Iniciada en el claustro catedralicio y continuada en las azoteas, la presentación de esta restauración estructural (sumada a la digitalización del voluminoso archivo que acogen las paredes del templo) ha contado con la presencia del arzobispo de Barcelona, el cardenal Joan Josep Omella, y representantes políticos como la vicepresidenta del gobierno catalán, Laura Vilagrà, o el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, que han remarcado la relevancia de los fondos culturales, junto con los europeos, para acabar financiando el coste total de estas actuaciones: 2.562.326 euros.
Mientras en el exterior del templo el termómetro turístico crecía en plena temporada alta de verano y provocaba las tradicionales colas en las puertas de la catedral, las miradas, desde el interior, se dirigían a los poco más de 200 metros cuadrados de vidrieras que desde su limpieza permiten el acceso de mayor cantidad de luz. Unos elementos decorativos convertidos en uno de los mejor conservados y voluminosos de Cataluña y que, durante todo el 2023, pudieron contemplar hasta 1,8 millones de visitantes, de los que 747.000 lo hicieron de forma orquestada a través de visitas culturales dirigidas específicamente a todos ellos.