Contesta a una carta remitida por Fernando Regueras, presidente del Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo El Nuncio informa por vez primera a Ciudad Rodrigo sobre el futuro de la diócesis con una obviedad: “El Papa tendrá la última palabra”
El deseo de un nuevo obispo residencial "manifiesta el vivo aprecio por la Iglesia en general, por la Diócesis concreta y, en particular, por la presencia del obispo en Ciudad Rodrigo"
“Todas las informaciones y pareceres expresados por los Sres. Obispos en España, sacerdote y fieles, autoridades políticas y civiles serán presentados a la atención del Santo Padre, el Papa Francisco, que tendrá la última palabra”
"La carta del Nuncio del Papa ejemplifica a las mil maravillas el hecho de que el santo y sufrido pueblo de Dios sigue sin pintar absolutamente nada no sólo en el proceso de eventual elección de un nuevo obispo, sino también en el más amplio debate en torno a la viabilidad de una diócesis histórica como Ciudad Rodrigo"
"¿Quiere la Iglesia sumarse a los que propician la muerte súbita de la España vaciada o haría mejor en resistir al lado del pueblo pobre y abandonado en el mundo rural?"
"La carta del Nuncio del Papa ejemplifica a las mil maravillas el hecho de que el santo y sufrido pueblo de Dios sigue sin pintar absolutamente nada no sólo en el proceso de eventual elección de un nuevo obispo, sino también en el más amplio debate en torno a la viabilidad de una diócesis histórica como Ciudad Rodrigo"
"¿Quiere la Iglesia sumarse a los que propician la muerte súbita de la España vaciada o haría mejor en resistir al lado del pueblo pobre y abandonado en el mundo rural?"
En España, la sinodalidad que predica Francisco es un asignatura pendiente. Que se lo pregunten si no a los diocesanos de Ciudad Rodrigo, que llevan más de dos años sin obispo, pendientes de la desaparición de su histórica diócesis y sin que la Iglesia les haya tenido en cuenta. Ni en el proceso de consulta, ni en el de toma de decisiones y, ni siquiera, en el de información. Por eso, es noticia que el Nuncio Bernardito Auza haya contestado a una de las numerosas cartas que le fueron remitidas desde la diócesis. Aunque sea con una obviedad: “La última palabra la tendrá el Papa”.
El presidente del Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, Fernando Regueras Grande, resumía en su misiva al Nuncio papal de un artículo, publicado en RDel pasado mes de febrero, en el que, entre otras cosas, decía: “Ciudad Rodrigo necesita un obispo titular, exclusivo y visible porque el vaciamiento institucional acaba acarreando el vaciamiento demográfico, la resignación y la pérdida de la estima necesaria para progresar. No es solo una cuestión eclesiástica, sino de supervivencia de una región histórica”.
La carta del Nuncio al presidente del Centro de Estudios Benaventanos, a la que ha tenido acceso RD, está fechada el día 9 de marzo, y no puede ser más protocolaria y llena de lugares comunes. Comienza acusando recibo de la misiva de Fernando Regueras, en la que “expresa el deseo de que pronto el Santo Padre pueda designar nuevo obispo residencial en Ciudad Rodrigo”.
En el segundo párrafo, Bernardito Auza asegura que toma nota del deseo del presidente del Centro de Estudios Benaventanos y añade que, a su juicio, tal deseo “manifiesta el vivo aprecio por la Iglesia en general, por la Diócesis concreta y, en particular, por la presencia del obispo en Ciudad Rodrigo”.
Y, a renglón seguido, el representante papal entra en materia: “Respecto a esto, puedo decirle que se está trabajando en el examen de la cuestión”. Una apreciación de perogrullo, a la que añade que “todas las informaciones y pareceres expresados por los Sres. Obispos en España, sacerdote y fieles, autoridades políticas y civiles serán presentados a la atención del Santo Padre, el Papa Francisco, que tendrá la última palabra”.
Y, sin más, el Nuncio se despide con una fórmula, que suena a traducida (y mal traducida) del inglés y que no es habitual en España: “Con mis mejores deseos de bien, aprovecho la oportunidad de manifestarle las seguridades de mi consideración y estima en Cristo”.
Pero más allá de los aspectos estético-formales, la carta del Nuncio del Papa ejemplifica a las mil maravillas el hecho de que el santo y sufrido pueblo de Dios sigue sin pintar absolutamente nada no sólo en el proceso de eventual elección de un nuevo obispo, sino también en el más amplio debate en torno a la viabilidad de una diócesis histórica como Ciudad Rodrigo.
En efecto, nadie explicó todavía a los civitatenses cuáles son las razones por las que el último obispo propio de la diócesis, Raúl Berzosa, presentó su renuncia y le fue aceptada por el Papa. Además, no se ha preguntado en absoluto a los fieles por los nombres de los posibles candidatos a sucederle en el cargo y, de hecho, la gente asume pacientemente al que les nombre el Vaticano. Lo único que piden es que sea un obispo titular “propio y exclusivo”, como hasta ahora.
En esta eterna minoría de edad, en la que la jerarquía de la Iglesia mantiene a los fieles, tampoco se ha debatido en absoluto con los diocesanos la conveniencia o inconveniencia de seguir manteniendo una diócesis histórica, pero pequeña en número. ¿Cuáles son las razones, por las que parece evidente que se va a unir a Salamanca en breve, cuando un experto en la materia, como Juan Luis Cepa, asegura que es absolutamente viable económicamente?
¿Y pastoralmente no es más de Iglesia en salida de Francisco el que el obispo esté con sus ovejas y hasta las pueda conocer a casi todas? ¿Quiere la Iglesia sumarse a los que propician la muerte súbita de la España vaciada o haría mejor en resistir al lado del pueblo pobre y abandonado en el mundo rural? Ni consultas ni debate. Todo se reduce al 'ordeno y mando' de otras épocas. Y eso que dicen que estamos en la Iglesia sinodal del Papa Francisco. Un estilo de Iglesia que a Ciudad Rodrigo no ha llegado ni se le espera.
Más aún, hasta ahora, sólo los fieles y los políticos han hecho públicas sus opiniones sobre la permanencia de la diócesis con un obispo propio y exclusivo. También se ha conocido, por una filtración, el posicionamiento en contra del actual administrador apostólico, monseñor García Burillo, pero de ningún otro prelado.
¿Qué piensa, por ejemplo, el obispo de Salamanca, Carlos López? Dicen en los mentideros salmantinos que no ve con buenos ojos la fusión de las dos diócesis en la persona de su sucesor, pero nada de eso se comunica a las claras y con la luz y taquígrafos que debería ser marca de la casa de una institución que se debe al pueblo de Dios.
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