.
El acto servía también para evidenciar lo que para Gasch era el buen entendimiento que debe existir constantemente entre Montserrat y la política catalana, lo que se reflejaba en los abrazos y las felicitaciones finales por parte de algunos cargos electos hacia Manel Gasch.
La obtención de este reconocimiento se convierte así en un nuevo capítulo de los muchos que eran rememorados durante la ceremonia y en el pistoletazo de salida de una celebración, la del Milenario, que para el Monasterio de Montserrat acaba de empezar.